“Las casas aún son un territorio enemigo de las mujeres”
Arquitecta, socia del estudio Temperaturas Extremas, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, Atxu Amann Alcocer (Madrid, 1961) cofirma varias obras que, públicas, son de referencia. También el pabellón español en la Expo Dubái 2020. Comisaria asimismo de relevantes eventos como la Bienal de Venecia, investiga sobre el espacio doméstico. Su conclusión es rotunda: “La casa es hostil para la mujer”.
¿Las casas son un entorno hostil para las mujeres?
Sí, aún son hostiles en el sentido de territorio enemigo, aunque, curiosamente, su imaginario sea el contrario. Por mucho que se tenga la llave, un suelo de madera increíble y techos abovedados, en ella solo es la carcelera. Puede ser una jaula de oro, pero es una cárcel.
¿Por cómo están diseñadas? ¿Por cómo están construidas?
Lo son en el diseño pero, sobre todo, por el propio concepto de casa. Son el último bastión del heteropatriarcado. Pueden cambiar muchas cosas en el mundo pero, al final, la casa va a ser lo último en caer porque fue de lo primero que generó. Simplificando mucho, esta surge cuando, tras ser nómadas, de repente empezó a haber un excedente, se formó el granero y la propiedad privada. La casa es desde entonces un espacio para guardar los objetos en propiedad antes que para guardarnos nosotros. Y ahí la trampa: la propiedad privada y el proletariado van de la mano. La familia es así el siguiente concepto maligno asociado a esta estrategia en torno a la casa.
¿Quiere decir que aún se entiende a la mujer como un objeto a guardar en la casa?
La mujer era la guardadora, pero también a la que había que encerrar en casa 24 horas siete días a la semana para cuidar de las posesiones de dentro; para cuidar el espacio a la vez que se cuida de los habitantes y los objetos. Es como se intensificó la dualidad entre el espacio privado y el público y, aún hoy en día, es un imaginario asociado con el hombre fuera y la mujer dentro; el espacio productivo fuera y el reproductivo dentro.
¿Este “hogar hostil” siempre ha sido así?
Curiosamente siempre se ha vendido la ciudad como un espacio hostil. Quizá era distinto en ese período, fascinante, que fue la Edad Media, donde, en la casa, todos estaban juntos en un mismo espacio que se transformaba para dormir, comer, trabajar, etc., en grupos más grandes que los de la familia nuclear.
En España hay una normativa muy vinculada a la familia tradicional, a la casa burguesa, y la casa como bien de cambio y no de uso
¿Y en todas partes es igual?
En España, dentro de una normativa muy vinculada a la familia tradicional, a la casa burguesa y, lo peor, con la casa como bien de cambio y no de uso, hay iniciativas puntuales que comienzan a incidir. Curiosamente en Euskadi, que tampoco es la alegría de la huerta, se empezaron a poner en práctica hace unos años políticas relacionadas con la casa que rompen con la idea tradicional. Casi a la vez que le daban un premio en Harvard a Anna Puigjaner por plantear por primera vez una casa sin cocina, en Euskadi se contemplaban por normativa las cocinas abiertas y esto es un puntazo. No solo porque empezaba a visibilizar acciones domésticas que pasaban a ser compartidas con el resto de la familia sino que, además, con el incremento de muertes por la violencia doméstica, se empezaba a detectar que cuando una mujer está en casa, y a menudo encerrada en la cocina, había muchas posibilidades de que fuera el lugar donde la mataran.
¿Qué la mataran?
Cuando haces una normativa de cocina abierta no hablas ni de humos ni de que la comida para los vascos sea una cosa súper especial. Lo que estás diciendo es que no va a haber lugar donde alguien esté encerrado y sea susceptible, llegando al extremo, de ser asesinado. Porque no es solo que el mayor porcentaje de muertes en la casa se produzcan la cocina sino también que es aquí donde te pegan, humillan, insultan a puerta cerrada y con un montón de utensilios a mano. La casa entonces ya no es solo una prisión sino que además se convierte en la sala de ejecuciones.
A la hora de poder escoger tener o no una casa con o sin cocina, un tipo u otro de distribución, se depende de la capacidad adquisitiva. ¿Uno realmente puede elegir?
Por ejemplo en Madrid hay muchos sitios en los que te sale más rentable comer fuera que dentro con un menú económico y saludable y hay iniciativas de comidas compartidas o colectivas. Esta es la gran trampa que nos hacen.
¿Por qué?
Para que la casa desaparezca como concepto asociado a la familia y a una mujer que cuida sin retribución, sin horario y que encima a veces es el lugar de la violencia (el débito matrimonial existía en España hasta hace apenas medio siglo), la ciudad tiene que domesticarse a la vez. En el fondo se trata es de romper dualidades. Todo es un problema de imaginario; una estrategia de poder, que diría Foucault. Porque nos enseñan a organizar nuestra mente y vida en base a polaridades: afuera está lo malo, lo incierto, lo desconocido y dentro lo bueno, el cuidado, el amor, la seguridad; lo público versus lo privado; el pobre versus el rico; el hombre versus la mujer. El mundo no es dual sino cambiante, diverso y sí, incierto. Cuando no asumes el rol que te corresponde en este reparto es cuando está la posibilidad de que la casa pueda no ser un lugar seguro.
Con la violencia doméstica la casa ya no es solo una prisión sino que, además, se convierte en la sala de ejecuciones
Pese a la llegada de la democracia, en pleno siglo XXI, ¿la casa aún apunta a este patrón?
Al imaginario del heteropatriarcado se une el capitalismo extremo, que nos atraviesa y del que la casa no se escapa. Seguimos con la idea de que tenemos que comprar una casa, hipotecar nuestra vida durante 30 años, etc., aunque existen poco a poco experiencias que hacen ser optimista. También han sido los vascos los que han impulsado el alojamiento dotacional. Y es que si el suelo residencial en la ciudad es objeto de especulación máxima, sea para vivienda pública o privada, ellos reservan suelo para equipamientos que son vivienda, aunque no les llamen así, para personas con renta baja o circunstancias especiales. Esto es increíble. Es un cambio que puede tener muchas implicaciones positivas.
¿Cuáles?
Produce un giro en el mercado inmobiliario. En Catalunya, por su parte, han aparecido iniciativas increíbles que están resonando ya por toda España, como la cooperativa habitacional La Borda de Barcelona con la fórmula de la cesión de uso que luego ha replicado entrepatios en Madrid. La Borda no es una simple cooperativa para construir. Es mucho más. Aquí la vivienda no es tuya sino que usas el espacio y una parte se destina a tu vida privada y puedes desarrollar tu intimidad y otra parte compartes espacios, objetos y actividades con el resto de la comunidad. En estas cooperativas de cesión de uso, donde el suelo es cedido por el gobierno, la temporalidad es un factor fundamental, algo que no se tiene en cuenta en la vivienda tradicional y por eso otra vez su hostilidad, porque nosotros somos seres cambiantes y piensa que el nivel de personas que viven solas en el norte de Europa, que es hacía donde miramos, es del 47%, y por ello qué mejor que compartir nuestros cuidados.
¿Hay más ejemplos?
Pocos, la verdad. El mercado capitalista sabe leerlo mucho antes que nosotros e invierte mucho más en investigación e innovación. Mira Airbnb, como concepto es súper interesante. Utiliza la necesidad de alguien por habitar temporalmente para ser un modo de vida, como hacía la gente que habitaba en los hoteles en Nueva York. Por eso lo de la casa hostil: nos han vendido que es mi casa, que está vinculada a mi estirpe, a mi familia y además soy responsable de mis cuidados.
Pero igual que el poder adquisitivo condiciona, ¿no lo hace también la falta de suelo?
Este no es el problema. Evidentemente estamos simplificando una cuestión complejísima pero lo cierto es que aunque el derecho a que todo el mundo tenga una vivienda existe y se nombra, estamos dentro del mercado y tanto los gobiernos de derechas como los de izquierdas se han hecho los suecos.
Complejo cambiar algo muy arraigado en España.
El imaginario es lo más difícil de romper, porque las normativas las hacemos las personas y cuesta mucho hacer autocrítica. En España todavía está permitido perforar las orejas a las bebés al nacer, ¿no? España es un país de tener viviendas e invertir en vivienda como negocio; un país donde alquilar no es una opción porque sale mucho más rentable comprar e hipotecar tu vida que “siempre subirá de precio y la podrás vender si las cosas van mal”. Las casas se heredan debido a que son el bien familiar más preciado. Así somos…
Lo que señala, ¿lo han aplicado en sus proyectos pese al corsé normativo que cita?
A muchos de nosotros nos divierte intentar encontrar los vacíos legales en la normativa de vivienda. Cada concurso de vivienda pública te lo tomas como un reto y una investigación. Por ejemplo lo hicimos en Carabanchel, haciendo magia para que los metros coincidan y se pueda crear un espacio sin nombre, importante porque cuando en tu casa tienes el dormitorio, cocina, baño, comedor y todo a lo que te obliga la normativa pública pero además encuentras unos metros sorpresa, te permiten pensarla y hacerla tuya siendo como somos cada una de nosotras distintas… O, por ejemplo, en Coslada, con la posibilidad de hacer promociones públicas solo para mayores y jóvenes y así pensar en el habitante, no en la familia. Pensar en la posibilidad de viviendas sin niños en casi más alucinante que quitar la cocina. Te hacen pensar en otros modos de convivir.
Si tuviera que imaginar una vivienda ideal, ¿cómo sería?
No hay vivienda ideal, ese es el truco. Hay que dejar de hablar de Le Corbusier, de Mies van der Rohe, del movimiento moderno e incorporarlo de una vez a los libros de historia. Todo es muy bonito, pero no estamos hablando aquí de la forma de la arquitectura, ¿verdad? ¿La casa ideal? Depende del cómo, del dónde, del cuándo, del para qué, de para quién. La vivienda no se debe definir en sí misma, sino por sus condiciones de contexto. Y por supuesto, la vivienda está ligada a una ideología, a un modo de entender el mundo, la naturaleza, la ciudad, los humanos y los más que humanos. La vivienda es solo un tiempo de habitar, siempre solos, peros con otros.