El arte en la movilidad del futuro

El arte en la movilidad del futuro


Helena Rodríguez

El transporte de viajeros y mercancías es responsable de casi el 30% de los gases de efecto invernadero generados en la Unión Europea. Con estas cifras no es de extrañar que la movilidad sea una de las principales áreas de trabajo para frenar el cambio climático. El sector se presta como un campo de pruebas perfecto para el desarrollo de ideas novedosas y rompedoras. De esas que en su nacimiento están a caballo entre la realidad y el arte. Algo que ha sabido ver Norman Foster quien dentro de la explosión ‘Motion. Autos, Art, Architecture’, ha traído al Museo Guggenheim ‘Futuro’, una selección de proyectos de varias universidades de todo el mundo que dan una vuelta más al concepto de movilidad.

«Ahora mismo las industrias de este ámbito están en una fase de I+D. El presente está volcado hacia el futuro. Por ello, el plan no era presentar aquí los automóviles que vemos en la calle, ni los que hemos visto en los últimos 20-30 años, sino más bien plantear el hoy como el laboratorio de cara al mañana», detalla Manuel Cirauqui, comisario y curador de la muestra. Un porvenir en el que hay varios conceptos que ya se vislumbran como determinantes. «Se plantea en unos términos que a nivel energético, ecológico, social, de los materiales y la manera de entender las ciudades y la cohabitación están muy claros», describe.

Sobre esa base, Norman Foster invitó a 16 escuelas que «consideramos que hoy en día son portadoras de la innovación». En la lista están Yale, el MIT, el Royal College of Art de Londres o las más cercanas universidades de Mondragon o Navarra. Después de que el moscovita Instituto Strelka abandonase el proyecto a causa de la invasión de Ucrania, 15 centros concluyeron sus propuestas, elaboradas a lo largo de 2021 por estudiantes, profesores y empresas colaboradoras. Una especie de modernos mecenas entre los que figuran firmas del prestigio de Ford, Honda, Bentley, CAF, Volvo, Lenovo o Nvidia.

Cada escuela ha desarrollado proyectos «con inquietudes locales y globales que reflejan la extraordinaria diversidad y talento» de estudiantes y profesores repartidos por cuatro continentes. «Los resultados son sorprendentes y brindan una mirada fascinante al futuro. No solo tratan sobre los medios de transporte, sino que reinventan las infraestructura de apoyo y su contexto tecnológico, social, arquitectónico y artístico», describe Matthew Foreman en la introducción del libro editado sobre la exposición.

Cepelines que plantan semillas en lugares remotos, vehículos acuáticos para hacer frente a la subida del nivel del mar o ciudades en las que la movilidad se limita al mínimo podrán verse hasta el próximo 18 de septiembre. Pocos días antes y a modo de broche final, el museo ha organizado con la Universidad del País Vasco un curso de verano sobre el futuro de la movilidad. Será el 12 y 13 de septiembre y en él estarán presentes las universidades y escuelas que han participado en ‘Futuro’. El límite está en la imaginación… de momento.

Europa

Hacer frente a la sequía o al aumento del nivel del mar

Montaje elaborado por los alumnos de la Universidad de Navarra. /

Maika Salguero

Siete universidades y escuelas europeas aportan otros tantos proyectos a esta exposición. Entre ellas están Navarra y Mondragon, que han presentado dos obras muy distintas. La instalación de la primera propone un sistema que busca facilitar la movilidad rural con vehículos comunitarios ecológicos y que promueve el reencuentro entre el mundo natural y el rural. La universidad guipuzcoana trabaja la idea del transporte ferroviario, que se articula con el individual mediante unas pequeñas cápsulas que además pueden volar.

El multitransporte, por tierra, agua y aire, también protagoniza el Instituto de Diseño de Umea (Suecia). Ellos miran hacia un futuro en el que la subida del nivel del mar hace necesario el uso de vehículos acuáticos y en el que una suerte de cepelín lleva semillas para repoblar las zonas donde la sequía han acabado con la vegetación.

La narrativa planteada por la Escuela de Diseño Politécnico de Milán se activa a medida que el espectador se mueve frente a las pantallas del montaje. Su hilo conductor es la de la ‘autofficina’, un lugar de excelencia que hunde su raíces en los talleres italianos de principios del siglo XX.

Talleres, pero de lujo serían los necesarios para mantener a punto los vehículos ideados por el Royal College of Art londinense. Ellos han desarrollado distintos prototipos con prestaciones de gama muy alta y con un diseño llamativamente futurista. Casi de ciencia ficción son también el vehículo modular presentado por la Centro Berlage de Estudios Avanzados en Arquitectura y Diseño Urbano de Delf, en Países Bajos, y la gigantesca ciudad modular construida por drones ideada por los alumnos y profesores de ETH Zurich. «Es una ciudad vertical de unos 300.000 habitantes, construida con drones y un material especial, ligero pero estable», dice Cirauqui.

África

La rueda de hámster auto-móvil y convertible

Instalación ideada por el equipo de la Universidad de Ciudad del Cabo. /

Maika Salguero

Este vehículo, cuyo traslado a Bilbao supuso un reto logístico y que incluso obligó a cortar el tráfico en algunas calles de Ciudad del Cabo, tiene la particularidad de que puede presentarse formato individual o colectiva. El ‘U+’ podría ser usado como vehículo para una, dos o tres personas pero está preparado para crecer. «Tiene un sistema de enganches que hacen posible ensamblar ruedas creando una especie de oruga que han bautizado como el ‘Us+’». Los alumnos vieron el modelo más sencillo «como una manera de experimentar con la tecnología para optimizar y mejorar la movilidad individual fomentando un transporte público accesible y práctico» en distancias de hasta 10 kilómetros. Su hermano mayor «responde a las necesidades de movilidad pública que permite un abanico de flexibilidad de escalas diferentes» y que trasladaría a los viajeros en un rango de 10 a 50 kilómetros.

América

La importancia del relato y la influencia del cine

Detalle de la maqueta presentada por la Escuela de Arquitectura de Yale. /

Maika Salguero

Mientras el ArtCenter College of Desing de Pasaden presenta una serie de prototipos que tratan de reimaginar las ciudades en 2040, la Escuela de Arquitectura de Yale se inspira en la película Nomandland y en el festival Burning Man que se celebra en el desierto de Nevada. Las ideas base son la del caravanismo y la no permanencia en un lugar durante mucho tiempo. A partir de ellas el equipo de docentes y alumnos desarrollan en detalle pequeños prototipos muy detallados y a caballo entre lo galáctico y el nomadismo.

El equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el prestigioso MIT, utiliza una compleja narrativa de futuro que se desarrolla en una ciudad hecha con piezas de desguace y fluye en dos direcciones. La primera «es un mundo en el que se ha llegado a la movilidad absoluta, con relaciones muy breves, sin casas en propiedad. Un tiempo en que nuestra vida está en una maleta y todo son servicios de leasing, renting etc», describe Cirauqui. La otra alternativa es aquella en la que la movilidad ha llegado a su fin. «Los seres humanos vivimos en nuestras casas, pedimos todo por correo, todas nuestras relaciones están en el mismo enclave y no salimos del edificio porque la familia, los amigos y el trabajo están allí».

La idea de justicia social y climática están en la base del trabajo de la Escuela de Arquitectura, Arte del Tecnológico de Monterrey (México). Para ello proponen que las ciudades del futuro se conviertan en una especie de terminales aeroportuarias.

Asia

Transporte a media y algo más que una autopista

Diseño de la Universidad de Tokio. /

U. Tokio

Cada persona es un mundo y como tal tiene unas necesidades de transporte. Ese es el planteamiento de la Universidad de Hongik, de Seul. Alguien que va a explorar el mundo no busca lo mismo que quien sirve a la sociedad y algunos ni siquiera necesitan vehículos como tal, sino una especie de espacios de vida móvil que pueden ubicarse a cualquier parte del mundo, incluso en las ciudades. En ellas se centra el proyecto del equipo de la Universidad de Tokio, inspirado en un diseño de Le Corbusier para el ingeniero Gabriel Voisin. El equipo japonés plasma en su maqueta la idea de una autopista sobre la ciudad. Una enorme calzada en altura, transitable con vehículos verdes de micromovilidad, que en si misma es una vía verde que permite observar la urbe, crear zonas de descongestión o para hacer deporte.



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