Panorama desde el Puente: la perspectiva de un privilegiado
Es muy posible que yo sea de los coleccionistas de estas cosas que posea una de las mayores colecciones de fotos del Puente desde la propia perspectiva de quien vivía a su lado y que pudo seguir su historia a lo largo de los años sesenta y primeros setenta. Porque esas fotos las pude hacer yo mismo desde el balcón o desde las ventanas del tercer piso de la Avenida de las Caldas, 1, la última casa o la primera pegada al puente, en cuyos bajos estaba la célebre zapatería de Modesto, al lado de la farmacia. Cuando vine a vivir a Ourense, por motivo del traslado de mi padre, ferroviario, era el año de 1960 y procedía de mi Lugo natal, pero me convertí en un pontino más, cosa que sentimentalmente sigo siendo, si bien en 1972 me trasladé a Vigo, donde inicié una nueva etapa profesional como periodista, primero en la radio y luego en prensa escrita, para acabar como profesor universitario. Pero en esos doce años, fui testigo privilegiado de la vida cotidiana del nexo de las dos orillas del Miño y ese puente es un elemento esencial de mi propia vida.
Recuerdo, entre otras cosas, haber visto al carro fúnebre de Ourense con sus caballos desbocados cruzar el puente como un rayo, dramático episodio de aquel tiempo, pues fue Ourense una de las últimas ciudades de Galicia que hacía los traslados fúnebres en aquella barroca carroza. Eran tiempos en que el transporte de obras y mercancías todavía se hacía en aquella lejana ciudad en carros tirados por mulas o caballos que perduraron largo tiempo en nuestra querida ciudad.
Pero en este tiempo evocado, recuerdo haber visto y fotografiado los sucesivos atentados sufridos por el histórico monumento, como cuando se abrió al tráfico rodado y se construyó un horrible zócalo sobre su pavimento a modo de paso de peatones. Pero el peor de todos los atentados, a mi entender, fue la sustitución de las nobles farolas de hierro, que se aprecian en la foto adjunta, por el actual sistema que puede que sea más funcional, pero no se corresponde con el consejo que diera el gran urbanista “Le Corbusier”. Según este, aparte de entender que toda rehabilitación y uso debe ser respetuoso con el legado de la historia, la iluminación debe ser un sistema integrado que realce precisamente los valores históricos del monumento. Este asunto ya fue objeto de debate en su día.
Dentro de esas perspectivas desde el Puente que tuve la suerte de recoger desde mi adolescencia, gracias a que pronto mis padres me obsequiaron con una cámara excelente y pude desarrollar mis aficiones, digo que, dentro de ese conjunto de fotos, desde la orientación citada, poseo una colección de vista del Miño todavía sin la carretera que lo flanquea, y allí están las fotos de aquellas pobladas riberas de bañistas entre los puentes y los diversos países a lo largo del año. Dentro de esa memoria visual, quizá las fotos más interesantes que ya subiré otro día, son las de la panorámica del puente nevado y los aledaños del Miño.
Otras fotos son como instantáneas detenidas en el tiempo de las gentes cotidianas que iban y venían cruzando ese querido puente, como las alumnas de la Escuela Normal de Magisterio que siempre bien arregladas y diligencias se dirían al centro del que posiblemente han salido más maestros y maestras de Galicia, y que estaba de este lado del río.
Entre aquellas jóvenes que cruzaban recuerdo, siempre pizpireta Laura López Atrio, quien años después sería concejala de Educación del Ayuntamiento de Vigo, y por esos avatares de la vida, a quien habría yo de dirigir su tesis doctoral sobre “Ciudades educadoras”, en mi etapa como profesor titular de la Universidad de Vigo, mucho tiempo después. Por cierto, que esta ilustre psicopedagoga ourensana tiene casi a punto un interesante libro que recoge sus investigaciones y experiencias en esa materia. Y precisamente, Ourense es una de esas ciudades que históricamente, por su pulso cultural fue y será siempre una ciudad que educa al margen de lo que se llama la enseñanza reglada en sus diversos niveles. Pero de eso hablaremos más otro día.