Lugo de Maquieira

Lugo de Maquieira


21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez que visito Lugo, como hago estos das, pienso que no conozco otra ciudad que le deba tanto, en su personalidad y su esttica, a una sola persona. Se dir que Lugo es la Muralla, sus pazos urbanos y esas casas con galeras, y es verdad. Pero la Muralla romana es una voz muy lejana; y los edificios de granito y pizarra constituyen en Galicia casi un paisaje natural. Ms bien, creo yo que si queremos encontrar la singularidad de Lugo habra que buscarla en sus mejores edificios de los aos 30 y 40 del siglo pasado. Y resulta que casi todos ellos son obra de un mismo arquitecto: el gran Eloy Maquieira, que plant por todas partes su estilo cosmopolita. En la fisonoma de la ciudad han dejado su huella muchos otros grandes arquitectos: los Andrade, Ferro Caaveiro, Casas y Novoa, Cobreros o, en tiempos del propio Maquieira, su amigo Alfredo Vila. Pero cuando yo me imagino Lugo confieso que lo que se me viene a la cabeza son esas formas onduladas y claras de los edificios de Maquieira, esos juegos de luces y esas esquinas redondeadas que eran tan caractersticas suyas y que acabaron contagindose a muchos otros edificios de la ciudad.

Por desgracia, la vida de este arquitecto fue tan trgicamente breve como la de un poeta romntico, de modo que toda su obra se concentra en apenas veinte aos en los que, sin embargo, transform Lugo. Lleg casi recin licenciado de la facultad de Madrid, con sus nmeros de la mtica revista de arquitectura AC bajo el brazo y en el automvil que le haba regalado su madre al acabar la carrera. En ese automvil haba recorrido Europa viendo edificios de vanguardia, y a m se me antoja que de aquel viaje en coche sale buena parte de lo que es Lugo. Como haba conseguido la plaza de arquitecto municipal, Maquieira pudo plasmar a su manera todo lo que haba absorbido de Gropius o Mies van der Rohe. El uso del hormign, como el que emple en la Casa Roca, caus sorpresa; pero en seguida se vio que l saba darle ligereza y suavidad, jugando con los huecos y los claroscuros, como se ve en uno de sus edificios en la plaza de Santo Domingo. Su mercado de abastos, al que tantas veces iba a comprar yo de nio con mi madre, es una pequea reinterpretacin lucense de Le Corbusier; el instituto Juan Montes tiene la elegancia abstracta y matemtica de la Bauhaus; las Casas Baratas son la encarnacin perfecta de la utopa del perodo de entreguerras. Recientemente, ca en la cuenta de que la antigua casa de mis abuelos en la calle Montero Ros, con su elegancia sencilla y curvada, tena que ser tambin obra suya. Y, efectivamente, lo es.

El caso es que, despus de haber disfrutado durante muchos aos con la contemplacin de sus edificios ms notorios, creo que ahora me gusta ms fijarme en los pequeos detalles de sus obras menores: el racionalismo reflexivo que desprende el cementerio de San Froiln, con la cruz irlandesa del friso, el arco ojival y las rosetas; o la prgola del parque Rosala de Castro, que solemniza la visin de la majestuosa curva del ro Mio. Incluso en los empeos ms modestos encuentro yo el genio de Maquieira: en el palco de los msicos o en la casita donde guardan a los patos al caer la tarde. Junto con el puente que atraviesa el estanque, esa casita con tejado de pagoda es como una cita en broma de un juego de caf chino. Ayer me fij en la balaustrada que cierra ese parque y me pareci que ah estaba todo: la dignificacin del hormign, el uso mnimo del color en el azulejo, el claroscuro, las formas que parece que se mueven… Hasta en esos mnimos detalles se preserva, silencioso, el genio de Maquieira.




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