En Lisboa: Al frente de un brillante estudio de diseño, madre e hija llevaron a su mejor y más moderna versión esta residencia centenaria
Desde siempre, las ciudades tienden a expandirse. Esta residencia –acaso lo que nosotros conocemos como una casa quinta– edificada en 1900 en las afueras de la capital portuguesa, hoy ya es parte de su tejido suburbano. Así como su entorno, también ella ha debido evolucionar. La tarea cayó en las expertas manos de Joana y Marta Aranha: la primera, diseñadora de interiores y fundadora de un estudio de trayectoria internacional; la segunda, su hija arquitecta, directora de esa área en la firma. Marta, además, tiene el don de decodificar los deseos de cada cliente, analiza pasado, presente y se permite fantasear con el futuro (¿formará una pareja? ¿cambiará de trabajo?).
El plus aquí lo dio la oportunidad de valorizar los elementos emblemáticos de la arquitectura local con brillo contemporáneo. Para eso, apelaron a una paleta bien calculada, a muebles originales y a materiales confortables y orgánicos (madera, piedra, algodones y terciopelos) con destellos de cromo y dorado como toques “de modernidad y ligereza”.
De las más lujosas a las más sencillas, todas las casas tenían ventanas con “conversadeiras”, donde las parejas jóvenes se sentaban muy cerca a coquetear bajo la mirada vigilante de padres o niñeras.
Bajo la premisa de una casa contemporánea que respete la arquitectura original, el estudio Joana Aranha diseñó espacios confortables que valoran sus orígenes
La inspiración para el interiorismo vino de la esencia de la arquitectura, de la conexión con el jardín y del cliente, un hombre del mundo de las finanzas que tiene una sensibilidad y una alegría muy propias.
Clásico y elegante, el blanco y negro también “mejora los verdes”, como apunta Joana.
La presencia del color negro aporta una cualidad gráfica que cobra fuerza en las grandes superficies y destaca rasgos de la construcción, como sus puertas originales de madera maciza.
Mesita ‘Cubo’ forrada con paneles acrílicos y sillón en terciopelo verde (todo de Joana Aranha Signature).
Mesa de comedor ovalada (todo de Joana Aranha Signature) con sillas estilo Napoleón y de Eero Saarinen.
Un robusto escritorio inglés ayuda a acortar visualmente el recorrido del pasillo. Tras una reforma reciente, la cocina no necesitaba cambios, pero sí interés y alegría. “Nos pusimos creativas”, dice la dupla, que usó la decoración (lámpara colgante, textiles, foto blanco y negro, frase en vinilo) para encender la chispa.
Casi nueva, pero desangelada, la caja blanca de la cocina ganó identidad con incorporaciones superficiales: un texto en vinilo y la lámpara con interior cobrizo.
La idea de la buena comida como la mejor inversión une las dos pasiones del cliente: la cocina y las finanzas.
“El eclecticismo siempre está presente en nuestros trabajos, porque la mirada global y diversa es central en la cultura de Portugal”.
EL espacio tiene detalles en tono burdeos. Mesa de madera maciza con patas laqueadas (Joana Aranha Signature), sillas Eames (Vitra) con almohadones estampados. Lámparas colgantes (Ebb & Flow) y estantería (Eichholtz). Cortinas y empapelado (ambos de Pierre Frey).
Cada ambiente tiene un delicado guiño a la tradición nacional: una ventana, un nicho y, por supuesto, los famosos “al-zuleiques” pintados a mano.
Cama con respaldo entelado (Mark Alexander). Lámparas de pie y de mesa (ambas, Original BTC). Silla antigua con dorado a la hoja. Cortinas de lino con ribete en seda azul.
En los dormitorios dominan los gustos individuales: todo lo que era azul y señorial en el cuarto del dueño troca por vaporosos blancos en el cuarto de su hija. Cama con respaldo entelado y velador de pie con pantalla de lino.
Cortinas patchwork de diferentes géneros bordados y páginas de herbarios antiguos enmarcadas.