La vida de Mies van der Rohe en cómic

La vida de Mies van der Rohe en cómic





Es muy raro encontrarnos con un cómic protagonizado por un arquitecto; pero la cosa cambia cuando hablamos del alemán Ludwig Mies van del Rohe (1886-1969), uno de los más importantes de la historia y de los que sentó las bases de la arquitectura actual. Agustín Ferrer Casas (Pamplona, 1971), un experto en mezclar la historia y la ficción (Arde Cuba), ha recreado la fascinante biografía de este arquitecto que también fue el último director de la Bauhaus, la famosa escuela de arte y arquitectura que clausuraron los nazis. Hemos hablado con él sobre este nuevo y fascinante cómic: Mies (Grafito editorial).





Viñeta de ‘Mies’

1. Es raro ver un cómic sobre un arquitecto. ¿Por qué te interesa tanto Mies van de Rohe?¿Qué crees que buscaba con la arquitectura?

Tan raro como encontrarlos en una de estas series que proliferan tanto actualmente: policías, bomberos, médicos, periodistas, abogados, políticos… Pero, ¡¿arquitectos?! Resulta cuando menos chocante porque siempre se considera que la vida de los arquitectos es insípida y no está a la altura de por lo que se los recuerda: sus obras. ¡Falso! Con Mies tenemos un buen ejemplo y podría señalar un buen puñado de arquitectos famosos con vidas personales tan apasionantes como un episodio de House of Cards.

La biografía de Mies es realmente emocionante por estar muy relacionada con los acontecimientos de la primera mitad del siglo XX. Va ligada a momentos determinantes como fueron los horrores de la Gran Guerra de principios del siglo pasado, la crisis económica de la República de Weimar derivada del Tratado de Versalles y el consiguiente ascenso del nazismo; la posterior Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Mies participa de estos hechos y de sus consecuencias: abraza las vanguardias surgidas después de la Primera Guerra Mundial y rompe con todo lo anterior, incluido su matrimonio; se reinventa y convierte en abanderado del Movimiento Moderno en Alemania; y no duda en abandonar Europa, pero sólo en el último momento, después de haber hecho todo lo posible por congraciarse con un gobierno nazi que lo sitúa dentro del arte degenerado anti-alemán.

Y todas las decisiones que tomó, sus ansias de libertad creativa y personal, tuvieron un fin, un propósito claro: el llegar a construir sus proyectos. ¿Qué pretendía con su arquitectura? ¿Dejar una huella? ¿Marcar un camino? Recordemos que una de sus últimas obras a comienzos de la década de los sesenta, la Nueva Galería Nacional de Berlín, fue lo más cercano a la catedral que nunca llegó a construir, el mayor hito de la carrera que un artesano de la arquitectura puede llegar a soñar ver erigido.





Viñeta de ‘Mies’

2. ¿Cuál crees que ha sido su influencia posterior?

Absoluta. Junto con las otras dos figuras más relevantes de la arquitectura del siglo XX, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier, Mies sienta las bases de lo que sería el diseño de edificios, convirtiéndose en un auténtico clásico moderno. Muchos de los rascacielos que pueblan nuestras ciudades están influidos por sus proyectos. Y su casa más famosa –no sólo por la historia personal que arrastra con su dueña, la señora Farnsworth, sino por su forma, etérea y transparente- ha sido copiada hasta la saciedad por ser considerada un canon de la arquitectura moderna.

Y ahora, con la publicación de este “Mies”, me estoy dando cuenta de lo relevante que sigue siendo su figura en el mundo de la arquitectura.





Viñeta de ‘Mies’

3. Resúmeme el argumento, ¿Hasta qué punto mezclas realidad con ficción?

El relato se basa en una más que probable conversación entre un Mies van der Rohe anciano con su nieto Dirk Lohan, también arquitecto, en el transcurso del viaje en avión desde Chicago al Berlín Occidental de 1965 para asistir a la ceremonia de colocación de la primera piedra de la Nueva Galería Nacional.

Durante la conversación Mies hace balance de su obra en sucesivas evocaciones, relacionándola con los episodios que marcaron su vida. Muchos son recuerdos más o menos claros o difusos, pero otros, representados en formato flashback con viñetas, están grabados a fuego en la memoria del arquitecto y se los guarda para sí.

Es en estos últimos recuerdos donde yo uso más el recurso de la ficción. Por eso digo siempre que es una biografía ficcionada. Hay mucho, muchísimo escrito sobre Mies. Incluso se han recogido versiones diferentes de un mismo suceso, unas por documentos de archivo, otras por testigos e incluso otras por boca del propio Mies. Por ejemplo, Mies, como tercer director de la mítica escuela de diseño Bauhaus (de la que se cumplen este 2019 los 100 años de su creación) dijo que, tras la clausura por los nazis de la sede berlinesa, recibió una carta de la Gestapo permitiendo su reapertura. Pero que, en consenso con el resto del profesorado, decidió cerrarla definitivamente. Mies no llega a mencionar que las directrices marcadas en esa carta de la Gestapo hacían prácticamente imposible reabrir la Bauhaus. Era un auténtico mangoneo político en su plan de estudios y en el claustro de profesores que incluía la expulsión de muchos de ellos.

Con estas premisas y otros hechos recogidos en los diferentes escritos y biografías de Mies, me resultó muy fácil crear la historia y dotar de elementos ficticios –incluso poéticos- al relato; con el fin de dramatizarlo y hacerlo todavía más atractivo e interesante al lector. A fin de cuentas, este libro hace hincapié en la vida del arquitecto, no sólo en su obra, que aquí sirve como telón de fondo para contar su historia. No es un compendio de sus edificios más famosos al modo de un catálogo. Pero sí que tiene vocación docente en cuanto a mostrar el proceso seguido por el arquitecto para lograr sus metas, sorteando toda clase de problemas –clientes incluidos.





Viñeta de ‘Mies’

4. No lo dulcificas para nada y a veces lo presentas como un personaje contradictorio ¿Fue así realmente?

Puede que en algún momento parezca que se me ha ido la mano con este mi Mies, pero siempre lo he tratado con el máximo respeto. Como bien dices, puede considerárselo contradictorio, pero tengamos en cuenta los hechos históricos que rodearon su vida.

Pasó por una guerra mundial, aunque él no llegó a entrar en combate. Su única cicatriz por herida de guerra fue por una operación de apendicitis. Pero sí que tuvo que haber vivido situaciones traumáticas fruto de esta contienda. Nadie quedó indemne. Y eso le hizo cambiar. Transformarse.

Supongo que, después de estar casado y tener tres hijas, tuvo un ramalazo de independencia, de búsqueda de libertad. Y por eso abandonó a su familia.

Y como esto, el resto de su vida. Una vida consagrada a un fin: construir, llevar a término sus proyectos. Independientemente de quien se los encargase, sin vincularse a ideas políticas concretas, aunque finalmente llegase a apoyar con su firma al régimen de Hitler como último recurso para continuar trabajando en la Alemania nazi.

Habría que ponerse en la piel de Mies para saber si todos conservaríamos el temple suficiente para vivir en un estado totalitario, yendo a contracorriente o a favor de obra. Es difícil saberlo. Tal ver Mies pudo haberlo hecho mejor, optado como otros compañeros suyos que emigraron de Alemania mucho antes que él.





Viñeta de ‘Mies’

5. Supongo que también te interesaría por el momento histórico que vivió. ¿Qué destacarías sobre eso?

Ya he comentado en alguna otra ocasión que me apasiona el contexto histórico del siglo pasado. Mis últimos cómics se han desarrollado a comienzos de los años sesenta, como el último tramo de Mies.

En el caso de la primera mitad del siglo XX, donde se desenvuelve la práctica totalidad del cómic, se dieron los acontecimientos más traumáticos de la historia reciente. Y eso marcó la vida de personajes como Mies.

Antes mencioné que durante la Gran Guerra no entró en combate y fue asignado al cuerpo de ingenieros para custodiar unas vías muertas de ferrocarril en Transilvania. Poco más. Pero si sufrió los desastres económicos de la paz con la firma del Tratado de Versalles. Y, como el resto de alemanes, la gripe española que asoló el continente.





Viñeta de ‘Mies’

Pasó por una república de Weimar con gobiernos socialdemócratas acosados por levantamientos de izquierdas y derechas, por la hiperinflación y la crisis del 29, y por el ascenso del nazismo. Toda una sucesión de movimientos efervescentes que modificaron la forma de vida de los alemanes y, por ende, al resto de europeos.

Quizá el hecho más trascendente en la vida de Mies fue su salida de Alemania hacia Estados Unidos en 1938 por ese callejón sin salida que finalmente supuso el ser despreciado por los nazis. Comenzaba así una etapa norteamericana llena de oportunidades, como la que años antes eligieron otros compañeros suyos.

Así que tenemos dos momentos diferentes en la vida de este arquitecto –olvidando la etapa inicial previa a la Primera Guerra Mundial: la que coincide con el nacimiento de las vanguardias y los proyectos que considero más innovadores de Mies; y la etapa en Chicago que se traduce en un buen número de obras que definen a Mies como uno de los padres del Movimiento Moderno.





Viñeta de ‘Mies’

6. ¿Qué importancia das a la faceta como profesor de Mies? ¿Y, sobre todo, a la Bauhaus?

Sin duda, la huella dejada en el Instituto Tecnológico de Illinois (IIT) –donde tuvo las manos libres para crear la escuela de arquitectura, desde el temario hasta el profesorado, en el que incluyó a amigos suyos venidos como él desde Alemania- hacen que esta institución de Chicago no pueda disociarse del nombre de Mies. Además el campus lleva su trazado y muchos de sus emblemáticos edificios son suyos.

En cuanto a su paso años antes por la Bauhaus, no sé si tuvo mucha repercusión académica por el poco tiempo que ocupó el cargo. Fue el tercer director de la escuela y mantuvo parte de la dinámica docente de su antecesor, Hannes Meyer, más centrada en el aspecto arquitectónico del diseño. Sí que movió y removió las bases de la escuela fundada por Walter Gropius para despolitizarla de cara a no tener problemas con el derechista ayuntamiento de Dessau, donde se ubicaba en su segunda época. Impuso unos estatutos muy rígidos y expulsó a los alumnos rebeldes que comulgaban con los movimientos más izquierdistas. Pese a ello, no logró sus propósitos y tuvo que trasladar la institución a Berlín, como escuela totalmente privada con el final que todos conocemos: su cierre en 1933.

Pero centrándonos en su labor docente, ya sea en la Bauhaus o en el IIT, Mies se caracterizaba por un método que iba de menos a más, enseñando a dibujar con precisión; usando y combinando los diferentes materiales constructivos y estructurales; diseñando los edificios según sus funciones y proporciones; y por último pasando a una escala global y urbana. Y todo ello acompañado por una máxima recurrente, “vuelva usted a empezar”, con lo que se perseguía la perfección a través de un largo proceso de búsqueda entre las posibles variantes del proyecto y su programa.





Viñeta de ‘Mies’

7. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

En este caso, sobre todo a través del acopio “compulsivo” de numerosa bibliografía que incluían recopilaciones de sus obras y datos sobre su biografía. En este sentido me vino de maravilla una biografía crítica sobre su persona, muy completa, de Franz Schulze y Edward Windhorst publicada por Editorial Reverté. Todos los textos que he consultado vienen recogidos al final de mi Mies.

Y, por supuesto, muchas, muchísimas imágenes extraídas desde internet.

Pese a esto, a toda la documentación textual y gráfica, sé que he metido la pata porque ya me han comentado una cosa que se me coló. Al menos tengo la escusa de que ese error no se refiere a la obra de Mies. Es lo malo de tener lectores con mucha cultura arquitectónica.





Viñeta de ‘Mies’

8. Al documentarte, ¿cómo crees que ha influido Mies en tu cómic? ¿Tanto visualmente como espiritualmente? ¿Es imaginación mía o has cambiado la forma de maquetar las páginas cuando representas sus obras?

Se hace referencia en el cómic al gusto que tenía Mies por la filosofía y se define como estoico en su forma de afrontar los vaivenes de la vida. No puedo decir que comparta su afición por la filosofía, pero sí muchos de los aspectos de su forma de ser y ver las cosas. Yo creo que también soy bastante estoico y amante de la libertad personal asociada a la libertad creativa, aún a costa de que puede acarrear soledad personal (y es el precio a pagar por ser un poco arisco).

En cuanto a la forma de gestionar la maquetación y el estilo, tenía que dar en las dobles páginas –que hay muchas- esa sensación de recuerdo más o menos difuso. Por eso prescindo de las viñetas propiamente dichas para optar por escenas muy abiertas, en las que los bocadillos de los diálogos o las formas de los edificios que sirven de fondo delimitan la sucesión de escenas. Y, como otras veces, insisto en la práctica de solapar y sacar del plano de cuadro las figuras de los personajes o los objetos con el fin de dar más sensación de dinamismo y profundidad espacial.





Viñeta de ‘Mies’

9. ¿Hay un juego con tu anterior cómic y con cierto señor Flynn?

Cierto es que la visita de Mies en Cuba, motivada por el encargo que recibió de la firma Bacardi para proyectar su sede en Santiago, me daba la oportunidad de que cruzase su camino con el del actor Errol Flynn y su fotógrafo Frank Spellman. Recordará el lector que siga mis títulos que estos dos personajes, uno real y otro ficticio, son los protagonistas de mi anterior cómic con Grafito Editorial, Arde Cuba.

Y este juego se repite en Arde Cuba con otro par de protagonistas del título anterior, el matrimonio Dunne de Cazador de Sonrisas, que hacen una escapada turística por la isla caribeña a finales de 1958.

Es un recurso, este de los cameos de personajes en mis diferentes títulos, que el lector cómplice suele agradecer porque otorgan continuidad y una segunda vida a los protagonistas.





Viñeta de ‘Mies’

10. ¿Qué proyectos tienes? ¿Seguirás con personajes históricos?

Ahora mismo, con Grafito Editorial, estamos barajando diferentes posibilidades para un próximo título. Sin duda volverá a ser un cómic con personajes ficticios que compartirán protagonismo con otros históricos.

Pero que nadie piense que voy a volver al tema “arquitectos” por ahora. Si lo hiciese me encasillaría. En un futuro puede que sí, pero desde otra perspectiva.





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