Entrevista con el artista barcelonés april the cruelest
april the cruelest (así en minúsculas) viene a afirmar el hecho de que la novedad está en lo experimental. Lo demuestra en cada una de las canciones de “hard bop (or how i started hating myself)” (Autoeditado, 22).
Más allá de ser un género con límites (afortunadamente) difusos, la apertura que propone el enfoque que prescinde de lo estereotipado genera espacios artísticos que dan algo más que lo que simplemente se percibe. En este caso un puñado de piezas que son las que componen “hard bop (or how i started hating myself)”, el debut del proyecto de ese particular artista que es Fernando Rodríguez. Y lo que Rodríguez ofrece es una pieza de múltiples capas y lecturas, un viaje emocional violentamente críptico y real. Todo un universo de convivencias estilísticas y estados de ánimo dispares que intentamos analizar en esta interesante charla.
¿Qué es april the cruelest? ¿Un proyecto personal? ¿Un canal catártico? ¿Un acto de justicia? ¿Una locura?
april es, ante todo, una máscara, un esperpento en el sentido más etimológico del término. De catarsis y expiación hay mucho en estos temas, pero principalmente es una forma de expresar mis fetiches artísticos de la forma más estridente que se me ocurre, todo ello utilizando mis vivencias personales y fundiéndolas en collages crípticos y, he de admitir, un tanto ariscos en ocasiones.
¿Por qué el título del disco, “hard bop (or how i started hating myself)”?
El título, así como el álbum, pretende recoger el espíritu de una época mediante un prisma vanguardista: del periodo de entreguerras al inicio de la Guerra Fría, todo atravesado por su banda sonora y sus protagonistas –el jazz y sus músicos. La referencia principal en este nombre vino de “Dr. Strangelove Or: How I Learned To Stop Worrying And Love The Bomb”. Fuera de su sátira política, la pose retorcida y teatral del personaje de Peter Sellers me pareció adecuada para sentar el mood de una trama que gira alrededor del martirio de los músicos racializados, que son utilizados como elemento simbólico para hablar de mi vivencia íntima con la autolaceración emocional que me he infligido a mí mismo durante años.
En este punto, quiero aclarar que fuera de hacer una apropiación de ese sufrimiento trato de visibilizar el doble eje de sufrimiento en dichas vivencias: el racial (e inherentemente el de clase) y el mental, y mi apoyo a los colectivos racializados va por delante de absolutamente todo. En cualquier caso, el centro de “hard bop (or how i started hating myself)” no es ni pretende ser una obra de denuncia política. Es más bien un ejercicio artístico y un acto de liberación emocional.
El disco evoca muchísimos escenarios sonoros y líricos, ¿tuviste la intención de crear una obra ecléctica o simplemente esta música es lo que arrojó el enfrentarse a la hoja en blanco?
Creo que en general es un resumen de la estridencia que atraviesa mi mente. Disfruto con las disonancias conceptuales, me encanta ver dónde están los puntos de fricción y trato de generar universos a partir de eso. ¿Qué tiene que ver el post-metal con Le Corbusier, C. Tangana o Tommy Dorsey? Trato de responder a todo ello mediante la intuición y lo no necesariamente explícito. Me entusiasma la poética de la obra abierta, y me gustaría pensar que al público general le puede seducir parte de esa conexión de conceptos.
«¿Qué tiene que ver el post-metal con Le Corbusier, C. Tangana o Tommy Dorsey? Trato de responder a todo ello mediante la intuición y lo no necesariamente explícito. Me entusiasma la poética de la obra abierta, y me gustaría pensar que al público general le puede seducir parte de esa conexión de conceptos»
¿Cómo suelen nacer las ideas que terminan en tus composiciones? ¿Hay algún proceso de escritura sistemático?
Creo que la premisa de cualquiera de mis ideas es la de buscar una asociación arbitraria. De alguna manera es como el juego de las dos palabras: si digo «brutalismo» y «trip-hop», tu mente tratará de rellenar esos huecos con historias, sensaciones y recuerdos. Dentro de todo ese nuevo universo que se genera, aprovecho para integrar guiños a ideas que pueden nacer de cualquier lugar, del cine a los videojuegos pasando por literatura, un anuncio o una conversación aparentemente trivial con alguna amistad. En su conjunto, cada pieza genera un collage que, asimismo, genera una historia de microhistorias. Llegar al fondo de todos esos guiños revelaría el significado profundo de la obra, pero no tiendo a dar la solución del acertijo a la primera de cambio.
Las variadas estéticas de las músicas, ¿son una elección desde la misma cuestión estética o desde algo más profundo como por ejemplo la filosofía de la obra o el pulso de las intenciones que se quieren plasmar en las canciones?
En general las elecciones estéticas responden a una situación del oyente en un determinado entorno, en un clima, y en ocasiones esas elecciones sirven para reforzar contrapuntos muy extremos. En “HELIX”, por ejemplo, conviven en una misma sección una sección de r&b deudora del IDM con un spoken sobre botánica y adaptabilidad del reino vegetal. El cómo una idea conecta con la otra es lo que genera los espacios de interés para que el oyente pueda introducir sus propias interpretaciones, cosa que celebro y acojo con gozo.
Por la forma en que están tratados los estilos, tengo la sensación de que eres el tipo de persona a la que no le seducen las etiquetas. ¿Cómo es tu relación con tus influencias musicales? ¿Las consideras por separado o eres de pensar que existen dos tipos de música, la mala y la buena?
Más bien al contrario [risas]. Me entusiasman las etiquetas. Los tópicos artísticos o musicales son maravillosos por lo naif de su autorreferencialidad. Su hermetismo y la autoconvicción de su existencia hace que sea muy fácil abrir brechas en las expectativas de escucha. Cojamos “Tercer Cielo” de Rocío Márquez y Bronquio, por ejemplo: el flamenco ha estado durante tanto tiempo encorsetado por el pensamiento retrógrado de los musicólogos andalucistas que, fuera de la rica composición de la obra en sí, era obvio que podía generar controversia o interés. Creo que, de alguna forma, mi disco es parecido. Exploto tópicos de forma constante mediante guiños intencionales y trato de que la recontextualización haga su propia magia. Ahí tendríamos por ejemplo a Cándido [Gálvez, Viva Belgrado] sobre una base de reggaeton metalizado en “ARCHITECTURE OF DOOM”. El chiste se cuenta solo. La única música mala es la que muere en sus propios referentes.
El disco tributa a las víctimas de la desigualdad racial y/o de clases. Hace hincapié en la historia del jazz y como se relaciona con estas cuestiones sociales. Sin ir tan lejos en el tiempo, ¿cómo crees que esa relación tóxica de poder, clase social y cultura/arte sucede o se puede ver hoy en día?
Una buena respuesta a ello creo que es precisamente el disco gemelo de «hard bop (or how i started hating myself)»: «The Dark, The Violence» de The Slaughter Daughter, quien también participa en “ARCHITECTURE OF DOOM”, se gestó al mismo tiempo que mi álbum en The Bass Valley Studios (Barcelona) de la mano prodigiosa de Samuel Escudero, y muchas de sus profundas reflexiones políticas y emocionales penetraron en el núcleo de este álbum. Creo que las lecturas interseccionales son clave para entender el alcance de las opresiones, y algo que aprendí justamente gracias a Celia Bernal fue el hecho de comprender que, a través de desentrañar cada uno de esos ejes, puedes comprender cómo el sistema termina por convertirte en tu propio verdugo.
Todo esto lo digo, de nuevo, con el halo de ironía obvia: he tenido la suerte de poder grabar este disco en unos estudios maravillosos que desafortunadamente no están al alcance de un chaval de un barrio de clase obrera como Bellvitge que esté empezando a hacer bases con FL Studio. Y subo la apuesta: soy un hombre cis y blanco. Los privilegios saltan a la vista y creo que lo que uno puede hacer desde su frente es tomar conciencia de ellos y remar en una dirección en la que se pueda sumar más que joder al prójimo. En cualquier caso, mi compromiso político en mi propuesta particular es tímido y circunstancial, aunque mi compromiso como Fernando –no como april– pueda ser otro. De todas formas, y respondiendo a la pregunta, sólo hay que echar una mirada de soslayo a los festivales de estos últimos meses para ver dónde se genera esa toxicidad de la que me hablas.
«Lo que me gusta de estos imaginarios es la autoimportancia de los mismos, su épica y su pretendida dignidad, que a fin de cuentas no son más que máscaras que escondían pulsiones y profundas represiones»
Entiendo que para transmitir algo en lenguaje universal, muchas veces haya que referir a historias que sucedieron en Estados Unidos o Inglaterra (porque ya sabemos que el sistema de medios imperante en el mundo es “Made In Ellos”). ¿Qué te lleva a inspirarte en una historia que sucede en otro tiempo y otra dimensión muy distinta de la tuya?
Lo que me gusta de estos imaginarios es la autoimportancia de los mismos, su épica y su pretendida dignidad, que a fin de cuentas no son más que máscaras que escondían pulsiones y profundas represiones. Introducir imaginarios queer o estéticas más salvajes, como la del digital hardcore o el noise, genera hermosas y truculentas transfiguraciones. Una lectura contemporánea de estos referentes da el juego suficiente como para expandir, resignificar y reimaginar qué hemos entendido como tótem hasta el momento. Por otro lado, tengo un enorme fetiche con las vanguardias del siglo XX y sus juegos formales y simbólicos, y me parecen terrenos sumamente fértiles para sembrar nuevas perspectivas sonoras y conceptuales, aún a día de hoy. En cualquier caso no descarto otras estéticas para futuras obras.
¿Cómo te imaginas el futuro de este proyecto?
El futuro inmediato traerá una propuesta de directo que estoy desarrollando actualmente con The Slaughter Daughter, Rachel Demetz –directora artística de “hard bop”– y Lys Morke y Jaime Díaz Otero, ex-miembros de Obsidian Kingdom. Todes elles me están ayudando a bajar al mundo real la neurosis sonora de estos veintiocho minutos de música y, desde aquí, aprovecho para darles las gracias por su dedicación y cariño. Paralelamente, llevo una buena temporada trabajando en diversos bocetos para un segundo trabajo, y además estoy en plena producción de un single junto a mi buen amigo Aitor Castella (The Noyrd). Por lo demás, lancemos los dados y dejemos que la vida revele sus propios símbolos.