Emilio Tuñón. Premio Nacional de Arquitectura 2022
Emilio Tuñón. Magisterio, diálogo, elementalidad y abstracción
Junto con Luis Moreno Mansillo, Emilio Tuñón ha erigido un buen número de obras memorables, pero también cabría señalar la importancia de los numerosos años consumidos al servicio de los proyectos de Rafael Moneo. Junto a él, estableció un diálogo con Madrid, colaboró en la estación de Atocha, en el Thyssen y —ya en solitario— construyó la Biblioteca Joaquín Leguina, al sur de la capital. Del mismo modo, se debería aludir a su inestimable magisterio en la ETSAM Madrid y a su pertenencia dentro de una excepcional generación de arquitectos, empeñada en la renovación de esa academia local a través del aprecio simultáneo por lenguajes de fuerte abstracción y elementalidad.
Su producción es escurridiza e inaprensible, como si los verdaderos procesos de la oficina quedaran velados por una imagen pública sólidamente elaborada. De ella resulta una arquitectura de una materialidad parca pero exquisita, con un cierto afán de contemporaneidad moderada y distante. Algo que aparece en la pequeña caja del Museo de Zamora o en el Museo de Bellas Artes de Castellón, en ese despliegue de vacíos que al final es capaz de instaurar un orden externo inesperado. Aunque sobre todo en el MUSAC de León, quizás uno de sus trabajos más logrados: la planta del inmueble es un encuentro realmente genial entre esa condición que hace posible, al mismo tiempo, el estatismo de la arquitectura y esa sensación de que está inquieta y se mueve.
Premio Nacional de Arquitectura 2022
Hay quienes apuntan a que la suya se trata de una arquitectura que discurre por los acuerdos y desacuerdos entre las cosas y las ideas, pero también entre los pactos invisibles entre propuesta y propuesta. El planteamiento para el Museo de Cantabria constata acuerdos con el MUSAC de León, y el MUSAC, a su vez, posee acuerdos con el Museo de Zamora, pero este también vuelve a instaurar acuerdos y desacuerdos con la Fundación Barrié en Vigo, las Casas Gemelas en Tarifa o la Cúpula de la Energía en Soria. El recorrido se extiende hasta llegar al Museo de Colecciones Reales, un diseño certero en acabar de definir la cornisa áulica de Madrid: tiene la capacidad de ser un edificio rematado con una contención y un pragmatismo compatible con una exquisita sensibilidad. El perfil de la ciudad.
Del mismo modo, tras la pérdida de Luis Moreno Mansilla, su trabajo en solitario no se va a la zaga: su última Casa de Piedra o el Museo Helga de Alvear en Cáceres son buenas muestras de ello. Allí recurre a cosas tan sencillas como a unos zigurats blanquibarrados o a unos densos muros que abrigan espacios generosamente dimensionados en una construcción comprensible para todo el mundo. De lo doméstico a lo monumental, este premio distingue una inteligencia de la que es difícil sustraerse, algo que le sobra a la arquitectura de Emilio.
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