¿Qué sube y qué baja en 2023? 5 interioristas españoles nos anuncian las tendencias que vienen (y las que se van)
Hemos preguntado a cinco de los mejores estudios de interiorismo de nuestro país para saber qué sube en el nuevo año y también lo que está llamado a perderse, a desplomarse desde el altar desde el que un día reinó. Al loro, no es oro todo lo que reluce… Nosotros nos hemos llevado alguna sorpresa, de esas que solo pueden prever los ojos expertos, los profesionales acostumbrados a observar con lupa lo que está por llegar. ¿Sus nombres? Plantea, Casa Josephine, Plutarco, Isabel López Vilalta y Andrea Arqués. Ellos son los oráculos a los que hemos recurrido para saber qué sube y qué baja en el nuevo año. Cambiamos de número, pasamos del par 22 al impar 23 y, ha llegado el momento de que se note. He aquí, no el futuro, sino el presente déco. Apunta lo que te conviene conservar y lo que no.
¿Qué sube?
- Siguiendo la filosofía japonesa Wabi Sabi, el estudio madrileño se decanta por las cosas que cambian con el tiempo y que, por afinidad, sentimos como cercanas. “Nada es estable, todo es pasajero y todo tiene algún grado de error”, argumentan.
- Lo que está hecho con las manos.
- Ordenar los espacios desde la forma regular, la geometría y el ritmo. “Es decir, escuchar y observar cómo hablan para integrar los diferentes elementos”.
- Contar con aplicaciones artísticas en los materiales, la luz… integradas en la arquitectura como un elemento inseparable de esta.
¿Qué baja?
- “Lo que no exige cuidado, lo blando, la ‘arquitectura chándal”, citan. La comodidad por la comodidad, vamos.
- Lo funcional, lo ajustado a algo concreto. Las zonas con formas resultado de un uso especifico.
- Lo innecesario, el exceso, el interiorismo histriónico.
¿Qué sube?
- La mezcla de mármoles. El mix de texturas y materialidades dentro de un proyecto enriquece sus cualidades, incluso dentro de una misma cocina o en el mobiliario. ¿Por qué una mesa no puede tener tres mármoles diferentes? Eso sí, con una gama cromática controlada.
- Las pinturas con alto brillo. En un techo, por ejemplo, duplican el espacio. Esto ya se hacía en el movimiento moderno, Aalto y Le Corbusier fueron grandes defensores. En resumen, se acabó el mate y el ultra-mate, que son mucho más sucios y poco sufridos.
- Cada vez vemos más los metales al natural, sin estar lacados. Ayudan a incorporar una materialidad más a los proyectos y, por ende, riqueza visual. El reto está en conseguir mezclar el pulido y el cepillado. “El más ecológico de los metales, el aluminio, es una apuesta segura”.
¿Qué baja?
- Espacios monocolor. Han sido una tendencia muy fuerte y se ha quemado. Coordinar la tela con la pintura, con el mobiliario y los alicatados es algo que empezó Crosby Studio, pero que ya ni ellos lo utilizan.
- Lo vernáculo. Era algo que llevaba demasiado tiempo entre nosotros y un cajón de sastre donde todo valía.
- Hay conceptos que están mejor separados. El estilo Campo en la Ciudad es uno de ellos. Las casas de campo tienen ese encanto natural del paso del tiempo. ¿Una pared que no está recta y tiene mil capas de pintura encima? Es imposible de imitar.