Los cautivadores de masas –
Esta es la historia de cómo una inquieta pareja afincada en California cautivó a una generación con su creatividad. Charles y Ray Eames eran admiradores del modernismo europeo que trajo un concepto totalmente renovado del diseño, pero le añadieron un elemento de color e irreverencia que faltaba en las propuestas de sus homónimos europeos.
Charles era una arquitecto de formación aunque nunca terminó la carrera. Ray era pintora. Pero sabían muy bien que su cometido era otro.
“No somos artistas, solucionamos problemas”, solían decir los Eames. El cómo solucionar ese problema era una pregunta que no les inquietaba jamás. Durante sus más de 40 años de carrera mostraron una versatilidad pasmosa. Eran capaces de construir un pabellón para IBM a la vez que creaban un corto para vender las bondades del sistema americano al público soviético (dicen que Khruschev acabó con lagrimas en los ojos tras verlo). Diseñaron exposiciones, produjeron dibujos animados para explicar cómo funcionaba la computación, se construyeron una casa considerada hoy una joya arquitectónica y, por supuesto, diseñaron decenas de sillas que fueron un éxito de masas.
Jason Cohn y Bill Jersey han unido este legado con su faceta personal, mucho menos conocida, en Charles & Ray Eames: The Architect and the Painter, un documental que se presentó anoche en Madrid en un evento organizado por Vostok Studio. El estreno en España está aún por decidir.
A Charles y Ray Eames no les interesaba el lujo. Querían llevar un concepto irreverente y juguetón del diseño a todo el mundo. Tan importante era este aspecto de su trabajo que en los últimos años de vida de Ray aceptó a duras penas una subasta de algunas de sus piezas. “La tuvieron que convencer. Vender estos productos como algo vintage y de lujo le parecía grotesco”, explica Cohn.
El retrato muestra las complejidades de la vida en común de esta pareja creativa. Las infidelidades de Charles, la lucha de Ray por hacerse reconocer en un mundo dominado por hombres, pero también detalles más personales que demuestran su gran sentido del humor. Uno de los entrevistados recuerda que durante una cena en su casa sacaron de postre varios ramos de flores. “Es un postre visual”, anunciaron a sus invitados.
En el documental se pueden reconocer muchas cosas. Procesos de diseño y formas de afrontar la creación que hoy se venden como modernos pero que los Eames estaban practicando hace más de 50 años.
Entrevista con Jason Cohn
¿Cómo ha cambiado tu percepción sobre los Eames tras realizar el documental?
Soy periodista de formación. Antes de empezar a hacer cualquier cosa, investigo mucho y en este caso leí todo lo que había que leer sobre sus logros y su forma de innovar. Lo que más me sorprendió de entrevistar a la gente que los conocía bien era otra cosa. Me llamó la atención su excentricidad, cómo hablaban, interactuaban y vivían. Caímos rendidos ante sus encantos.
Habéis evitado entrar en el juego de entrevistar a un elenco de famosos repartiendo alabanzas. ¿Por qué?
Eramos muy conscientes de esa fórmula y nos parecía aburrida. Sentimos que el trabajo de Eames habla por sí mismo. Que mucha gente esté diciendo que esta silla era la más importante es irrelevante. Puedes encontrar gente que dirá eso de cualquier cosa. No es convincente.
El legado de los Eames es bien conocido en el mundo de la creatividad. Vosotros, en cambio, habéis querido mostrar el lado más personal de esta pareja…
A pesar de su imagen pública, eran gente muy privada. No dejaban entrar incluso a los más cercanos. No es fácil interesar a la gente sobre la vida personal de unos diseñadores de muebles pero nos arriesgamos poniendo mucho énfasis sobre esta faceta. No significa que no hablemos del resto de aspectos. Era cuestión de buscar un equilibrio.
Muchos dicen que los Eames llevaron una visión estrafalaria e irreverente a las masas. ¿Cómo se refleja esta forma de abordar las cosas en su personalidad?
En lo que es diseño puro y duro, Europa estaba por delante. Charles y Ray eran conscientes de ello. Pero trajeron un elemento a la mesa que no existía en el modernismo del viejo continente. Introdujeron cualidades irreverentes y juguetonas a sus creaciones. Estaban convencidos de que el deleite y la funcionalidad podían ir de la mano. ¿Por qué no lanzar unas sillas disponibles en 30 colores distintos? ¿Por qué no comprar una silla moderna para tus niños? Esta visión llegó en el momento adecuado en el periodo de la posguerra cuando la gente empezaba a estar más abierta a ello.
Quizá puede costar a los jóvenes actuales entender lo encorsetado que era el establishment entonces y lo que significó introducir esta mentalidad creativa e irreverente a los negocios…
Su gran innovación fue esa. Añadir cualidades vivas a conceptos sobrios pero también hicieron un gran favor a los arquitectos y diseñadores de la época. Demostraron que no había que limitarse a hacer edificios o diseñar sillas. Podías aplicar esas nociones a procesos, comunicación y todo lo que yace allí fuera. Ellos dieron permiso a muchos arquitectos a pensar que podían hacer cualquier cosa.
¿De dónde viene su falta de respeto hacia el concepto tradicional del oficio?
Los dos estuvieron en Cranbrook Art Academy. Aquí Charles trabajó con el arquitecto finés Eero Saarinen. En esta escuela promulgaban una filosofía que ignoraba por completo la obsesión por tener un oficio determinado. Promovían un pensamiento que decía que había que probar cosas distintas. Una de las frases más famosas de Eames es que todo está conectado. En un mundo donde todas las personas te intentaban meter en una categoría, los Eames no creían en crear barreras.
¿También habláis sobre su valor como educadores?
Su estudio era una universidad. Les encantaba tener gente joven que no venían de escuelas de diseño con reputación y talento en bruto que podían moldear. Aquellos que tuvieron la suerte de pasar 5 años allí, salían con una formación increíble. Muchos posteriormente ganaron Oscars y se convirtieron en los diseñadores gráficos más importantes del país. Esto no se limitaba a su estudio. Gran parte de su trabajo como comunicadores consistía en educar. Buscaban nuevas formas de transmitir información y conocimiento a las masas. Cuando fueron contratados por IBM para hacer relaciones públicas para ellos, aprovecharon para educar al gran público. Tenían claro que no iban a vender algo que IBM no es. Decidieron usar la plataforma para enseñar al mayor número de personas posible lo que significa la informática. Eran los años 50 y 60. Mucha gente desconfiaba todavía de estas máquinas, que todavía no estaban en los hogares.
¿Cómo convencían a compañías como IBM a apostar por algo tan poco convencional?
Es lo que pregunté a todo el mundo. Estaban en la costa oeste haciendo su rollo californiano y los trajeados en la costa este compraban sus ideas sin rechistar. Por alguna razón vieron en Charles Eames una persona que podía comunicarse con una audiencia de masas. Alguien lo describió como un Rasputín que los cautivó. Si ves cómo comunica en la cámara, no parece una persona muy fluida o persuasiva pero creo que su inteligencia salía a la luz cuando hablaba con esta gente. Todo el mundo dice que era muy carismático pero no un carisma típico. Sus clientes básicamente le dieron un cheque en blanco para hacer lo que quisiera.
También dedicas una parte del documental a hablar sobre Ray y las frustraciones que sentía al no recibir el crédito que merecía por el éxito del estudio…
El feminismo tardó en revaluar el diseño y no fue hasta los años 80 cuando los catedráticos empezaron a preguntarse sobre la importancia de las mujeres que trabajaron de cerca con las grandes firmas masculinas. Ray es uno de los mejores ejemplos. Tenía una influencia enorme sobre el trabajo que ocurría en la oficina. Ella aportaba la composición y el color. Durante un tiempo era la oficina de Charles Eames, pero era lo que se esperaba en la época. Cuando el MOMA sacó una exposición en honor a Charles, no les interesaba Ray Eames.
Tener acceso a material tan variopinto y de esta calidad visual debe ser una gran oportunidad para un cineasta.
Nos entraron unas enormes ganas de llorar cuando terminó el proyecto. Normalmente cuando haces un documental histórico tienes que sacar mucho de un material reducido. Nosotros tuvimos el problema opuesto. Quisimos meter la mayor cantidad de imágenes posibles para mostrar lo prolíficos que eran. No creo que vuelva a tener una oportunidad de este tipo desde el punto de vista visual y estético.
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Fotos: Eames Office