A veces lo estético nos hace perder el sentido de la funcionalidad. Las cubiertas planas de los edificios volumétricamente puros pueden ser muy bellos. No obstante, para un país que se enfrenta al Atlántico y que debe tener la vista puesta en el grisáceo cielo esperando la lluvia, los tejados tradicionales pueden ofrecerle una mejor protección frente al clima, y eso es igual de hermoso.
Casa NaMora se ubica en una colina portuguesa al pie de la Sierra de Estrella, en un auténtico refugio natural. Este proyecto residencial de Filipe Pina + David Bilo toma como punto de partida una construcción preexistente de granito del siglo XX. A simple vista, la vivienda parece imitar los contornos que cualquier niño dibujaría, y es que quizá esa silueta arquetípica nos transmita una mayor sensación de hogar o de protección.
Filipe Pina + David Bilo rehabilitan un lenguaje análogo
Rehabilitar puede entenderse como un mecanismo complejo, capas que se van recubriendo una encima de la otra, hasta conformar una amalgama donde el espíritu de cada parte se pierda en una mezcla gris sin identidad, en un palimpsesto ilegible. En la casa NaMora, los arquitectos han preferido no conectar lo antiguo y lo nuevo, sino partir del sutil gesto de separase de lo original como si no pudieran encontrase entre sí las distintas épocas. De hecho, la materialidad acentúa las diferencias entre la construcción reciente —en hormigón— y el antiguo edificio—en piedra—.
Esta aparente discontinuidad se fragmenta mediante formas análogas, que dibujan los tejados a dos aguas y que dialogan por medio de la geometría. En el interior, el uso de componentes simples y neutros permite también diluir los límites del conjunto a través de una atmosfera común.
Casa NaMora. Una reinterpretación contemporánea
Hoy en día la tecnología ayuda a concretizar cualquier idea, pero la libertad también requiere —o debería— un ejercicio de perspectiva que no haga perder el sentido del proyecto. Filipe Pina + David Bilo han reinterpretado y modernizado la cubierta clásica, eliminando los aleros y generando un cuerpo más limpio y puro, manteniendo la buena utilidad de los faldones inclinados, para los que ha empleado una cobertura de hormigón, que es donde reside la innovación. Porque no se trata de inventar el fuego cada año, sino de establecer pequeñas variaciones y mejoras de los conocimientos tradicionales, adaptándolos a los nuevos materiales. Esa es la historia de la humanidad.