Al oído de Otty Patiño
Conocí a Otty Patiño en la Constituyente de 1991. Álvaro Gómez presidía la Asamblea con Antonio Navarro y Horacio Serpa. Su secuestro por parte del M-19 había precedido la Constituyente. Le escuché decir a Gómez que, durante su cautiverio había tenido contacto con Otty Patiño. Era inevitable que se cruzaran y se evitaran en los pasillos del recinto.
Mi espíritu periodístico me llevó a preguntarle a Gómez si le incomodaría que yo entrevistara a Otty Patiño sobre su secuestro, en su noticiero 24 Horas. Me respondió algo así como «entrevístelo, pero yo no la veré». Inmediatamente busqué al Constituyente.
Durante la conversación, un Otty Patiño sereno y directo rememoró el encuentro con Gómez Hurtado durante su cautiverio. «Entré con el rostro descubierto y le informé sobre su pronta liberación. Conversamos de varios temas, entre ellos me habló de la violación a sus derechos humanos y también del arquitecto Le Corbusier en Bogotá». Recuerdo, como si fuera hoy, que me dijo: «Me inspira mucho respeto el que Álvaro Gómez, a pesar de estar en la otra orilla ideológica, esté hoy sentado con nosotros haciendo la nueva Constitución de Colombia».
El epílogo me lo contó Antonio Navarro. Dos o tres días después de la entrevista, Gómez le dijo a Navarro, mientras presidían la sesión: «Antonio, ¿no crees que ya es hora de nombrar a Otty Patiño en una Comisión?».
Los otros detalles de esa historia los conocí 31 años después, hace un par de meses. Invité a Otty Patiño a mi casa para una conferencia virtual y para que le contara a mi hijo esta historia y otras intimidades del M-19. Supimos que, después de la entrevista de televisión, cuando se encontraban en los pasillos de la Constituyente, Gómez lo miraba directamente a los ojos y le sonreía con picardía, como diciendo «no me he olvidado de quién es usted».
Cuento esta historia porque me impactó mucho conocer el final. Le pregunté a Otty que experimentó con la muerte de Álvaro Gómez. Me respondió: «no lo podía creer. Creí que iba a tener tiempo para pedirle perdón por su secuestro».
Aún está a tiempo de ayudar a sanar las heridas abiertas de las víctimas en Colombia. Tiene una oportunidad de oro, presidiendo la mesa de negociaciones con el Eln, para evitar que nuevamente un grupo armado ilegal instrumentalice y manipule a sus víctimas, para legitimar una negociación.
Si a las víctimas de las Farc las desconocieron y burlaron sus derechos, mimetizándolas tras las víctimas de otros actores armados, no permita usted que el Eln se lave las manos, responsabilizando a la sociedad para evadir su propia responsabilidad.
El perdón sana a quien lo otorga y libera a quien infringió el daño. Las víctimas deben ser interlocutores con plenos derechos en la mesa de negociación. Sólo el restablecimiento de la dignidad arrebatada le da legitimidad al proceso.