Barcelona se corona como capital de la arquitectura con madera

Barcelona se corona como capital de la arquitectura con madera


“Si hay ahora mismo una referencia a nivel nacional es Barcelona. Aquí y en el área metropolitana se están llevando a cabo muchas iniciativas y levantando los edificios pioneros más importantes. Por el impacto y el volumen, Barcelona lidera, pero luego hay brotes verdes importantes como Lugo y Cuenca”. La afirmación no hace referencia a la arquitectura y al urbanismo en el sentido tradicional de la palabra, de los que la ciudad fue punta de lanza durante muchos años y la envidia de medio planeta para luego perder fuelle a finales del siglo XX y principios del siglo XXI. No, la frase tiene como protagonista a la construcción en madera. Vamos, al futuro. Un cambio de paradigma se antoja obligado para la supervivencia: hay que descarbonizar la arquitectura y ello implica prescindir del hormigón y el acero. La madera lo permite. Y la madera está aquí. 

Quien hace la afirmación es Daniel Ibáñez, director del Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya (IAAC) y coautor de la intervención ‘Mass is more’ que desde este martes luce el pabellón Miés van der Rohe. Ibáñez y sus socios en el proyecto, Bauhaus Earth, se han atrevido a desafiar al padre de la modernidad arquitectónica con una acción que mantiene su lenguaje pero cambia radicalmente la materialidad del pabellón que Alemania levantó para la Exposición Internacional de 1929. Si Mies van der Rohe utilizó hormigón, acero, mármol y cristal, ellos han usado madera. La idea es demostrar las capacidades de este material para construir edificios más sostenibles y con un impacto ambiental mucho menor. 

Hormigón y acero

Ahí va un dato: dos de los problemas más graves del cambio climático son el acero y el hormigón, que son culpables del 10% de todas las emisiones de dióxido de carbono. Otro apunte: el 50% de todos los recursos que se extraen de la Tierra se dedican al hormigón y al acero. Y ahora la buena noticia: “Con la madera y las nuevas tecnologías se pueden crear edificios de tanta altura y dimensión como con el acero y hormigón, y con una huella de carbono muchísimo más baja”, apunta Marc Palahí, doctor en Ciencias Forestales y director del European Forest City (EFI). Este organismo intergubernamental conecta ciencia con acción política y su misión está focalizada en los bosques: cómo hacerlos más resilientes a la emergencia climática y cómo sacarles beneficio con la obtención de biomateriales que no los destruyan sino todo lo contrario, los reforesten. 

El organismo celebra el jueves, en el Museu del Disseny, un seminario científico sobre biociudades, que no significa otra cosa que trabajar en “cómo descarbonizar y adaptar las urbes al cambio climático a través de tres elementos clave: árboles, bosques urbanos y madera, los catalizadores del cambio de paradigma de las ciudades del siglo XXI”. Y la reunión se celebra en estos lares porque Barcelona es Ciudad Europea del Bosque 2022 por la inversión realizada en el tema en el área metropolitana y por las instituciones que acoge la ciudad o su zona de influencia –IAAC, Barcelona Global, Centre de Ciència i Tecnologia Forestal de Catalunya, entre otras- que lideran el uso de los biomateriales.

Sin olvidar los edificios de madera que salpican el territorio como la Biblioteca García Márquez (SUMA Arquitectura), las viviendas cooperativas La Borda (Lacol), las de protección oficial que Peris Toral Arquitectes levantaron en Cornellà y el que será el edificio más alto en madera del país y que Guallart Architects y de Daniel Ibañez están construyendo en Sant Martí. 

Construir un gran Lego

Lo dicho, si el siglo XIX fue el siglo del acero y el siglo XX fue el siglo del hormigón, el siglo XXI será́ el siglo de la madera, no solo por sus cualidades constructivas sino por ser el único material con externalidades potencialmente positivas. Por un lado, no solo no emite carbono sino que lo absorbe, de manera que los edificios de madera se convierten en almacenes de dióxido. Por otro, es limpia y permite la construcción rápida al ser industrializada: los bloques de madera llegan a las obras cortados y numerados listos para ser ensamblados. Es como construir un gran Lego. Y, además, permite la bioeconomía circular: el árbol crece, se tala (y se replanta), se lleva al aserradero, y se transforma en paneles para la construcción en la misma zona. 

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Habrá quien se pregunte si esto no provoca la deforestación: “Todo lo contrario, de hecho es una solución para la deforestación”, defiende Palahí. “El 90% de la deforestación se debe a la conversión de los bosques en zonas agrícolas y ganaderas, más rentables a corto plazo. Si se ponen en valor los bosques con una gestión sostenible que dé rédito económico, esta deforestación se frena. Europa es el mejor ejemplo: en los últimos 30 años la superficie forestal ha incrementado en un 10% y la biomasa en un 40% porque ha habido un sector económico que ha tirado de la demanda. De hecho, una gran demanda en los próximos años, generaría que los inversores empezarán a reforestar zonas degradadas de África, Suramérica y Asia, porque verían un potencial capital natural susceptible de transformar en capital económico”. El Gobierno de Gabón lo está haciendo y el resto de continente tendrá que hacerlo porque vive bajo la tormenta perfecta: explosión demográfica, mucho por urbanizar y gran afectación del cambio climático. 

Todo ello y más, lo cuenta la intervención ‘Mass is more’ del Pabellón Mies van der Rohe, donde se pueden ver cosas como la reinterpretación en madera del famoso muro de ónix granate y comparar la agresión al planeta que supuso la construcción de uno y la que ha supuesto la construcción del otro. Y se puede ver, además, el edificio desde un punto normalmente inaccesible: la cubierta.  



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