Beasts Series. Sam Chermayeff en Side Gallery Barcelona
Sam Chermayeff es como el Victor Frankenstein de nuestra época. Este arquitecto y diseñador con sede en Berlín da vida a muebles en los que zurce otras funciones además de las ya esperadas. Sus criaturas estéticas fusionan nuevos usos en sus contornos hasta el punto de replantear aquellos que ya llevan impuestos por naturaleza. No extraña que, irónicamente, su colección presentada en la pasada edición del Fuori Salone —y unos meses antes en la barcelonesa Side Gallery— fuese bautizada como Beasts; aunque en lugar de hacer hincapié en una fealdad monstruosa, optó por la visión apacible y lúdica del minimalismo metálico.
Estas bestias no son un ejercicio aleatorio, sino el resultado de 20 años de experimentaciones en su propio laboratorio berlinés. Bisturí en mano, Sam Chermayeff acostumbra a diseccionar objetos reconocibles de nuestra cotidianeidad e infundirles una utilidad alternativa. Hablamos de una escenografía llena de mutaciones: sillas que son también escritorios y, en otros casos, la base que sostiene una sombrilla; armarios que guardan pertenencias y, al mismo tiempo, nos permiten maquillarnos o cambiar de zapatos; sofás que propician la interacción colocándonos frente al interlocutor o mesas que albergan sus propias lámparas para alumbrarnos.
Ante un paisaje como este, es normal que la realidad conocida se bifurque y nuestra relación con las piezas domésticas se vea alterada, engendrando otros vínculos hasta el momento inexistentes. A partir de las interacciones que plantea Chermayeff, es posible reescribir el principal propósito de un mueble y la motivación intrínseca que lo define. ¿La forma sigue a la función? Mejor: la forma rehace la función.
Construidos con acero galvanizado y papel brillante espejado, su diseño práctico y sencillo se aleja de la abstracción que muchas veces domina al art design, pero mantiene activo el espíritu rebelde, el mismo con el que Bruno Munari insufló su Abitacolo. Igual que el doctor Frankenstein, Sam Chermayeff busca concebir nuevas quimeras. Solo que, en Beasts, todo sucede fuera de la literatura y sin ninguna cicatriz que lo delate. |