Casaculto, una casa para el culto y la oración: La capilla Ronchamp

Casaculto, una casa para el culto y la oración: La capilla Ronchamp


Por: George Latour Heinsen
Casaculto, una casa para el culto y la oración: La capilla Ronchamp de Le Corbusier. El célebre arquitecto americano Frank Lloyd Wright, comentaba con ironía: “un médico puede siempre sepultar sus errores, pero un arquitecto puede solo aconsejar a sus clientes de sembrar una cortina de plantas para cubrir sus errores”. En ese sentido cada diócesis debería dotarse de un vivero de plantas siempre listas para esconder los horrores de los arquitectos en la realización de nuevas iglesias. Recuerdo un religioso que con cierta brutalidad describía las nuevas iglesias como “garajes sagrados” donde se parqueaban tristemente Dios y los hombres.

El espacio místico es una de las exigencias fundamentales para el culto, como indica esa espléndida descripción que el “Primer Libro de los Reyes” del cual hace mención Salomón el día de la dedicación del Templo de Jerusalén (capitulo 8).
En el Templo, deberían entrelazarse la coordenada vertical del divino y del infinito con la coordenada horizontal del humano y del espacio terreno: no por nada el santuario de Israel era llamado en el hebraico bíblico “ohelmo’ ed” o sea la casa del encuentro de Dios y los hombres.

J.P. Eckermann atribuye a Goethe (el autor del Fausto) esta confesión: “he encontrado entre mis documentos una hoja en la cual defino la arquitectura música congelada” (frase que será repetida por Schopenhauer en su escrito “un mundo como voluntad y como representación).

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Esta idea de armonía petrificada fue demostrada materialmente por los arquitectos medievales que lograban ordenar la morfología de los capiteles según las notas de la partitura de algún himno litúrgico, se unían así espiritualidad y materia, culto y ambiente, palabra y piedra.

En la Capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp (Francia) terminada en 1954, Le Corbusier nos da una lección ejemplar, Ronchamp es un ejemplo de pureza en las líneas y en las formas, simple y enigmática, límpida y misteriosa. Como escribió Mogens Krustrup en un ensayo contenido en el libro “Le Corbusier: El programa litúrgico”, Ronchamp es similar a un “caracol encontrado en una playa desde el cual se puede escuchar el eco de las esferas celestes” Es una paradoja, una fortaleza, la torre de David y al mismo tiempo ligera como las velas de un velero, las velas de los cielos.

Le Corbusier, con Ronchamp busca un símbolo, similar a una escultura en el espacio, una escultura habitable modelada en base al tímpano humano, como inteligentemente descrito por Amedeo Perilli en el libro Acustica e Architettura (Marsilio 2001).

El escuchar es fundamental en la fe y en el culto. El templo debe ser sede reveladora de la presencia y diáfana de la palabra escuchada a la cual se responde con la presencia humana y la oración. Esta armonía debe estar siempre presente en el arquitecto al concebir las nuevas casas para el culto y para la oración.

–El Autor en RONCHAMP



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