Cerro Grande, un edificio de Caracas transformado en libro
Como leemos en el prólogo de José Balza, “estas páginas se refieren a un hogar y a su zona de Caracas, pero en ellas también es mostrada una ciudad dentro de la ciudad y el ágil retrato del país de ayer, de hoy”.
El lugar de la acción es Cerro Grande, “en el apartamento 12-33 de un modernísimo y único superbloque, diseñado por Guido Bermúdez, miembro del Taller del Banco Obrero conducido por Carlos Raúl Villanueva, e inspirado en la Unidad Habitacional de Marsella, según las ideas del arquitecto, pintor y escritor suizo-francés Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido por su seudónimo de Le Corbusier”.
Un símbolo de modernidad
Cerro Grande se comenzó a construir en 1952 y se convirtió en una especie de símbolo, con su peculiar cuarto piso abierto, elemento que aligera visualmente esa mole rectangular. El autor lo describe como “el primer superbloque que se construyó en Caracas, una joya de la arquitectura nacional que, además, por la cantidad de gente que lo habitaría, sería como vivir en un pueblo pero en vertical, con vecinos a los lados, arriba y abajo”.
Allí se mudó con su familia Leoncio Barrios, que nació en 1947 en Valera, ciudad de Los Andes venezolanos. Y a los vecinos de este inmueble dedicó su libro, que se erige como una conmovedora y a la vez muy visual crónica de la Caracas de mediados del siglo XX.
Los recuerdos cargan gran sensorialidad. Ahí están, como si viéramos las fotos en la mesa de la sala, “las matas de naranja, el olor a azahares, el crujir de conchas de guamas al pisarlas, los cocuyos que danzaban en la oscuridad como ojos fantasmales, los monos que saltaban de rama en rama al atardecer”. Estas memorias de su antigua casa en El Hatillo llevan a las de un edificio lleno de expectativas, donde lo cotidiano y la plaga de la dictadura llegan para aplacarlo todo, o casi todo.
El edificio es una especie de personaje, una colonia que alberga pequeñas historias y que mira a una ciudad crecer en el horizonte, el albor de una modernidad recibida con pompa y ansiedad. La multitud de tramas que puebla este edificio permite encontrar historias variopintas, y personajes inquietantes también, como una señora mayor “que siempre estaba vestida de negro porque le gustaba ir a velorios y así siempre estaba lista para salir ante cualquier noticia”. No faltaba en la fiesta de las quinceañeras el popular Conticinio, de Laudelino Mejías, y la mayoría de las mujeres casadas veía el programa de televisión La perfecta ama de casa, con Teresa Cifuentes. Además, “mucha gente quería tener una reina (de belleza) y un militar en la familia, o por lo menos entre las amistades. Aspiración que se ha mantenido por décadas”.
En sus narraciones Barrios logra transformar a Cerro Grande en una construcción humana, en una estructura que padece, ríe, reposa y baila, sobre todo baila con una banda sonora de lujo. Los equipos de audio reproducen, en discos de vinilo o acetato, a Billo’s y Los Melódicos, la Orquesta Aragón, Carlos Argentino, José Luis Rodríguez ‘El Puma’, Nelson Pinedo con la Sonora Matancera, Agustín Lara, Víctor Piñero y la orquesta Los Peniques, Celia Cruz, Benny Moré, Bobby Capó, Cherry Navarro, y otros.
El autor tiene una enorme sensibilidad para hablar del pasado sin que suene a blanco y negro. Al contrario, la familia y los vecinos van junto al lector en un presente extraño, que se deja espiar. Al mismo tiempo la historia del Barrios niño es de una belleza universal, leerla es pensar también, salvando distancias, en esos niños que crecieron en la Cuba de los años cincuenta y aún añoran el glamour y la elegancia que se perdieron en los sesenta.
Recuerda el autor que “por la avenida Francisco de Miranda, a la altura de Los Palos Grandes, estaba el parque de diversiones más grande y variado que ha tenido la ciudad: el Coney Island, como el de Nueva York, nos decía papá”.
Más sobre el autor
Leoncio Barrios (Valera, 1947). Psicólogo, docente y analista social. Tiene un doctorado por Columbia University, Nueva York. Autor de artículos, memorias, ensayos y cuentos para niños. Amante del cine y bailarín aficionado. Colabora regularmente con el medio Efecto Cocuyo.