¿Cómo se habita la Casa Curutchet de Le Corbusier?
¿Cómo se habita la Casa Curutchet de Le Corbusier?
«La Curutchet habitada» es el título de un libro de próxima aparición que registra una investigación desarrollada por el Departamento de Arquitectura Interior y Mobiliario del Instituto de Proyecto de FADU-Udelar, Uruguay, de la cual compartimos un pequeño avance publicado originalmente en la revista Summa+ 189 durante diciembre de 2021.
Para nuestra disciplina, con bastante frecuencia, el deleite de la experiencia arquitectónica se vincula en primera instancia con cualidades abstractas del espacio que prescinden muchas veces incluso hasta del programa arquitectónico. En este sentido, “La Curutchet”, antes que como una vivienda, suele ser apreciada como una experiencia fenomenológica – perceptiva, espacial y temporal – que roza la perfección.
Esta tendencia es además estimulada por algunas circunstancias particulares. La primera es que la casa estuvo habitada por la familia Curutchet durante un período de tiempo muy corto. Por lo tanto y en rigor, su reconocimiento real y efectivo como vivienda, como espacio doméstico, fue igualmente breve. La segunda radica en que las pocas imágenes conocidas de sus interiores equipados no han sido demasiado difundidas. La tercera responde a que desde que se encuentra abierta al público la obra ha estado casi siempre vacía. Vacía de casi todos los signos de la vida cotidiana. En su interior, no encontramos piezas de mobiliario, cortinas ni objetos, tan solo la presencia ineludible de algunos equipamientos fijos como aparatos sanitarios, mesadas de cocina y espacios de almacenamiento, integrados a la envolvente arquitectónica.
En 2009, el estreno de El hombre de al lado de Cohn y Duprat brindó a los arquitectos un amable recordatorio, o quizás incluso una revelación: la existencia de “otra Curutchet”, habitada y desconocida. En 2012, sobre los muros de la Curutchet, aparecieron enmarcadas una serie de fotografías de época de la cual por entonces no tenían identificado aún su origen, que mostraban sus interiores equipados, con camas, sillones, sillas y mesas navegando en sus locales. Con muebles divisores, luminarias, cortinas, plantas, objetos cotidianos y obras de arte revelando el uso de los distintos rincones de la casa. El precario registro inicial de fotografías de época se convirtió al mismo tiempo en un detonante clave y en una de las fuentes principales de información del trabajo de investigación a desarrollar.
Toda la información recabada permitió elaborar el guión de un discurso visual materializado en un conjunto de 45 láminas inéditas. El laminario resultante conjuga la utilización de relevamientos preexistentes de la envolvente, con relevamientos indirectos de todo cuanto habita en su interior. Bajo una expresión gráfica estrictamente técnica y lineal se reproducen bajo códigos comunes: la envolvente muraria, las piezas de mobiliario y los principales objetos ornamentales que las fotografías documentan.
De este modo, se generaron una tomografía de la vivienda integrada por una extensa serie de cortes integrales equipados y que recrean la atmósfera doméstica de los ambientes de que se dispuso de información, una primera serie de zooms sobre cada uno de los ambientes más significativos de la vivienda y una segunda serie sobre algunas piezas de mobiliario claves, pertenecientes a los ambientes descriptos previamente.
El espacio vacío que encuentra hoy el visitante puede inducir equivocadamente a imaginar una forma de equipamiento de los ambientes en el cual las piezas de mobiliario navegan el espacio con libertad absoluta, creando rincones amueblados cambiantes y flexibles. Si bien esta idea puede anidar en ciertos imaginarios de la modernidad, podemos afirmar que en el caso de Le Corbusier, como en el de muchos otros maestros modernos, dista mucho de corresponder con la realidad.
Aunque buena parte de la bibliografía comunique lo contrario, el mobiliario más relevante diseñado por Le Corbusier y su equipo es probablemente el equipamiento fijo o de ubicación permanente, presente en sus obras y no la Silla de respaldo basculante, las poltronas Petit y Grand Confort o incluso la famosísima Chaise longue regulable.
La zona de relación del estar y el comedor está servida por una serie de equipamientos fijos fundamentales: el fulcro de la estufa a leña, el diedro de estantes y espacio de almacenamiento que alberga el equipo de música, y el diafragma-aparador doble faz que divide sobre la fachada hacia la terraza frontal, el espacio del comedor y el rincón de conversación de las poltronas Safari de Amancio Williams.
El nivel de dormitorios define su dinámica circulatoria a partir del posicionamiento de los núcleos de los dos baños principales, de la presencia de un larguísimo armario lineal que se extiende sobre la medianera norte y de otro que regula la relación con el balcón dormitorio abierto hacia la doble altura.
En la crujía en contacto directo con la calle, el consultorio – ubicado en el primer nivel sobre el acceso a la vivienda – incorpora en sus cerramientos internos estanterías y espacios de almacenamiento que se extienden de piso a techo. Delante de él, se ubica una grilla que tamiza el asoleamiento y el vínculo visual desde y hacia la ciudad que se prolonga hacia lo alto frente a la gran terraza como un inmenso biombo-diafragma permeable.
No hay que olvidar tampoco la omnipresencia del gran árbol que atraviesa todos los niveles y filtra el ingreso de la luz solar al interior de la casa. Este es también, en buena medida, un equipamiento fijo proyectado desde el inicio y materializado gradualmente a lo largo del tiempo.
Condicionadas por este mapa general de equipamientos fijos, otras “especies” de mobiliario pueblan el espacio. Entre ellas: un piano vertical, las poltronas Safari de Amancio Williams, las sillas W de César Janello, un juego de comedor y un par de mesas de café de diferente formato diseñados por Gerardo Clusellas, un ejemplar de la ya por entonces famosa chaise longue de Le Corbusier, Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand, un taburete de tres patas de madera curvada de Alvar Aalto, lámparas de pie y luminarias cuyos brazos articulados se proyectan sobre el espacio desde los muros blancos.
El resultado del minucioso proceso de recopilación, registro y documentación de información realizado permite imaginar futuras acciones orientadas a la reconstrucción material de la atmósfera original de los interiores equipados de la casa. Y tal vez, en un futuro no muy lejano, a poder socializar finalmente la experiencia vivencial integral de la Curutchet habitada.