construcción con madera contra el cambio climático

construcción con madera contra el cambio climático


Los turistas que hace unos días pasaban por el Pabellón Mies Van der Rohe de Barcelona se encontraban con una sorpresa inesperada. Alrededor del mítico edificio que el célebre arquitecto alemán y su colaboradora Lilly Reich construyeron para representar a su país durante la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 se extendía una impoluta estructura de madera. Al salir de entre los árboles que respaldan el edificio, parecía abrazarlo, formando sobre él una especie de balconada que permitía tener una vista inédita de la construcción.

Edificar plantas nuevas sobre edificios antiguos no es precisamente algo nuevo en la arquitectura de la Ciudad Condal. Durante la alcaldía de Josep Maria de Porcioles se autorizaron numerosas de estas actuaciones, especialmente en el barrio del Eixample. Cualquiera puede admirarlas durante un breve paseo por allí. Pero esa estructura no podía tener menos que ver con esos monumentos a la especulación inmobiliaria. De hecho, más bien se trata de todo lo contrario.

La nueva instalación era Mass is More, un proyecto diseñado por Daniel Ibáñez y Vicente Guallart, del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), y Alan Organschi, de Bauhaus Earth (BE), una organización sin ánimo de lucro dedicada a la transformación del sector de la construcción y las políticas de construcción en fuerzas creativas para la preservación del medio ambiente.

La idea detrás de la intervención era crear una conversación entre el pasado, representado por el pabellón, y el futuro, encarnado en el uso de materiales biogénicos para la arquitectura. La instalación constaba de una serie de piezas construidas con paneles de madera laminada entrecruzada (CLT), procedente de bosques gallegos. De esta manera, se demostraba las capacidades estructurales y estéticas de este material y su idoneidad para construir edificios más sostenibles y con un impacto ambiental mucho menor que el de los materiales de construcción tradicionales.

En los últimos años, la madera maciza industrializada se ha convertido en una de las mayores esperanzas para la reducción del impacto ambiental del sector de la construcción. Su utilización tiene un gran impacto en la descarbonización de esta industria a través de varios mecanismos.

Mass is More

Mass is More

En primer lugar, la madera sustituye a materiales provenientes de recursos fósiles como el hormigón o el acero, que son muy contaminantes. Por otro lado, este material también permite depositar el CO2 absorbido por los árboles a lo largo de su vida en forma de edificios, ya que la madera puede almacenar carbono de forma segura durante mucho tiempo. Finalmente, las nuevas generaciones de árboles que se plantan de forma controlada en las explotaciones aspiran más CO2 de la atmósfera que los árboles más viejos, ya que esta absorción es mayor en las primeras etapas de la vida de la planta.

Aunque cortar árboles para construir edificios en las ciudades podría parecer, a priori, algo negativo, Ibáñez y Guallart lo desmintieron. Según explicaron durante la presentación de Mass is More, este sistema de edificación con madera maciza industrializada cultivo que ha crecido mucho en los últimos años y tiene en nuestro país su epicentro productivo en Euskadi y Galicia tiene el potencial de crear un modelo ejemplar de economía circular: se trata de un material renovable y cuyo uso promueve una gestión forestal sostenible (que funcionaría también para prevenir los incendios). Además de su capacidad de almacenar el CO2, es ligera, fácil de transportar, aislante y permite técnicas de construcción muy rápidas, con un mayor control de la obra, menores riesgos y menor contaminación.

Mass is More

Actualmente ya existen algunos ejemplos de construcciones urbanas en madera que están sirviendo, además de como viviendas, como escaparate para que los constructores y las administraciones públicas sean conscientes de la versatilidad y las ventajas de esta forma de edificación, que no tiene nada que envidiar a los edificios tradicionales.

Uno de los ejemplos más representativos de esta nueva forma de construir es Terrazas para la Vida, el edificio de madera maciza industrializada de vivienda social más alto de España y del que también son autores Daniel Ibáñez y Vicente Guallart.

Según estos arquitectos, «si el siglo XIX fue el siglo del acero y el siglo XX el del hormigón, el siglo XXI será el de la madera no solo por sus cualidades constructivas, sino por ser el único material con externalidades potencialmente positivas […]. Las ciudades juegan un papel fundamental como lugares para absorber emisiones de CO2 y lograr mantenernos por debajo de los 1,5/2 grados de calentamiento global. Y la mayor parte de las emisiones de los edificios ocurren durante el proceso de construcción».

Pero la transformación completa hacia el uso de madera como material en el medio urbano todavía no es posible. Son necesarios ciertos estímulos para romper las barreras que limitan su aceleración. En primer lugar, la inseguridad del propio sector; que los promotores decidan apostar por la madera para sus proyectos urbanos o residenciales, olvidando el hormigón que llevan usando desde hace más de un siglo. En segundo lugar, la falta de empresas y expertos especializados en madera maciza industrializada que permitan poner en marcha estos proyectos. Y, finalmente, hace falta crear regulaciones específicas que faciliten el uso de este material.

Mass is More

Para todo ello es necesario dar a conocer sus ventajas y ese ha sido, en definitiva, el objetivo de esta acción en el Pabellón Mies Van der Rohe. Sus creadores, además, aprovecharon su inauguración para presentar el Protocolo Barcelona, una propuesta de plan de acción para requerir a las ciudades europeas que asuman el liderazgo y desarrollen una serie de acciones específicas a corto plazo. Algunas de ellas son realizar un censo de CO2 de sus edificios para poder medir la necesidad de su rehabilitación energética; exigir que todos los proyectos que se vayan a levantar en su territorio garanticen la emisión cero y que utilicen para su construcción biomateriales de la región.

El reloj del cambio climático sigue su cuenta atrás. Con suerte, nos quedan algo más de seis años para que la temperatura media de nuestro planeta aumente en 1,5ºC, lo que tendrá consecuencias irreversibles para todos nosotros: fenómenos meteorológicos extremos, sequías, olas de calor… Nos suena, ya lo estamos viviendo; y del éxito o el fracaso de grandes cambios como la construcción en madera depende nuestra subsistencia.

 





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