De una sauna flotante al cabaret donde nació el dadaísmo: 12 planes para conocer Zúrich
Con dos ríos, Limmat y Shil, y un gran lago frente al que se recortan los picos de Los Alpes, Zúrich es una ciudad que mira al agua. La mayor y más cosmopolita ciudad suiza –172 nacionalidades entre sus 430.000 habitantes- disfruta en verano con los baños en sus ‘badis’, como se conoce a sus piscinas naturales y en invierno con novedosas propuestas como los barcos-sauna.
Animada, fiestera -basta con pasar por la calle Langstrasse para que cualquier idea preconcebida salte en pedazos-, tecnológica y artística (de aquí salen desde los bolsos Freitag a la mundialmente tipografía Helvetica), Zúrich es mucho más que bancos y relojes. De hecho, la industria creativa emplea a más personas que cualquier otra en la ciudad.
Ejemplos de reinvención urbanística como Zürich West, donde una antigua fábrica de barcos acoge un teatro o una planta de yogures se ha transformado en una escuela de arte, el nuevo museo que hará las delicias de los chocoadictos, el restaurante vegetariano más antiguo del mundo, una iglesia que esconde vidrieras de Marc Chagall, el último proyecto que construyó Le Corbusier o el cabaret donde nació el dadaísmo son algunos de los lugares que no te puedes perder si de verdad quieres descubrir Zúrich.
1. El mejor mirador de Zúrich
Nada para ponernos en situación como subir al mejor mirador de Zúrich, que encontramos, con permiso de la montaña de la ciudad, Uetliberg, en la universidad.
Basta un minuto y medio para llegar en el Polybahn, el funicular en funcionamiento desde 1889, desde la estación central (Zürich Hauptbahnhof) a la ‘Polyterrasse’ ante la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) y la Universidad de Zúrich (donde, por cierto, se graduó la primera mujer en una universidad europea, la polaca Stefania Wolicka-Arnd).
Desde a explanada se obtienen magníficas vistas al casco antiguo, donde sobresalen las torres gemelas del campanario de la Grossmünster y las puntiagudas torres de las iglesias de San Pedro, que tiene además un reloj con la esfera más grande de Europa, y Fraumünster.
Además de adivinar las callejuelas de trazado medieval y las hermosas casas gremiales, muchas aún en funcionamiento, las vistas alcanzan el macizo Glärnisch, las montañas Tödi y Clariden e incluso la cordillera Albiskette, así como el monte Üetilberg.
2. La industria creativa en Europaallé
El prestigio de ETH tiene mucho que ver con el cariz tecnológico de Zúrich. De aquí no solo han salido 22 Premios Nobel, entre ellos Albert Einstein, Erwin Schrödinger, uno de los fundadores de la mecánica cuántica, o Wilhelm Conrad Röntgen, sino que sigue atrayendo cada año a estudiantes nacionales e internacionales, así como la instauración de una gran industria tecnológica.
La instalación de multinacionales como Google y Disney Research es una prueba más de la pujanza de Zúrich, que ha adaptado incluso su geografía urbana a esta tendencia creando espacios como Europaallee.
Junto la estación principal de Zúrich y hacia la zona de Langstrasse, Europaallee alberga edificios firmados por arquitectos locales e internacionales, como David Chipperfield, en los que trabajan, entre otros, unos 3.000 empleados de Google, y donde las oficinas se entremezclan con tiendas, cafés, restaurantes y espacios para relajarse.
3. Zúrich West: de fábricas a locales ‘cool’
Más interesante, sin embargo, es la exitosa reinvención urbana experimentada en Zürich West. En el distrito 5, al oeste de la ciudad, lo que fuera el área industrial a las afueras ha renacido a golpe de arte y creatividad.
También teatro, pues fue una compañía teatral la primera en mudarse a este barrio en busca de mayores espacios y precios asequibles.
El lugar escogido fue Schiffbau. Donde antaño se construían barcos brillan desde el año 2000 y gracias al proyecto de los arquitectos Ortner&Ortner tres escenarios: el Schiffbauhalle (600 butacas), el Box (200 asientos) y el Matchbox (70).
En Schiffbau, una antigua fábrica de barcos, comenzó la renovación de Zúrich West al trasladarse una compañía teatral que comenzó a ofrecer aquí sus montajes
Además, el club de jazz Moods, desde 2009 el lugar acoge también el restaurante LaSalle y el bar Niettturm, al que se llega en ascensor y que ofrece unas magníficas vistas sobre todo el barrio de Zürich West.
Al teatro le siguieron todo tipo de proyectos, como el que transformó una vieja planta de producción de yogures en la Escuela Superior de Arte Toni Areal y la azulada torre Prime, el segundo rascacielos más alto de Suiza con 126 metros de altura y coronado por el restaurante Clouds, en el piso número 35, perfecto para tomar un bocado con vistas sobre la ciudad, el lago y las montañas.
Tampoco hay que perderse el Viadukt (en portada), cuyos arcos han colonizado librerías, tiendas de moda y diseño, comestibles orgánicos y hasta una guardería.
O la torre hecha con contenedores de barco que es la flagship store de Freitag, la conocida firma de bolsos elaborados con materiales reciclados que verás colgados del brazo de muchos ejecutivos en Zúrich. Con mirador en la última planta.
Frau Gerold, un encantador jardín con tiendas y foodtrucks que cambia de ambiente en cada temporada o Market Hall, donde encontrar productos frescos y orgánicos procedentes de productores locales (quesos, carnes, pan, cafés de especialidad o flores, entre otros) son otros de los imprescindibles del distrito más cool de Zúrich.
4. Calle Langstrasse
El antiguo barrio rojo de Zúrich es hoy la zona de fiesta por excelencia en la ciudad, además del lugar donde la multiculturalidad de la ciudad alcanza su máxima expresión. La zona brilla especialmente de noche, cuando los neones de bares y discotecas invitan a desconectar entre bailes y tragos.
Se puede comenzar la noche por el moderno Cinchona Bar ubicado en el 25 Hours Hotel o en el legendario Olé Olé Bar, que lleva más de medio siglo ofreciendo diversión en Langstrasse y donde es posible encontrar un público ecléctico que va desde banqueros a estudiantes, zuriqueses y extranjeros, jóvenes y mayores.
Después, hay que dirigirse a Schickeria, un lugar que se promociona irónicamente como sede de “cócteles caros, malos vinos y DJ aburridos» (y que en realidad es todo lo contrario) o al más latino Toro Bar para bailar.
Hive, especializado en música electrónica, y Plaza Klub, ubicado en la que fuera primera sala de cine de la ciudad, abierta en 1924 (Badenerstrasse, 109) y hoy dividido en dos ambientes, con una planta baja para tomar algo antes de pasar a la legendaria pista de baile de estilo disco en el primer piso, son otras buenas opciones.
Para rematar la noche, quienes conocen la zona comen algo en Palestine Grill, donde presumen de tomar el mejor falafel de la ciudad.
Además de zona de marcha y gracias a su carácter ecléctico, Langstrasse ha atraído en los últimos años interesantes propuestas en otros campos, especialmente la gastronomía, pero también el diseño.
Dentro del apartado gastronómico destacan Lupo Bar, con una mezcla de cócteles y cocina de inspiración italiana; BierWerkZueri, con una carta de cervezas artesanas, entre ellas las que elaboran sus propietarios; o Acid, en las inmediaciones de Helvetiaplatz.
¿Un paseo gasstro por el mundo sin salir de Langstrasse? Contemporáneo y auténtico, Gül es uno de los mejores turcos de la ciudad, mientras DAR se especializa en cocina marroquí y en Cochinchin podemos encontrar excelentes especialidades vietnamietas.
Josef es una gran opción si lo que se busca es un restaurante gastronómico, y el increíble Gamper Bar está revolucionando la escena a golpe de vinos y una selección de tapas.
5. El lago de Zúrich en un barco-sauna
Hablábamos del amor declarado de Zúrich por su lago y es una realidad que se aprecia durante los doce meses del año. Si bastan unos rayos de sol para ver los paseos ribereños plagados de gente paseando, haciendo deporte o disfrutando de un picnic en la hierba o un Spritz en una terraza, el baño es una cuestión prácticamente innegociable para los locales.
De mayo a octubre los verás en los ‘badi’, como se conoce a los baños públicos, una tradición heredada de los romanos, que sentaron las bases del culto a los baños con la construcción de los primeros baños en lo que ahora es Weinplatz (aun se aprecian los restos en Thermengasse).
A partir del siglo XIX y a medida que aumentaba la conciencia sobre la importancia de la higiene se construyeron muchos otros, hoy empleados con uso recreativo, algunos aún diferenciados por sexo, y entre los que destacan por ejemplo los de Frauenbadi, Utoquai (data de 1850) y Letten (Oberer y Unterer).
Cuando los baños cierran, llega el reinado de la sauna, una tradición muy apreciada por los zuriqueses. Desde el año pasado, a las instalaciones convencionales se ha sumado una original propuesta: la de la Sauna Boat, que permite disfrutar de la sauna mientras se navega por el lago, haciendo paradas para realizar el contraste de temperaturas directamente con un chapuzón en sus aguas, con los Alpes recortados al fondo.
Actualmente funcionan dos de estas saunas flotantes, con propulsión eléctrica y de muy fácil manejo (apenas una palanca que marca el sentido de la marcha y un volante) y capacidad para entre 2 y 6 personas. Se alquilan por unas cuatro horas por un precio de 450 francos suizos.
6. Cabaret Voltaire: la cuna del dadaísmo
De fachada color crema y no especialmente llamativo, un local en el centro histórico de Zúrich cautivará a los amantes del arte y la literatura. Aquí, en el Cabaret Voltaire (Spiegelgasse, 1) Hugo Ball y Emmy Hennings iniciaron el movimiento dadaísta en 1916.
Surgido en plena Primera Guerra Mundial, el dadaísmo se caracterizó por rebelarse en contra de las convenciones literarias, y especialmente artísticas, y también por burlarse del artista burgués. El movimiento comprende manifestaciones que van desde la poesía a la escultura, la pintura o la música.
Punto de encuentro para estudiantes, curiosos y aficionados al arte de todo el mundo, hoy el Cabaret Voltaire funciona como café y bar, así como plataforma para el arte contemporáneo donde se realizan exposiciones temporales y todo tipo de debates y veladas literarias.
En la planta superior, una completa biblioteca especializada en el dadaísmo se puede utilizar para investigaciones y como lugar de trabajo durante el día.
Perpendicular, la calle Münstergasse y su continuación Marktgasse, suponen la vía más animada del centro histórico de Zúrich, plagada de restaurantes animados, boutiques de diseño y productos gourmet suizos y pastelerías deliciosas como Café & Conditorei 1842.
7. Vidrieras de Chagall en Fraumünster
Desde este mismo punto, cruzando el río Limmat, llegamos a Fraumünster, uno de los edificios religiosos más antiguos de Zúrich, fundado como convento para mujeres en el año 853. Durante siglos, las monjas benedictinas tuvieron imptorantes prerrogativas, como el derecho real de aduanas, comercio y acuñación de moneda. La propia abadesa fue, a partir del siglo XIII, la gobernadora oficial de la ciudad y ostentaba el título de princesa imperial.
Sus tesoros más extraordinarios, sin embargo, son mucho más recientes y tienen forma de vidriera. Son los vitrales realizados por el artista Marc Chagall en 1967, un conjunto de obras cargadas de simbolismo y color, con una fuerza expresiva que atrapa la mirada entre tonalidades rojas, verdes, azules y amarillas, una auténtica sinfonía pictórica de imágenes bíblicas.
Picasso, enamorado de estas piezas, dijo sobre Chagall que “En alguna parte de su cabeza debe tener un ángel”. No hacen falta más comentarios.
Años más tarde, siendo ya nonagenario, el artista creo un rosetón igualmente colorido que reproduce escenas del Génesis. Otro rosetón, firmado por el artista suizo Giacometti, completa el conjunto.
8. No hay Suiza sin montañas: Uetliberg
El otro gran mirador de Zúrich lo encontramos en la cima de la montaña local, Uetliberg. Se llega fácilmente en tranvía o caminando y es ideal en cualquier estación del año, ya que se pueden realizar desde picnics en verano a tirarse con trineos cuando la nieve cubre sus laderas.
A 850 metros de altitud, desde arriba se obtiene una panorámica deslumbrante de la ciudad y el lago e, incluso, se vislumbran los poderosos Alpes en la lejanía.
Alrededor del mirador hay senderos para realizar en bicicleta de montaña o caminando. Recomendamos el conocido como Sendero de los Planetas que, en unas dos horas desde Uetliberg hasta Felsenegg (Adliswil) nos adentra en un viaje fascinante a través de nuestro sistema solar.
9. Hiltl, el restaurante vegetariano más antiguo del mundo
Puede que haya habido locales que ofreciesen comida a base de vegetales en otros lugares y otros momentos, pero Hiltl (Sihlstrasse, 28) puede presumir de llevar abierto de forma ininterrumpida desde 1898. Una entrada en el Guinness World Records lo certifica como el restaurante vegetariano más antiguo del mundo.
Hoy cuenta con varios establecimientos en la ciudad, en los que encontrar desde un buffet de ensaladas suculentas a platos de pasta a zumos de frutas recién exprimidos y limonadas, y creaciones vegetarianas y veganas inspiradas en cocinas de todo el mundo.
Actualmente administrada por la cuarta generación de la familia Hiltl, el negocio incluye también una academia donde se realizan todo tipo de cursos y la primera carnicería vegetariana de Suiza.
10. Pabellón Le Corbusier
Uno de los arquitectos de mayor influencia del siglo XX, Le Corbusier, tiene en Zúrich su última obra. Se trata del Pabellón Le Corbusier, conocido también como Museo Heidi Weber –la galerista y mecenas que lo patrocinó-, fue concebido como obra de arte total y terminado en 1967, tras el fallecimiento del arquitecto.
Brillante y colorido, realizado completamente en vidrio y acero, está diseñado según el sistema Modulor, una escala antropométrica de proporciones ideada por el propio Le Corbusier basada en el cuerpo humano y la proporción áurea.
Tras una profunda rehabilitación, el pabellón fue reabierto en 2019, ahora operado por el Museo de la Gestaltung, que ofrece exposiciones sobre el trabajo del genial arquitecto, pero también muestras temporales, eventos y talleres.
Está idealmente ubicado frente al lago de Zúrich, por lo que una gran opción a la salida pasa por acercarse a la terraza de Fischertube Zürihorn para disfrutar de un café y pasar después al interior del restaurante donde degustar alguno de los pescados del propio lago o bien alguno de sus platos veganos o vegetarianos en un hermoso salón construido al estilo de las cabañas de pescadores tradicionales.
11. Kunsthaus Zürich
La mejor inmersión de arte en la ciudad se realiza en Kunsthaus Zürich, con la colección de arte más importante de Zúrich y de toda Suiza.
Casi apabullante, por sus galerías, incluidas las de la extensión diseñada por David Chipperfield, inaugurada en 2021, desfilan, por ejemplo, la mayor colección de pinturas de Munch fuera de Noruega, nombres famosos como Picasso, van Gogh y Chagall, y destacados representantes del expresionismo.
Por supuesto, también grandes artistas suizos como Giacometti y Fischli/Weiss se alternan con maestros impresionistas y obras clave de finales de siglo XX y XXI, entre ellos de Warhol, Rothko y Beuys.
Instalaciones inmersivas como Turicum Pixelwald de Pipilotti Rist, videoinstalaciones, talleres y exposiciones temporales (estos días de la escultora, cineasta y pintora francesa Niki de Saint Phalle) completan un conjunto verdaderamente impresionante.
12. Paraíso chocolatero Lindt
Me prometí no hablar de bancos ni de relojes, pero nadie dijo nada del chocolate. Aunque ahora despuntan pequeños productos artesanos especializados en el ‘Bean to Bar’ (literalmente, del haba de cacao a la tableta), con marcas locales excelentes como Garçoa y Taucherli, una visita interesante, especialmente si se viaja con niños, es la de Lindt Home of Chocolate.
En el mismo lugar donde se creó la primera fábrica de Lindt en Kilchberg (Zúrich) se levanta hoy un complejo que hará las delicias de los chocoadictos, con un efecto WOW que aparece nada más acceder al museo, donde recibe la fuente de chocolate más grande del mundo (nada menos que
El museo es también el más grande de una firma de chocolates en Suiza, con 1.500 m2 de superficie en un hermoso edificio diseñado por el estudio Christ & Gantenbein, donde se cuenta cómo un pequeño país en el corazón de Europa a miles de kilómetros de donde se produce el cacao, logró convertirse en un referente en la elaboración del chocolate.
Además de la historia –no se escatiman referencias otros grandes chocolateros- se explica cómo se elabora hoy el chocolate y, por supuesto, se pueden probar decenas de las especialidades de Lindt, además de hacerse todo tipo de selfies, incluido con la estrella local, Roger Federer.