Draga & Aurel, los diseñadores del momento capaces de transformar la materia en obras de arte (y funcionales)
Luz y sombra, transparencia y materialidad: Draga Obradovic y Aurel K. Basedow, fundadores de Draga & Aurel, son una de las parejas de oro del diseño. Unidos en el trabajo y en la vida, firman proyectos a cuatro manos en un continuo flujo de investigación e intercambio de papeles. Ella es diseñadora textil de origen serbio, él músico, pintor y restaurador alemán, y siempre han jugado con la complicidad para dar forma a “objetos de reacción poética” –utilizando una frase de Le Corbusier– capaces de suscitar emociones a través de la metamorfosis de la materia. La suya es una ‘química’ perfecta, hecha no solo de elementos que mezclan a mano, sino también de comprensión y compañerismo. Una unión que empezó de forma silenciosa allá por 2007 y que continúa hasta hoy.
“En aquel momento, jamás pensé que sería capaz de crear un negocio así, encima siendo artistas y con una niña pequeña”, comenta Draga. Empezaron pintando telas y reciclando objetos en su atelier, hasta que Baxter puso sus ojos en ellos. Y así es como la aventura se convierte en historia: el éxito, el estudio que se amplía y las colaboraciones que aumentan. La última, con Galotti y Radice este año. Protagonistas indiscutibles de la última Semana del Diseño de Milán, fueron de los pocos que supieron narrar la contemporaneidad desafiando la vanguardia y navegando entre el diseño artístico y la producción industrial. Dos realidades que parecen irreconciliables, pero no para ellos: “Hay que respetar los límites, es cierto, pero ahí está el reto: introducir algo inesperado en el engranaje, quizá con un acabado inusual grabado al ácido o un cuero rayado”, dice Draga.
Pero la producción industrial no pudo colmar el deseo de experimentar, por lo que la pareja no se detuvo y encontró su nuevo sustento en la resina. Así nace la colección Transparency Matters de Draga & Aurel, una familia de taburetes, mesas de centro, bancos, consolas, pantallas y también lámparas, una reinterpretación de las luces de neón inspirada –tal y como apunta Draga– en el movimiento artístico de los años 60 Light and Space. Y aunque todavía no hayan aprendido a convertir el plomo en oro, su ‘toque’ produce una alquimia mágica capaz de transformar materiales conocidos (como la resina, el cemento, el vidrio y el bronce) en soluciones experimentales. Es como nacen los átomos impalpables de la lámpara Joy Circle, que combinados entre sí generan una delicada sensación de ligereza y aliento que se extiende en forma de ondas, como la superficie del agua cuando se lanza una piedra en ella. Del minimalismo al brutalismo, del expresionismo abstracto al Op Art, de Carlo Scarpa a Nanda Vigo, el enfoque para ellos nunca debe estar predefinido. La creación es un acto libre que encuentra en la imperfección el logro de la singularidad.