El diseño es bueno para la salud
VALÈNCIA. Fue en septiembre de 2019 cuando se cumplió el sueño de muchos. València era elegida Capital Mundial del Diseño, un sello que ganó frente a la ciudad de Bangalore (India) y que dibujaba un camino que tenía como meta este 2022, año en el que ostenta el título. Pocos podrían imaginar que, apenas unos meses después de recibir la buena nueva, la alegría y el alboroto iba a transformarse en el más rotundo de los silencios. València, como el resto de ciudades del mundo, amanecía confinada en ese marzo de 2020 en el que la pandemia lo cambió todo. También el proyecto de la Capitalidad y el presente inmediato de muchos diseñadores. Si la salud era un tema central en la vida de los ciudadanos, la urgencia del coronavirushizo que ocupara todo el espacio posible, tanto por parte de unos profesionales que luchaban contra la enfermedad y como de una ciudadanía que seguía casi al minuto la evolución de una enfermedad desconocida. Apenas dos años han pasado desde ese momento, tiempo en el que València ha recuperado las Fallas, los eventos multitudinarios y en el que la mascarilla –salvo para los usuarios del transporte público- es solo un mal recuerdo. También, en este tiempo, València se ha convertido en Capital Mundial del Diseño. Pero nada es igual.
Y es precisamente este contexto el que inevitablemente se conecta con una de las grandes apuestas expositivas que plantea la Capitalidad, la muestra Disseny + salut, que aterriza esta misma semana en el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM) y que llega con el objetivo de desvelar las conexiones entre dos disciplinas que no pueden separarse, aunque quizá sea uno de los aspectos menos visibles de la profesión. “Diseñar un desfibrilador no tiene ningún glamour”, explica el comisario de la muestra, Ramón Úbeda, quien defiende que se le dé el mismo “valor” a estos profesionales que a diseñadores de otros sectores, como pueda ser el mobiliario. El proyecto inicia el recorrido con una reproducción a gran escala de algunas de las pastillas que nos acompañan habitualmente, una entrada digna de la Alicia de Lewis Carroll que da paso a una sala de exposición convertida en una suerte de hospital, con boxes incluidos, que trata de hacer una fotografía global de la relación entre diseño y salud a través de casos concretos.
Por supuesto, las mascarillas y las campañas gráficas vinculadas a la pandemia ocupan un lugar destacado, pero esta sección tan solo es la punta de un iceberg que va mucho más allá. De esta forma, el recorrido muestra numerosos proyectos que demuestran cómo el diseño es beneficioso para la salud, proyectos que hablan de pasado y futuro. En el primer caso, éxitos como el diseño de jeringuilla desechable ideada por el inventor español Manuel Jalón, también conocido por patentar el modelo de fregona. “El diseño en sí mismo no puede curar nada, pero tampoco podría hacerlo una vacuna si no dispusiéramos de una jeringuilla para inyectarla. Diseñarla forma parte de la solución, no es un valor añadido sino intrínseco en el desarrollo de cualquier innovación por el bien social”, destaca Úbeda.
Entre los proyectos que nos hacen mirar más al futuro, algunos destacados como el del EyeWriter, un aparato que utiliza tecnología de seguimiento ocular para dibujar con la vista. El proyecto fue desarrollado originalmente para el artista grafitero Tony Quant, cuando contrajo ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), un objeto que fue considerado como uno de los 50 mejores inventos del 2010 por la revista Time y que forma parte de la colección del MoMA de Nueva York. El futuro también pasa por hacer un diagnóstico claro sobre cómo va a ser la sociedad dentro de no tantas décadas, un mañana que dibuja una sociedad mucho más envejecida y que, por tanto, mirará a la salud –y a su negocio- de una manera distinta. Tal y como recordó el comisario, se calcula que el 35% de los españoles tendrán más de 65 años en 2050, siendo el tercer país del mundo con una mayor esperanza de vida al nacer, por detrás de Suiza y Japón.
El diseño y el (buen) sexo
Pandemia, urgencias, emergencias, implantes, prótesis, pastillas, primeros auxilios… estas son algunas de las palabras que conforman la nube de conceptos que sobrevuelan la exposición, pero no las únicas. En Disseny + salut también hay lugar para el placer. Porque el disfrute y el bienestar sexual también es salud, por lo que se le ha dedicado uno de los ‘boxes’ en los que se segmenta la muestra. Aunque, ojo, a este se accede a través de una cortinilla, un acceso que remite a esas secciones ‘X’ de los desaparecidos videoclubs. Con los tabúes en torno a la sexualidad poco a poco desapareciendo, sobre todo por lo que respecta a la experiencia femenina, la muestra recoge distintos diseños que hablan del buen sexo, como puede ser el succionador de clítoris diseñado por Andreu Carulla que se alzó con el premio Delta de Oro de ADI-FAD en 2022.
La muestra, además, permite ver por primera vez en España ideas tan destacadas como Emergency Bike, que ya rueda en pruebas por París, o las Pure Plants, impresas en 3D con un nuevo material capaz de purificar el aire que respiramos. En total son más de 500 ejemplos de proyectos reunidos de prácticamente todas las disciplinas de la creatividad, desde diseño industrial y gráfico a diseño arquitectónico o moda, en una exposición que quiere subrayar que el diseño “es bueno para la salud”. Y, por supuesto, detrás de los proyectos hay nombres propios de empresas y creadores que han desarrollado los trabajos que ahí se muestran, nombres como Barber Osgerby, Yves Béhar, Piergiorgio Cazzaniga, Matali Crasset, Charles y Ray Eames, Benjamin Hubert, Piero Lissoni, Nendo, Satyendra Pakhalé, Raw Color, Giulio Ridolfo, Mario Ruiz, Philippe Starck y Tokujin Yoshioka, entre otros muchos.