El edificio-barco de Pamplona
Los aviones, automóviles y barcos fueron durante un tiempo la obsesión del que posiblemente haya sido el arquitecto más influyente del siglo XX. Charles-Édouard Jeanneret, Le Corbusier, fascinado por sus formas puras y eficiencia, animaba a sus compañeros a fijarse en estas nuevas máquinas que representaban el futuro.
Sus ideas, junto a las de otros arquitectos tuvieron un profundo calado en la Europa de entreguerras que se encontraba en un contexto incierto, y dieron lugar a una arquitectura racional que prometía un mundo nuevo y moderno, de la mano de un diseño funcional y eficiente de formas simples.
El racionalismo se extendió por Europa durante los años 20 y 30 como un vendaval, impulsado por cierto optimismo, la evolución tecnológica y las demandas residenciales. Aunque en realidad lo invadió todo; viviendas, fábricas, escuelas… Porque ese mundo todavía por hacer necesitaba reconstruirse, pero sobre todo necesitaba esperanza y referencias.
En España su impulso coincidió con el nuevo ocio de masas y el culto al cuerpo; a lo que acompañó el nacimiento de dos nuevas tipologías; los clubes sociales y las piscinas, con sus edificios -claro está- de inspiración naútica.
Esta época dejó ejemplos emblemáticos como el Club Naútico de San Sebastián (1929), diseñado recreando un puente de navegación; o quizá el más sorprendente, La Isla en Madrid (1931), un complejo de piscinas en un islote del río Manzanares que evocaba la imagen de un gran transatlántico, para que los madrileños disfrutaran de su propia playa.
Como imaginaran a estas alturas, Pamplona también tuvo su edificio-barco, un buque de hormigón varado durante años en un rincón de la Taconera; el edificio social de la piscina del Club Larraina, en la que hasta el mismo Le Corbusier se habría dado un chapuzón.
Un barco en toda regla; con su proa y popa, puente de mando, galerías y cubierta con pérgola y solárium. Un pequeño crucero de placer encallado al borde de una piscina. Una fantasía naval estática, que “transportaba” al bañista pamplonés hasta paraísos lejanos, parajes ocultos, incluso hasta la playa de la Concha.
El Club Larraina fue proyectado en 1933 por Joaquín Zarranz, un arquitecto brillante, que en su corta trayectoria dejó en Pamplona edificios notables. Debe entenderse el club, como parte de esa corriente higienista y modernizadora, concebido en su momento como centro de deporte para la élite más joven y que incluía además de piscina, frontones y pistas de tenis y atletismo.
El edificio social presidía la piscina, era alargado, estrecho y prácticamente simétrico. Estaba levantado sobre pilotes quedando la planta baja parcialmente libre incluyendo vestuarios, duchas y cocina. En primera se situaban el salón social, bar y restaurante, con dos cuerpos circulares en los laterales (proa y popa) que contenían los servicios y escaleras.
Las ventanas corridas sustituían a los convencionales huecos pequeños enfatizando la horizontalidad, a lo que contribuían los voladizos que dotaban de dinamismo al conjunto. La tradicional cubierta inclinada, pasaba a ser plana y accesible, en este caso utilizada como solárium y acceso a la palanca de saltos.
En apenas cien metros cuadrados Zarranz ensayó los principios fundamentales de la arquitectura moderna que han llegado hasta nuestros días. Y diseñó un artefacto que llegó desde el futuro.
El crucero zarpó finalmente y para siempre en 1964, reemplazado por un nuevo edificio al necesitar el club más espacio. De todo aquello, sólo nos quedan unas cuantas fotografías de bañistas musculosos b; imágenes que son en realidad la viva estampa de la modernidad que había llegado a Pamplona. Atléticos y estilizados, como figurantes de una película de época, no parecen sentirse intimidados por el edificio de vanguardia, más bien participan con aire glamuroso de su sofisticación.
El Club Social de Larraina fue el primer edificio verdaderamente moderno de Pamplona, reflejo de una época optimista y algo ingenua en la que se pensó que la Arquitectura podía cambiar el mundo. ¡Quién pudiera pasearse por esa cubierta y otear el horizonte!. ¡Quién pudiera tirarse en bomba desde ese fantástico trampolín!
CLAVES
Autor: Joaquín Zarranz Pueyo. Pamplona (1905-1938)
Obras relevantes:
Edificio Viviendas Paseo Sarasate 5 (Antigua Caja de Ahorros)
Edificio Viviendas Av.Baja Navarra 30-32
Colonia Argaray
Datos y curiosidades:
El Club Larraina se conoció como “la piscina”, por ser la primera de Pamplona. Fue un club de hombres hasta que en 2015 pasó a ser mixto.