El próximo paso hacia la capitalidad cultural, por Miquel Molina

El próximo paso hacia la capitalidad cultural, por Miquel Molina


Barcelona ha detectado una oportunidad para situarse en la vanguardia de las nuevas tendencias culturales europeas. Pocas ciudades están tan bien posicionadas como esta para convertirse en un referente de la Nueva Bauhaus, la hoja de ruta para el renacimiento europeo propuesta hace dos años por Ursula von der Leyen. 

De hecho, ya hay en marcha gestiones por parte de sectores creativos de la ciudad, para asumir este papel de locomotora de la tecnocultura. En ninguna otra ciudad parece haber suscitado tanto interés la idea de la presidenta de la Comisión Europea.

El público del Sónar+D espera la intervención de la artista Sougwen Chung

El público del Sónar+D espera la intervención de la artista Sougwen Chung 

Miquel Molina

Las ventajas son evidentes en esta Barcelona que sintoniza con el espíritu multidisciplinar de la Bauhaus original: tiene una efervescente comunidad de arte, ciencia y tecnología (se ha visualizado en esta semana de Sónar e ISEA), es ciudad relevante en diseño y arquitectura y sede la Fundación Mies van der Rohe, que ocupa el reconstruido pabellón que exhibió Alemania en la Exposición Internacional de 1929. 

También juega a su favor ser una laboratorio de nuevo urbanismo orientado a paliar los efectos de la crisis climática y de políticas sociales de vivienda.

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Un edificio llamado a convertirse en emblema de esta renacida Barcelona es el que alberga el Disseny Hub, que ganará pronto centralidad con la finalización de las obras de Glòries. Este equipamiento, que sirve para suplir carencias de la ciudad cuando se trata de acoger grandes exposiciones, debería ver redefinido su papel en la nueva etapa. Su proximidad con el distrito tecnocultural del 22@ le confiere un valor añadido. Pero también la montaña de Montjuïc tiene atributos para desplegar los valores de esa Nueva Bauhaus.

Montjuïc lo reúne todo para ser referencia de las nuevas tendencias culturales europeas

En principio, Montjuïc debería albergar –en parte de los pabellones feriales destinados a usos culturales– el hub de arte, ciencia y tecnología Hac Te. Pero no hace falta esperar a que se materialice este proyecto u otro alternativo para ver la montaña tomada por este tipo de manifestaciones de vanguardia: por ejemplo, ayer sábado finalizó una edición del festival Sónar que se ha abierto más que nunca a la confluencia de las artes, la tecnología y los debates éticos asociados con ella.

Vertical

El artista Trevor Paglen y la académica Kate Crawford, en una presentación sobre Inteligencia Artifical en el Sónar+D 

Redacción

El Sónar Día y el Sónar+D, que se desarrollan íntegramente en la Fira de Montjuïc, tienen cada vez una frontera más difusa, como ha reconocido estos días el comisario jefe de este último, José Luis de Vicente. 

No solo se incorporan contenidos que van mucho más allá de lo que era el festival en sus inicios, sino que este año se han revolucionado los formatos, con la llegada de las presentaciones performance en espacios como el de la imagen superior. Particularmente interesante fue la que ofreció la artista Sougwen Chung, con imágenes de los robots que colaboran con ella en sus trabajos de pintura.

Pero no acaban aquí los activos de Montjuïc (sobre el abandono que sufre la montaña ya se ha escrito y se seguirá escribiendo en esta y otras secciones del diario). Mientras se apagaban de madrugada las últimas músicas del Sónar Noche, en la Fundació Miró se ha producido un hecho relevante: a las seis de la mañana de hoy, con ocasión del solsticio, el sol ha entrado de pleno en el edificio y se han podido visitar todas las salas sin ayuda de luz artificial, tal como lo concibió Josep Lluís Sert, un arquitecto –detalle significativo– influido por la Bauhaus.

Fundació Miro

El arquitecto de la Fundació Miró, Josep Lluís Sert, estaba influenciado por los principios de la Bauhaus 

Redacción

Otras instituciones culturales de la montaña cruzan a menudo los límites entre el arte y la ciencia, desde el CaixaForum hasta el Institut Botànic de Barcelona. Pero hay un museo que está llamado a liderar ese renacimiento de un Montjuïc que el director de la Miró, Marko Daniel, prefiere llamar antes parque que montaña, porque intimida menos.

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Ese museo central es el MNAC, pendiente de una ampliación largamente relegada que le debe permitir respirar y acometer nuevos proyectos. El aniversario de 1929-2029 es un argumento irrefutable para concretar las inversiones necesarias. Barcelona no se puede permitir no celebrar el centenario de la conquista de Montjuïc como un parque donde entrecruzan todas las disciplinas del saber. Si se llega a tiempo, con la música proyectada por los 11.171 tubos del gigantesco órgano de la Sala Oval, silenciado desde su abandono en 1974 y que cuenta con un ilusionante proyecto de recuperación.

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El MNAC y el pabellón ferial (debajo) que debe acoger su ampliación 

Redacción

El calendario apremia. El Sónar cerró ayer su edición más +D con una invitación a todos los agentes creativos de la ciudad a celebrar juntos su 30 aniversario en 2023. Y en 2024, el año de la bienal Manifesta y de la Copa del América (deporte y tecnología de la mano), Barcelona debería postularse para acoger, por qué no, la segunda edición del festival bienal de la Nueva Bauhaus.


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MIQUEL MOLINA

ilustración de Nil Molina para el libro Proyecto Barcelona, de Miquel Molina. Esculturas de Barcelona, Rebecca Horn, Miró, Lietchenstein y Juan Muñoz





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