El rey Carlos III tiene fuertes opiniones de la arquitectura moderna

El rey Carlos III tiene fuertes opiniones de la arquitectura moderna


Históricamente, la familia real británica ha evitado expresar opiniones controvertidas, lo que debería incluir al ahora rey Carlos III. Los royals suelen abstenerse de opinar particularmente sobre diseño y arquitectura moderna debido a que muchos de los palacios en los que residen fueron pagados con los impuestos de sus súbditos. Sin embargo, en las últimas décadas una persona se ha dispuesto a romper esta regla, y acaba de ser nombrado rey.

El rey Carlos III ha criticado abiertamente la arquitectura moderna durante la mayor parte de su vida adulta. Tal vez su insulto más contundente —y lo que le valió el apodo de «el crítico de arquitectura más prominente del mundo», según The New York Times— fue cuando en 1984 declaró que una propuesta de ampliación de la National Gallery de Londres parecía un «ántrax monstruoso». Desde entonces, no ha dudado en ofrecer su opinión sobre el urbanismo y la arquitectura contemporáneos. Un artículo de The Guardian señala que una vez definió el centro de la ciudad de Birmingham como un «monstruoso laberinto de hormigón» con una biblioteca que parecía «un lugar donde se incineran los libros, no donde se guardan».

El horizonte de Londres incluye edificios modernos, como The Shard, e históricos, como el Tower Bridge.

Laurie Noble / Getty Images.

Y aunque no todos en el mundo del urbanismo y la arquitectura comparte sus opiniones sobre el diseño moderno, su opinión ha tenido peso a lo largo de los años. El artículo de The Guardian enumera varios proyectos que fueron descartados después de que el entonces príncipe se negara a dar su visto bueno, entre ellos una torre de oficinas de Mies van der Rohe y varios proyectos del ganador del Premio Pritzker, Richard Rogers.

Aparte de criticar el diseño moderno, también se ha esforzado por defender la forma clásica. Como príncipe, Carlos llegó a crear una revista de arquitectura llamada Perspectives en 1994 (que se cerró pocos años después), escribió un libro sobre arquitectura filosófica titulado A Vision of Britain y creó su propio instituto de arquitectura dedicado a su estilo preferido de diseño clásico. Quizá su logro más notable sea Poundbury, una ciudad al sur de Inglaterra repleta de casas de estilo neogeorgiano, victoriano y de castillo; aquí no puede encontrarse ni rastro del brutalismo. Críticos de arquitectura como Oliver Wainwright de The Guardian se han referido a ella como una «Disneylandia feudal», todo espectáculo y nada de profundidad. Pero el monarca gobierna este reino en miniatura con principios estéticos cuidadosamente pensados; como señala un artículo de The New York Times de septiembre: «a nadie se le permite pintar su casa de un nuevo color ‘sin el consentimiento de Su Alteza Real'».

¿Por qué la realeza tiene aversión a lo moderno? Nadie lo sabe con certeza, pero el famoso arquitecto Ian Ritchie tiene una conjetura: «viene de la historia, estudió historia, ama la historia y ha pasado toda su vida viviendo en y con edificios históricos: es historia viva», dice Ritchie a AD. Aunque Ritchie está de acuerdo con la opinión del Rey sobre la preservación del entorno natural, cree que «[Carlos] tiene dificultades para articular la opinión arquitectónica de otra manera que no sea a través de una referencia histórica» El Rey, por su parte, dijo en un discurso de 2009 que su pasión proviene del amor por la humanidad: «La arquitectura define el ámbito público, y debería ayudar a definirnos como seres humanos y a simbolizar la forma en que miramos el mundo«, explicó.



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