En Réplica se exhiben los cuestionamientos y respuestas artísticas de Santiago Borja

En Réplica se exhiben los cuestionamientos y respuestas artísticas de Santiago Borja


Romper monolitos de identidad. Interesarse en las prácticas vivas. Preguntar si los objetos son valiosos y cuáles son las ideologías de la preservación que los rondan. Cuestionar por qué el concepto de patrimonio inmaterial tiene que ver incluso con la idea de congelar, cuando lo que se pretende congelar está vivo y si cambia, deja entonces de ser tradicional. Esas, son las algunas de las directrices que guían el cauce de la exposición Réplica, del artista Santiago Borja (Ciudad de México, 1970).

Disponible a partir del 5 de noviembre en el Museo Amparo -2 Sur 708, Centro Histórico-, la exhibición es un repaso de la trayectoria de 15 años del artista seleccionado en la Bienal de Venecia 2022 en el que se incluyen las “traducciones” de los proyectos que ha desarrollado en importantes espacios y museos, de los cuales no se presenta su documentación, sino una “reconfiguración” para que pudieran existir en Puebla.

Durante una conferencia de medios, el director del Museo Amparo Ramiro Martínez señaló que la exposición representa un momento importante pues tiene todas las características que se buscan en un proyecto expositivo: que tenga sentido para el museo, para sus colecciones y para su público, además de un sentido social. El museo trata, expuso, de visibilizar las formas de arte diferentes, a la par de que es un espacio donde se muestran y se cruzan otros mundos.

En ese sentido, Santiago Borja señaló que como artista va no en la lógica de producción de objetos de arte, sino en los procesos de investigación donde investiga la realidad “formateada por las instituciones”. Acompañado por la curadora Catalina Lozano, con quien ha trabajado durante más de una década, acotó que si bien el patrimonio es múltiple algo que hace el Estado es esquematizarlo, por lo que busca cuestionar estos conceptos y acercarse a las comunidades, donde hay una riqueza que no se puede reducir.

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El arquitecto de formación acotó que nociones como el “patrimonio cultural” son conceptos que se usa para establecer narrativas dominantes, lo mismo que “patrimonio inmaterial” parecería ser una idea que tiene que ver con congelar, cuando la cuestión es cómo congelar algo que está vivo. “Se ha tratado de construir la idea de lo mexicano como una amalgama de diferencias para convertirnos en ciudadanos y borrar esas diferencias, en vez de promover la diversidad y resguardarla”, criticó.

En su caso, la curadora Catalina Lozano señaló que, tras cinco años de trabajo con el Museo Amparo, la obra de Santiago Borja llega como una “exposición específica” que permitió madurar muchos de los proyectos, ello tras la participación del artista en Hasta que los cantos broten, la exhibición presentada en el Pabellón de México en la 59 Bienal de Venecia, al lado de los artistas Mariana Castillo Deball, Naomi Rincón Gallardo y Fernando Palma Rodríguez, que ella misma curó con Mauricio Marcin.

Sobre la práctica del también profesor de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda dijo que ha sido la de un “artista desobediente” que cuestiona principios de la arquitectura moderna, lo que ha desembocado en una investigación en la que hace analogías e interroga ciertos principios de la arquitectura moderna a través de ciertas formas de pensamiento antagónicas. “Lo que Borja pone en movimiento es una forma de pensamiento en la que cuestiona certezas, definiciones. Está muy activo en interrogar las evidencias de ciertas formas de pensamiento”, dijo y acotó que el trabajo de Borja ha pasado por diferentes etapas: desde el psicoanálisis y obras con Freud, Lacan y Jung, pasando por el esoterismo europeo, y recientemente cuestionando la noción de patrimonio y cómo hasta qué punto ciertas formas validan a la identidad como algo fijo, que puede ser utilizado políticamente. En suma, la curadora consideró que la práctica de Borja la distingue la colaboración con diferentes personas, con investigadores y expertos en diferentes oficios de producción material y de su propia práctica artística. “Todos esos diálogos le permiten absorber quehaceres y formas de hacer un desarrollo de largo aliento”.

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Destacó que la exposición Réplica, en la que se ponen en juego las definiciones del concepto: como reproducción o copia, y al mismo tiempo como respuesta a algo-, traduce además lo que pasó en otros lugares, en este caso las intervenciones que el artista hizo en la casa de Sigmund Freud en Londres, la villa Savoye de Le Corbusier en Poissy en Francia, o el Pabellón reconstruido de Mies van der Rohe en Barcelona, mismas que no se presentan de manera documental sino como una revalidación de los proyectos.

De paso, la investigadora destacó la inclusión de dos proyectos: la continuación de Talel – que en las lenguas tzotzil y tzeltal se traduce como “modo de ser, carácter, personalidad, inclinación, genio, costumbre”- el proyecto presentado en la Bienal de Venecia que lo llevó a trabajar con mujeres tejedoras de la comunidad Bautista Chico, de San Juan Chamula, en los Altos de Chiapas; así como un muro, “más bien un arquitectura escultura” hecha en adobe y producida en Puebla que explora la relación entre textil y la arquitectura, el textil y el texto, don conceptos relacionados en su raíz etimológica y en mitologías.

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