Entrevista Doris Tarchópulos: libro Las huellas del plan para Bogotá – Bogotá

Entrevista Doris Tarchópulos: libro Las huellas del plan para Bogotá – Bogotá


El libro Le Corbusier, Sert y Wiener: las huellas del plan para Bogotá es el resultado de un riguroso trabajo de años de la profesora de la Universidad Javeriana Doris Tarchópulos que reivindica las figuras de Le Corbusier, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener en los planes de construcción de la ciudad de Bogotá.

Según el arquitecto catalán Joaquín Sabaté Bel, esta investigación sorprende no solo porque duró años, sino por su rigurosidad. La autora tuvo que viajar por diferentes continentes. “Este libro no reúne tan solo por vez primera una riquísima documentación, extraviada durante años, de aquellos proyectos, sino que elabora un análisis minucioso y completo de dos episodios significativos: planes Piloto y Regulador”.

La documentación perdida que compila este trabajo es única, así como la reconstrucción de los diseños de cómo se pensó Bogotá y su importancia en la cultura local, en el urbanismo moderno de América Latina. En entrevista con EL TIEMPO, la autora nos habla sobre su experiencia.

Profesora Doris Tarchópulos, háblenos un poco de usted, de su recorrido profesional

Soy arquitecta, hice una especialización en vivienda en la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM y un doctorado en urbanismo en la Universidad Politécnica de Cataluña. Desde comienzos de los noventa estoy vinculada a la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana, donde dirigí el Instituto de Vivienda y Urbanismo y la Maestría en Planeación Urbana y Regional.

¿De dónde y por qué surgió la idea de este libro?

El libro contiene parte de mi tesis doctoral, que surge de los resultados de las investigaciones que dirigí sobre la calidad y los patrones de la vivienda social en Bogotá. Mi curiosidad por el origen del patrón urbanístico y arquitectónico de la vivienda formal e informal, que se repite como un sello constante en las periferias de Bogotá, me llevaron a buscar su procedencia y me encontré con el plan de Le Corbusier Sert y Wiener para Bogotá, sus modelos de vivienda y sus recomendaciones para “ordenar” la urbanización informal.

Con esa idea en mente, por casualidad descubrí los archivos de Carlos Arbeláez Camacho, quien fue director de la Oficina del Plan Regulador de Bogotá cuando Le Corbusier, Sert y Wiener hicieron el plan y posteriormente fue fundador y director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Javeriana. En varias carpetas de ese archivo había cartas, fotografías, artículos de periódico y de revistas, etc., que me llevaron a unas circunstancias desconocidas del plan en la historia de la arquitectura y el urbanismo en Colombia. A partir de entonces, incansablemente empecé a buscar el plan y cualquier referencia sobre su historia. El asunto parecía más importante de lo que se había documentado hasta el momento.

¿Cuál es la magnitud de la importancia de Le Corbusier, Sert y Wiener para Bogotá? ¿Qué huellas dejaron? ¿Cuál fue su legado?

Las huellas son diversas. Los arquitectos que se fueron involucrando a la planeación, aprendieron a hacer un plan para una ciudad a partir de conservar los elementos geográficos como son los cerros, los ríos y las quebradas, y de completar y proyectar la extensión de los sistemas públicos como son las vías, los equipamientos y los parques. También continuaron proyectando la ciudad con la jerarquía vial de la teoría de las siete vías de Le Corbusier, con la que conforman sectores autosufientes y conectados con el resto de la ciudad. Por eso, contamos hoy en día con una forma urbana y una estructura ecológica principal que conecta a los cerros, las quebradas y las cuencas de varios ríos con la del río Bogotá.

Hay que tener en cuenta que construir una ciudad fiel al dibujo ha pasado en muy pocas ocasiones como en las ciudades nuevas de Brasilia y Chandigarh, o en el ensanche de Cerdá para Barcelona. No es igual que proyectar un edificio, donde se dibujan hasta los detalles constructivos. Los urbanistas buscamos las huellas de los planes porque dan pistas de la cultura urbanística local, de lo que es útil y tuvo continuidad para tenerlo en cuenta en la planeación de la ciudad. El caso de Bogotá hay experiencias muy interesantes, aunque últimamente ha sido una frustración tras otra frustración.

¿Qué fue lo más difícil de la investigación?

Encontrar los planos y documentos originales asociados al Plan, porque paradójicamente no hay nada en los archivos de las instituciones bogotanas y nacionales, excepto algunos planos en antiguo Museo de Desarrollo Urbano.

¿Cómo se recuperaron esos documentos?

La búsqueda de la información me llevó al archivo de Josep Lluís Sert en la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard, de la que fue decano. Allí estuve trabajando dos semanas en la revisión y copia de innumerables documentos de todo tipo hasta que al final de mi estadía la directora del archivo me facilitó los originales del Plan para Bogotá: el documento del Plan Piloto de Le Corbusier y el Plan Regulador de Sert y Wiener.

Posteriormente trabajé en el archivo de la Fundación Le Corbusier en París, donde curiosamente no existe el documento del Plan Piloto de Le Corbusier. En cambio, encontré correspondencia, fotografías, estudios y los dibujos del proceso de formulación del Plan de Le Corbusier a escala nacional, regional, metropolitana, urbana, parcial, barrial y arquitectónica, en el que trabajaron los arquitectos colombianos Germán Samper, Rogelio Salmona y Reinaldo Valencia.

Muchos documentos perdidos fueron recuperados.

¿Qué debemos replantearnos en términos de urbanismo en Bogotá?

Retomar la idea de los sectores autosuficientes de la ciudad compacta, donde se resuelven las necesidades cotidianas de los residentes, como el comercio y los equipamientos de salud, educativos, deportivos, mercado, etc., a 15 minutos a pie. Se trata de la Teoría de Barrio propuesta por Le Corbusier hace 70 años precisamente en el Plan para Bogotá. De alguna manera, algo de la formalización de los sectores está en el ADN de la ciudad. Es cuestión de trabajar la planeación a esa escala.

Descartar el modelo del conjunto cerrado. Me refiero a la agrupación de grandes bloques multifamiliares de alta densidad, rodeados de áreas residuales o de estacionamientos, con cierre perimetral de rejas y acceso único peatonal y vehicular controlado, desconectado del espacio público y del tejido social del resto de la ciudad por “razones de seguridad”. Cuenta con reglamento de copropiedad, está dotado de circuito de cámaras de videovigilancia, de áreas comunales como gimnasio, piscina o canchas deportivas de uso exclusivo de los residentes. Aunque está demostrado, generan graves problemas de sostenibilidad urbana, ambiental y social según la ONU, y su fracaso estudiado en varios contextos, su proliferación en Bogotá es increíble. Por lo tanto, debemos responder responsablemente a la pregunta sobre el modelo de ciudad sostenible que nos merecemos para orientar el ordenamiento territorial.

¿Qué anécdotas enriquecedoras le deja esta investigación?

Acercarme a Le Corbusier no fue fácil porque en la carrera me enseñaron que era el culpable de todos los males de la ciudad moderna y contemporánea. Sin embargo, se entiende su creatividad si se contextualiza en los problemas que quería resolver y las novedades que debía incorporar a sus ideas de ciudad y su arquitectura. Cuestiones como la insalubridad asociada a varias pandemias, el hacinamiento, la falta de ventilación e iluminación en las viviendas, la ausencia de áreas verdes, acueducto y alcantarillado, además de las nuevas tecnologías como el ferrocarril, el automóvil y el avión. De hecho, muchos lectores de este artículo pensarán que el modelo del conjunto cerrado se lo invitó Le Corbusier, cuando es una distorsión inmobiliaria de sus dibujos y modelos de vivienda arriesgados para su época.

Otra de las lecciones aprendidas es que hay que hacerle caso a la intuición. Aunque la investigación requiere altas dosis de racionalidad, basta con hacerse preguntas y responderlas lo mejor que se pueda. También hay que hacer el esfuerzo para buscarles una utilidad para el presente y el futuro.

¿Qué recuperar de estos genios?

La importancia de proyectar y construir la ciudad a escala humana, como lo propuso el Plan para Bogotá de Le Corbusier, Sert y Wiener. Sabemos que la urbanización se ha convertido en una de las grandes amenazas para la supervivencia de la humanidad. Por eso, la arquitectura y la planificación urbana pueden contribuir a revertir el proceso destructivo regenerando las ciudades hacia un modelo de ciudad sostenible. Es decir, compacta, densa, continua y policéntrica, que integre a sus habitantes en vecindarios o sectores de tejido abierto, diverso y autosuficiente, dotadas de plazas, parques, redes de espacios verdes, equipamiento para el ocio, la cultura y el comercio asequibles a 15 minutos a pie.

La bicicleta es útil para las distancias barriales y urbanas, y el transporte público para las largas distancias metropolitanas y regionales. Recuperar la importancia del vecindario o el barrio como la unidad sostenible que permite proyectar el mejoramiento, el reciclaje, la regeneración o creación de nuevos desarrollos. Es cuestión de definir este modelo de ciudad en el POT

¿Dónde puede conseguir el libro los interesados?

El libro se consigue en librerías académicas y en la tienda Javeriana.

CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ
Escríbanos a carmal@eltiempo.com si tiene una historia de Bogotá 



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