Fun Furniture For Friends. Muebles contemporáneos Fonte Madrid

El mobiliario contemporáneo de Fun Furniture For Friends

Cuando escuché sobre la colección Fun Furniture For Friends, me asaltó de inmediato la curiosidad por conocer, en vivo, lo que podía esconderse detrás de aquellos objetos de esquemáticas y sencillas líneas negras, con títulos como Lámpara de pie 002, Banco 003, Cisne o Perro salchicha. Por eso, le pedí a su creador, Francisco Jordán —de híbrida formación y catalogación—, poder visitar su estudio y ver algunos de esos trabajos. Lo que pensé que me encontraría a pocos días de una inauguración serían obras a medio rematar, material de embalaje y mucho caos; pero en realidad, lo que descubrí fue un taller perfectamente ordenado, con los muebles y útiles alineados y en perfecta disposición.

Tal vez, la quietud que trasmitía ese espacio cuadraba mucho más con la propia sencillez de las piezas que lo ocupaban. Y cuadra también con lo que su autor me contó sobre su proceso de producción: no existen apenas maquetas, bocetos aproximativos, apuntes de versiones o detalles constructivos. Lo que me mostró Fran fue un cuaderno en el que cada página estaba ocupada por unos de esos dibujos trazados en rotulador negro, que reflejan con exactitud y limpieza lo que luego se convertirá en una silla, una lámpara o una escoba.

En definitiva, lo que él realmente hace —y así lo explica— es “dibujar con metal” en un ejercicio de creación con “archivos de formas”, algo que me trae a la memoria el Laboratorio de formas que en su día pusieron en marcha Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo.

Diseño colorista y sencillo en Fonte Madrid

Charlando con él, me di cuenta de que Fran apenas utiliza esa palabra comodín y muchas veces vacía en la que se ha convertido el término “diseño”. En un momento dado, al preguntarle por ello, me explicó que casi prefiere hablar de un procedimiento para “desdiseñar el objeto” —¿recuerdan lo que Leonard Koren nos proponía hacer con el baño? —. Tal vez, esos planteamientos y maneras de trabajar expliquen por qué Fran no cree en el diseño o en eso tan ambiguo que llamamos mobiliario. Lo que él concibe son muebles y piezas que, más allá de su utilidad práctica, funcionan como enseres —término que reivindico por contener en su formulación la esencia ontológica de la existencia—.

Este hacedor —mejor que maker— nos propone un proceso inverso al de la denominada inmersión —ya veremos si no ocasiona algún ahogamiento— en el mal llamado metaverso. Mientras que esta utopía a punto de cumplirse ofrece un paso del mundo tangible a uno ficticio con apariencia de hiperrealidad, Fran logra que unos limpios trazos de rotulador se materialicen en coloristas objetos, proporcionándonos unas pinceladas de optimismo y claridad que, en tiempos de incertidumbre y zozobra, son realmente bienvenidos; precisamente como lo es un amigo al llegar a nuestra casa.

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