Julio Cortázar y su vínculo con Wright, Le Corbusier y Gaudí

Julio Cortázar y su vínculo con Wright, Le Corbusier y Gaudí


Mario Minervino / mminervino@lanueva.com / Twitter: @mrminervino1

 

   Esta nota inspiró Julio Cortázar. Fue cuando en su novela Rayuela, escribió: «Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado».

Julio Cortázar

   Curiosa decisión del escritor de tomar a esos dos grandes maestros de la arquitectura Moderna para referirse a una obra que, en gran medida, es parte del mundo de la ingeniería.

   Ni Frank Lloyd Wright (1867-1959) ni Le Corbusier (1887-1965) –que pese a ser reconocidos como arquitectos no tuvieron esa formación académica– construyeron puentes. No fue parte de su ocupación habitual. Sin embargo, el primero dejó el proyecto de un puente que, de haberse concretado, hubiese modificado la manera de pensar ese tipo de obra. El suizo, por su parte, dejó en claro cuál era su puente favorito y porqué lo elegía como el más hermoso del mundo.

Efecto Mariposa

   Considerado por muchos estudiosos como el arquitecto más destacado del siglo XX, el norteamericano Frank Lloyd Wright diseñó en la década de 1950 un puente sobre la bahía de San Francisco, al que bautizó «Puente de Mariposas». Se basaba en una estructura de hormigón armado, que buscaba ser mucho más que un paso.

   Estaba apoyado en pilares gigantes huecos en forma de almendra, para darle a la obra resistencia antisísmica. Brazos largos y curvos llevarían seis carriles de tráfico y dos peatonales, sostenidos por dos arcos conectados por un parque en forma de mariposa que conformaba «un alivio agradable y de parada para el tráfico».

   Esa era la idea singular y distinta: un puente que se ofreciera también como un lugar de estar. “Un puente para todos los tiempos, sin necesidad de mantenimiento”, mencionó el auto de la casa de la Cascada..

   La obra nunca estuvo cerca de construirse. Por varios motivos: su costo, la oposición de varfios funcionarios públicos y el cuestionamiento de algunos ingenieros. «Hubiera sido brillante y muy influyente, y posiblemente cambiado el curso de cómo se habrían diseñado otros puentes. Una hermosa forma escultórica. Las personas que cruzan el puente podrían llegar a este parque paisajístico y disfrutar de las vistas de la bahía «, mencionan algunos estudiosos del proyecto.

   Como detalle adicional, la primera película Duro de Matar, protagonizada por Bruce Willis, tiene una escena donde se observa la maqueta de una gran obra. Se trata precisamente del puente diseñado por Wright, la mariposa jamás construida que se ganó su lugar en este film.

   Desde fines del siglo XX los arquitectos se han involucrado en el diseño de puentes. Los piensan como esculturas, como un equipamiento urbano, como sitios de cruces pero también de permanencia y de observación. Aquella idea de Wrigt tiene hoy varios ejemplos materializados. Cortázar podría haber descubierto que además de sostenerse por dos lados, este puente tenía un lugar de encuentro y permanencia.

Le Corbusier y el más hermoso del mundo

   El autor de la Villa Savoye tampoco diseñó puente alguno, pero quedó deslumbrado por el puente George Washington, en una de sus visitas a la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos.

   El puente es del tipo colgante y se extiende sobre el río Hudson, conectando Washington Heights, en Manhattan, con Fort Lee, en Nueva Jersey. Fue inaugurado en 1931 y esto escribió Le Corbusier sobre la obra.

   “El puente George Washington sobre el Hudson es el puente más hermoso del mundo. Hecho de cables y vigas de acero, brilla en el cielo como un arco invertido. Es una bendición. Es el único asiento de gracia en la ciudad desordenada. Está pintado de color aluminio y, entre el agua y el cielo, no se ve nada más que la cuerda doblada sostenida por dos torres de acero. Cuando tu coche sube por la rampa, las dos torres se elevan tanto que te traen felicidad; su estructura es tan pura, tan resuelta, tan regular que aquí, finalmente, la arquitectura de acero parece reír. El coche llega a una plataforma inesperadamente ancha; la segunda torre está muy lejos; innumerables cables verticales, relucientes contra el cielo, cuelgan de la magistral curva que desciende y luego sube. Aparecen las torres rosadas de Nueva York, una visión cuya dureza se mitiga con la distancia”.

Final, Cortázar y Gaudí

   Volviendo entonces al escrito de Cortázar. Wright y Le Corbuseri no hicieron puentes, pero es claro que los pensaron y los amaron.

   Y por ser hoy el día del arquitecto, vaya también una referencia al arquitecto catalán Antoni Gaudí y como sus coloridas cerámicas jugaron un papel clave en la infancia del autor de Rayuela. Cuenta Cortázar:

   “Entre un año y medio (de edad) y tres años y medio viví en Barcelona hasta que en 1918, una vez terminada la primera guerra mundial, mi familia pudo volver a Argentina. De esos años tengo recuerdos no precisos, recuerdos que me preocupaban y me atormentaban un poco cuando era niño. Hacia los 9 o 10 años de cuando en cuando me volvían imágenes muy inconexas, muy dispersas que no podía hacer coincidir con nada conocido, y entonces se lo pregunté a mi madre: Hay momentos en que yo veo formas extrañas, como baldosas o mayólicas con colores. ¿Qué puede ser eso? Y ella me dijo: Eso puede corresponder a que de niño, en Barcelona, te llevábamos casi todos los días a jugar con otros niños en el Parque Güell. Así que mi inmensa admiración por Gaudí comienza quizás a los dos años, inconscientemente”.

Park Güel, Barcelona



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