La elegante casa de Emilia Wickstead en el oeste de Londres

La elegante casa de Emilia Wickstead en el oeste de Londres


Atrapada bajo un armario caído: así fue como la madre de Emilia Wickstead se la encontró a los 11 años. “Había estado cambiando de sitio los muebles de mi habitación”, ríe la diseñadora natural de Auckland  (Nueva Zelanda) pero afincada en la zona oeste de Londres, hoy con 39 años. “Siempre estaba cambiando las cosas de sitio”. Lo que no te aplasta la cabeza, al parecer, te hace más fuerte. La pasión por el diseño de interiores jamás se apagó en el corazón de Wickstead como tampoco el interés por los roperos femeninos. Antes de mudarse en 2018 al amplísimo y luminoso apartamento –donde vive con su marido, Daniel, su hija de nueve años, Mercedes Amalia, y su hijo de siete, Gilberto– alojado en un edificio palaciego de ladrillo rojo de finales del siglo XIX, ya acumulaba multitud de archivos repletos de referencias. “Tenía una de las paredes de la casa anterior llena de inspiraciones para la nueva”, cuenta sonriente.

Emilia Wickstead en su casa de West London, junto a la puerta doble recién instalada que conduce al luminoso salón comedor. Lleva (en todo el reportaje) ‘total look’ de Emilia Wickstead, con zapatos de Prada y joyas propias.

Kate Martin

La solidez escultural, lujosa y sin fisuras de los apartamentos milaneses donde se crio hasta los 14 años –antes de trasladarse a la capital inglesa para estudiar diseño y marketing de moda en Central Saint Martins– ha sido el referente principal de estos cuatro meses de reforma. “Lo levantamos todo”, explica. Cambiaron el suelo laminado, ampliaron los accesos, elevaron los techos, colocaron puertas dobles dignas de un palacio, pintaron las paredes en tonos mostaza Toscana y revistieron la cocina, los dos cuartos de baño y el recibidor con losas de mármol Arabescato y Calacatta Viola, importadas con ayuda de unos amigos de la familia. “No sé cómo ha pasado, pero está por todas partes”, me recibe entre risas Wickstead, un viernes de teletrabajo, señalando con entusiasmo el damero de mármol de inspiración veneciana que pisamos en el vestíbulo. Cruza la entrada descalza y con tiento –sus zapatos de satén, punta afilada y tacón kitten aparcados junto a la puerta–, refinada y relajada a la par, con un elegante vestido de estilo años 40 de su propia cosecha. Y cita al arquitecto italiano Piero Portaluppi, fanático del mármol, que diseñó la emblemática Villa Necchi Campiglio de Milán entre los años 1932 y 1935 y revistió sus edificios con cuadrículas de esta piedra veteada.

Los exquisitos diseños de moda de Wickstead beben de la majestuosidad y el clasicismo del glamour del viejo mundo, ideales para veladas de punta en blanco y fiestas en el jardín, y son venerados tanto por aristócratas como por famosas de toda índole, de la duquesa de Cambridge a Zawe Ashton, la princesa Eugenia de York o Alexa Chung. No es de extrañar, pues, que las cuatro paredes de su salón comedor sean las únicas que se hayan alzado de cero en un plano que favorece los espacios interconectados. “Me gusta crear una habitación que sea un espacio íntimo de esparcimiento, delimitado para desayunar o cenar en familia”, dice, bañada por la luz matinal que arrojan los amplios ventanales de la estancia.



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