La exposición Réplica recoge una selección extensa del trabajo de Santiago Borja

La exposición Réplica recoge una selección extensa del trabajo de Santiago Borja


En Santiago Borja. Réplica se recoge una selección extensa del trabajo de Santiago Borja (Ciudad de México, 1970) en torno a cuestiones clave como la arquitectura, el patrimonio y el esoterismo, que han sido constantes en sus reflexiones de los últimos 15 años. 

Expuesta en el Museo Amparo bajo la curaduría de Catalina Lozano, la obra de Santiago Borja deja ver las analogías especulativas entre el sistema de pensamiento moderno y otras formas de conocimiento.

En los proyectos que se despliegan en los diferentes espacios del museo hasta el 20 de marzo de 2023, como el vestíbulo y las salas de exposición temporal, se develan conexiones particulares que abren posibilidades de repensar epistemologías establecidas. 

Poniendo en común la arquitectura moderna con sus aspiraciones universalistas con formas de pensamiento y quehaceres que hablan desde otras ecologías, Santiago Borja propone operaciones que permiten permear los límites y las divisiones que han sido fundamentales para el conocimiento occidental. 

De la misma forma, al visitar edificaciones que preceden la modernidad, puede observar los posicionamientos que se generan a partir de diferentes puntos de vista y sensibilidades diversas. 

Las obras contemplan distintas materialidades como dibujos, maquetas, esculturas, textiles, video, entre otras, así como una exploración del espacio arquitectónico del Museo Amparo, relacionándolo con proyectos de la arquitectura moderna.

La práctica artística de Santiago Borja interviene en sitios específicos con un afán transcultural. Va entrecruzando elementos relevantes de herencias culturales diversas; es decir, de diferentes formas de concebir el mundo, logra una serie de yuxtaposiciones que tocan por igual tanto el patrimonio cultural material como el inmaterial. 

De modo que, a través de lo que denomina “montajes anacrónicos”, busca hacer evidente la complejidad con la que se articulan nuestros valores culturales, y que, en aras de la construcción de identidades concretas, la mayor parte de las veces se ven reducidos y simplificados a una cosa única, permanente e inequívoca. 

Estos montajes, que se conforman a partir de elementos reales, buscan multiplicar los significados, abrir nuevas lecturas, establecer otros vínculos y desestabilizar la idea de originalidad o autenticidad enfatizando una lectura no lineal con respecto al tiempo, ya que, en su opinión, todas las formas de cultura se encuentran en un proceso continuo de hibridación.

La noción de patrimonio, especialmente el inmaterial, como una pregunta abierta ha acompañado a Santiago Borja en los últimos años, que lo ha llevado a indagar en los valores que se construyen a través de las políticas que lo establecen y las contradicciones que muchas veces están incrustadas en el origen de las mismas. 

El título de la exposición Santiago Borja. Réplica apunta entonces a los valores e instrumentalización ideológica que se adhieren a la cultura material y a sus múltiples manifestaciones. 

La réplica, en sus dos sentidos, como contraargumento o respuesta, pero también como copia o reproducción, alude a un diálogo crítico que suspende los valores modernos adheridos a la noción de originalidad, tanto material como simbólica.

Traducciones, reconfiguraciones en el Museo Amparo

En Réplica, propuesta como un repaso de la trayectoria de 15 años del artista seleccionado en la Bienal de Venecia 2022, se incluyen las “traducciones” de los proyectos que ha desarrollado en importantes espacios y museos, de los cuales no se presenta su documentación, sino una “reconfiguración” para que pudieran existir en Puebla.

En ese sentido, Santiago Borja señaló que como artista va no en la lógica de producción de objetos de arte, sino en los procesos de investigación donde investiga la realidad “formateada por las instituciones”.

Acompañado por la curadora Catalina Lozano, con quien ha trabajado durante más de una década, acotó que si bien el patrimonio es múltiple algo que hace el Estado es esquematizarlo, por lo que busca cuestionar estos conceptos y acercarse a las comunidades, donde hay una riqueza que no se puede reducir. 

El arquitecto de formación acotó que nociones como el “patrimonio cultural” son conceptos que se usa para establecer narrativas dominantes, lo mismo que “patrimonio inmaterial” parecería ser una idea que tiene que ver con congelar, cuando la cuestión es cómo congelar algo que está vivo. “Se ha tratado de construir la idea de lo mexicano como una amalgama de diferencias para convertirnos en ciudadanos y borrar esas diferencias, en vez de promover la diversidad y resguardarla”, criticó. 

En su caso, la curadora Catalina Lozano señaló que tras cinco años de trabajo con el Museo Amparo, la obra de Santiago Borja llega como una “exposición específica” que permitió madurar muchos de los proyectos, ello tras la participación del artista en Hasta que los cantos broten, la exhibición presentada en el Pabellón de México en la 59 Bienal de Venecia, al lado de los artistas Mariana Castillo Deball, Naomi Rincón Gallardo y Fernando Palma Rodríguez, que ella misma curó con Mauricio Marcin.

Sobre la práctica del también profesor de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda dijo que ha sido la de un “artista desobediente” que cuestiona principios de la arquitectura moderna, lo que ha desembocado en una investigación en la que hace analogías e interroga ciertos principios de la arquitectura moderna a través de ciertas formas de pensamiento antagónicas. 

“Lo que Borja pone en movimiento es una forma de pensamiento en la que cuestiona certezas, definiciones. Está muy activo en interrogar las evidencias de ciertas formas de pensamiento”, dijo.

Acotó que el trabajo de Borja ha pasado por diferentes etapas: desde el psicoanálisis y obras con Freud, Lacan y Jung, pasando por el esoterismo europeo, y recientemente cuestionando la noción de patrimonio y cómo hasta qué punto ciertas formas validan a la identidad como algo fijo, que puede ser utilizado políticamente. 

En suma, la curadora consideró que la práctica de Borja la distingue la colaboración con diferentes personas, con investigadores y expertos en diferentes oficios de producción material y de su propia práctica artística. “Todos esos diálogos le permiten absorber quehaceres y formas de hacer un desarrollo de largo aliento”.

Destacó que la exposición Réplica, en la que se ponen en juego las definiciones del concepto: como reproducción o copia, y al mismo tiempo como respuesta a algo-, traduce además lo que pasó en otros lugares, en este caso las intervenciones que el artista hizo en la casa de Sigmund Freud en Londres, la villa Savoye de Le Corbusier en Poissy en Francia,  o el Pabellón reconstruido de Mies van der Rohe en Barcelona, mismas que no se presentan de manera documental sino como una revalidación de los proyectos.

De paso, la investigadora destacó la inclusión de dos proyectos: la continuación de Talel – que en las lenguas tzotzil y tzeltal se traduce como “modo de ser, carácter, personalidad, inclinación, genio, costumbre”- el proyecto presentado en la Bienal de Venecia que lo llevó a trabajar con mujeres tejedoras de la comunidad Bautista Chico, de San Juan Chamula, en los Altos de Chiapas; así como un muro, “más bien un arquitectura escultura” hecha en adobe y producida en Puebla que explora la relación entre textil y la arquitectura, el textil y el texto, don conceptos relacionados en su raíz etimológica y en mitologías.





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