La mansión incendiada y las incógnitas alrededor de sus orígenes

La mansión incendiada y las incógnitas alrededor de sus orígenes


A poco más de 24 horas del incendio que destruyó la casona que se levanta a la vera de la Circunvalación, detrás del parque huerta del barrio Tablada, la única certeza es que la pareja que la habitó durante más de tres décadas ya no podrá quedarse allí. Su historia, en tanto, ligada a los orígenes de la zona sur, algunos la señalan vinculada a los tendidos del ferrocarril en los inicios del siglo XX, resultan difíciles de dilucidar incluso entre arquitectos y especialistas.

La Capital la había visitado hace una década en un recorrido por las casonas del barrio y ya por entonces Mercedes, su cuidadora, contaba lo poco que sabía de la historia. Hoy ella y su pareja, Eduardo, buscan un lugar dónde instalarse y reciben, a través de familiares y amigos, cualquier ayuda de quien quiera brindarla.

«Estamos recibiendo donaciones y eso se agradece mucho porque la verdad es que ellos allí ya no pueden estar más», señaló Maricel, una de las amigas de la pareja, que reconoció los gestos de los rosarinos que se comunican a su teléfono (341-6466-251) para aportar lo que la pareja necesite.

Maricel cuenta que Mercedes y Eduardo Delgau llevaban 36 años viviendo en la vieja casona de Tablada, un enclave casi escondido detrás del parque huerta y al costado del acceso sur de la ciudad.

«El dueño les pidió que se quedaran viviendo allí para cuidar la casa y así lo hicieron por todos estos años; es una casona vieja, la fueron reformando y arreglando como pudieron hasta ahora, que ya no podrán estar más», indicó la amiga de la pareja, que ratifica lo dicho por los expertos de Bomberos y Defensa Civil en las últimas horas respecto del riesgo de derrumbe que corre la estructura.

En 2012, en una recorrida realizada en el marco de un nuevo debate en torno a los inmuebles patrimoniales y a un relevamiento en el Cordón Sur que había llevado adelante Programa Municipal de Patrimonio del municipio, La Capital se había acercado a la casona, que está ubicada sobre una zona en altura y de difícil acceso, y en ese momento Mercedes había afirmado que el inmueble tenía «mucho más de cien años».

Un origen con pocas certezas

Rodeada de vegetación y de un terreno que entonces aparecía semiabandonado, la casona se levantaba en dos plantas, tenía un altillo en desuso y un sótano y un ingreso en la planta baja muy deteriorado. Desde ese momento, la familia ocupaba el piso alto, donde solo en ese sector hay siete habitaciones, además de tres baños. A simple vista, hace una década se observaban importantes señales de deterioro.

Lo cierto es que nadie puede afirmar en qué año fue construida y quién lo hizo. En 2012 los especialistas del Programa de Preservación de la Municipalidad tampoco tuvieron certezas, y esas dudas persisten.

Entre el grupo Basta de Demoliciones, un espacio integrado por arquitectos y amateurs que siguen de cerca la historia de la ciudad y su patrimonio, hubo solo algunas pistas. «Dicen que fue de (Manuel) Arijón o de las familias de poder de Rosario, que se iban a vivir sobre el Saladillo cuando decían que sus aguas eran curativas. Luego llegó el frigorífico y la zona cambió para siempre», se lee en uno de los comentarios.

Ciertamente una de las versiones que planteó el arquitecto Adrián Pifferetti es que la casa podría haber sido una de las siete mansiones que en 1885 Arijón mandó a levantar al ingeniero francés Abel J. Pagnard a lo largo de sus tierras en la actual zona sur, y que eran arrendadas a las familias de la alta sociedad para veranear en el Saladillo.

Pagnard había llegado en 1902 a la Argentina para la construcción del puerto de Rosario y hasta 1905 fue director de Obras. Sin embargo, están quienes dicen que de esas siete casonas solo una sobrevivió e incluso que esta casa es «demasiado inglesa» para haber sido construida por Pagnard.

Una alternativa inglesa

Ana María Ferrini, referente de Basta de Demoliciones, barajó como posibilidad por sus características que la casona haya sido diseñada por el inglés Herbert Boyd Walker, que construyó obras con características similares y que incluso dejó en la ciudad obras ferroviarias y edificios emblemáticos, como el antiguo Palacio de Tribunales, actual Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Sin embargo, el arquitecto y profesor de la UNR, Carlos Candia, señala un detalle a tener en cuenta. «Hay ciertos elementos de estilo que podrían indicar que sea de Boyd Walker, pero a mi criterio, por ciertos recursos “modernistas” que llegaron a la ciudad después de 1910, esa casa podría ser posterior a esa fecha y resulta que Walker murió justo en ese año», advirtió Candia.

Tal es así que el historiador del Saladillo, Alfredo Monzón, no cita a su constructor, pero la ubica como una obra de finales de los años 20 y entrados los años 30, que en sus inicios perteneció a funcionarios del ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano.

«En un momento también perteneció a la Cooperativa Eléctrica Anexo Rosario, fundada en los años 40, y que abastecía de electricidad al Saladillo y parte de Pueblo Nuevo. Está cooperativa estaba ubicada en esa zona y quebró cuando una crecida del Paraná inundó la sala de máquinas», contó Monzón.

A lo largo de su historia, señaló, «la mansión pasó por diferentes propietarios». Incluso Monzón, como otros, remarcó que hubo un tiempo en que permaneció ocupada, aunque todos desconocen quiénes son sus propietarios.





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