La obsesión del genial Le Corbusier por rediseñar Buenos Aires
En octubre de 1929 el famoso arquitecto Le Corbusier dictó en Buenos Aires diez conferencias sobre Arquitectura Moderna. En su polémica visita propuso realizar un plan urbano para la ciudad, con argumentos e ideas adelantadas para la época, innovadoras. Pero se volvió a París con las manos vacías. Durante más de veinte años desarrolló de manera obsesiva su propuesta intentando por todos los medios concretar el proyecto que finalmente nunca se realizó.
“Las ciudades están enfermas. Buenos Aires, como todas, sufre las consecuencias de los errores urbanísticos”, disparó en una de las exposiciones que dio en la Asociación Amigos del Arte. Victoria Ocampo, al frente de la Asociación, fue una de las impulsoras de su invitación. La escritora, editora y mecenas quería difundir las vanguardias europeas y admiraba las de Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, uno de los referentes, sino el más emblemático, del movimiento moderno.
A 93 años de la única vez que el arquitecto franco-suizo visitó el país, el documental Plan Para Buenos Aires desentraña los intentos casi maníacos por definir el trazado porteño y los vericuetos de su estada. Dirigido por Gerardo Panero, el largometraje recoge testimonios que dan cuenta de los detalles de ese viaje y su empeño por convencer a la elite porteña de los beneficios de sus impulsos urbanistas.
“Voy a ser grande, mamá”, le escribió Le Corbusier unos días después de que el transatlántico francés Lutetia arribara al puerto, el 28 de septiembre de 1929. La primera visión que tuvo de Buenos Aires fue nocturna. Quizás por las luces y el recorte de la ciudad de frente –o de espaldas- al río, Le Corbusier quedó impactado por el encuentro del río con la pampa y le resonó la posibilidad de convertirla en el “gran faro de América”. A esta idea fija la dibujó en vivo en una de las exposiciones con el objetivo de convencer, y enamorar, al público integrado por funcionarios, personajes de la burguesía, el arte y la política. También la definió en su libro Precisiones como “horizontal insignie”.
El autor de piezas icónicas de la arquitectura moderna como Ville Savoye, en Poissy (Francia), Ville La Roche, en París, el Pabellón Philips, en Bruselas, y Casa Curutchet, en La Plata –la única obra que realizó en Argentina– estaba por trascender. Fue un grande, pero no precisamente por la obstinación que durante octubre de 1929 desplegó entre las calles porteñas. Le Corbusier llegó con sus icónicos anteojos redondos y una valija cargada de expectativas, ya que sus ideas para aplicar el urbanismo moderno habían sido resistidas en Europa.
De acuerdo a los testimonios relevados en el documental, distintos expertos cuentan sobre su estrategia conocida como “la tabla rasa”, una propuesta que sugería derribar ciertas estructuras urbanas. “El plan surgió de una ciudad existente, con los mismos elementos que encontró durante el viaje.
De acuerdo a los testimonios relevados en el documental, distintos expertos cuentan sobre su estrategia conocida como “la tabla rasa”, una propuesta que sugería derribar ciertas estructuras urbanas. “El plan surgió de una ciudad existente, con los mismos elementos que encontró durante el viaje. Así, recomendaba revitalizar el área de La Boca y el Riachuelo en alianza con el sector industrial de Avellaneda, y quería replicar el proyecto de viviendas populares que había logrado en París”, explica Pablo Pschepiurca, uno de los arquitectos consultados.
Croquis a mano alzada, cuadernos repletos de anotaciones y dibujos de la ciudad. Desde su habitación del antiguo Hotel Majestic, en Avenida de Mayo y Chile, donde se alojó, Le Corbusier proyectó el Plan Director para Buenos Aires. “Es necesario conquistar para el ciudadano el verde de la pampa que duerme bajo el cemento levantando verticalmente las manzanas. Conquistar el sol, orientar los edificios conforme su trayectoria. Contraer el espacio a una escala más humana a la vera de su histórico río. Creada para vivir y no solamente para habitar”, proclamaba en sus conferencias y obnubilaba a intelectuales, burgueses, políticos y empresarios. Se volvió a París con promesas y compromisos de palabra que jamás ocurrieron. Su empeño no fue suficiente; el interés que había despertado su llegada se fue desvaneciendo en el aire. “Se fue enojado aunque siguió muy insistente con su plan. No entendía los motivos de su rechazo, pedía explicaciones hasta que después se terminó olvidando del asunto”; destaca Cayetana Mercé, arquitecta, otra de las figuras entrevistadas.
Su viaje en primera clase desde Burdeos y los honorarios de sus charlas fueron solventados por la Sociedad de Conferencias y la Asociación Amigos del Arte, con Victoria Ocampo como impulsora y anfitriona desde el minuto uno. Ella misma lo recibió en el puerto y para ella proyectó una casa que tampoco se construyó.
“El dibujo sobre una foto gigante de la ciudad fue el movimiento más importante de las conferencias. Allí plasmó la negociación entre lo que existía y lo que no”, apunta Jorge Francisco Liernur, profesor emérito de la Universidad Torcuato Di Tella. Para el arquitecto, el desmedido entusiasmo de Le Corbusier obedecía a que en Europa “estaba arrinconado; tenía mucha discusión con los alemanes, que lo acusaban de ser el arquitecto de la aristocracia. Los rusos también lo consideraban burgués. Por eso pensaba que su lugar era ponerse a la cabeza de las naciones latinas”. Liernur y Pschepiurca son los autores de La red austral: obras y proyectos de Le Corbusier y sus discípulos en la Argentina, 1924-1965, libro publicado por la Universidad Nacional de Quilmes que repasa los misterios y las tramas de la visita ilustre.
Relación tormentosa
Diseñar ciudades, y ya no tanto casas, fue el sueño que le quedó trunco. Tampoco pudo constituirse en el líder de la arquitectura moderna del mundo latino, aunque su pensamiento proyectual se estudia en todas las universidades del planeta. La relación tormentosa que estableció con la Argentina se mantuvo en el tiempo, entretejida a dos puntas, hasta que se diluyó.
“Después de su viaje se perdió el contacto hasta que ocho años después, y de casualidad, Le Corbusier escuchó la palabra Argentina otra vez. Fue cuando los arquitectos argentinos Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, junto al catalán Antonio Bonet, le tocaron la puerta de su estudio de París porque querían realizar una pasantía en el estudio”, señala Gerardo Panero, el director del documental, que califica a Le Corbusier como un personaje contradictorio, y a la vez, figura central de la arquitectura moderna. “Me atrajo su figura y su obsesión por llevar adelante el plan”, explica el cineasta, autor además del documental Amancio Williams, sobre el arquitecto que proyectó la Casa del Arroyo y colaboró con Le Corbusier en el proyecto de la Casa Curutchet, en La Plata.
Sin embargo, los conceptos de Le Corbusier se filtraron en el tejido urbano, varios años más adelante. Puerto Madero y su tira de torres, la implantación de Ciudad Universitaria, la ampliación del Congreso de la Nación y la red de autopistas, entre otros proyectos, remiten a las ideas del arquitecto.
“Los flamantes arquitectos cuentan que durante el primer mes ni les habló y después les preguntó mucho por Victoria Ocampo. Hasta que retomó la idea del plan urbano y los puso a trabajar en ese proyecto”, señala Panero sobre los autores del BKF, el sillón que fue reproducido en todo el mundo y lleva por nombre las iniciales de los proyectistas. El nexo entre los arquitectos argentinos en París y los materiales que requerían para avanzar con el plan urbano fue Ítala Fulvia Villa, arquitecta invisibilizada en los libros de historia que les enviaba por correo toda la documentación requerida. Planos aéreos, fotos, detalles, cartografías. “Ítala además proponía muchas ideas”, señala Cayetana Mercé sobre la arquitecta del Grupo Austral que diseñó el Sexto Panteón del Cementerio de la Chacarita.
Pero una vez más el ambicioso proyecto urbanístico quedó trunco. “Desde 1945 en adelante ya no hubo más intercambios”, confirma Panero. Sin embargo, los conceptos de Le Corbusier se filtraron en el tejido urbano, varios años más adelante. Puerto Madero y su tira de torres, la implantación de Ciudad Universitaria, la ampliación del Congreso de la Nación y la red de autopistas, entre otros proyectos, remiten a las ideas del arquitecto.
El documental Plan Para Buenos Aires se proyectó en la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y en el Centro Cultural Recoleta.El 31 de este mes se presentará, en el marco del Bafici Itinerante, en el Cine Teatro Select, Gral. Alvear 665, San Salvador de Jujuy.