La plaza de pajaritas de A Coruña
En una ocasión, un periodista preguntó a Eric Idle, tras la presentación de ‘Los Caballeros de la tabla cuadrada’, sobre qué trataría la próxima película de los Monty Python. Idle, con su sarcasmo habitual contestó: “Jesucristo, ansias de gloria”. El periodista, confundido y ofendido al mismo tiempo, no realizó más preguntas. Esta respuesta se convirtió en un gag recurrente de Idle, siempre que las entrevistas se volvían reiterativas, pesadas u hostiles contra un humor que podía resultar demasiado abstracto o incomprensible. Pero a sus compañeros, sin embargo, les resultó simpático, y el chiste se transformó en realidad. Se formaron durante varios meses, buscaron presupuesto (aunque hubo algún obstáculo económico que, afortunadamente, George Harrison resolvió) y realizaron la película ‘La vida de Brian’.
La broma como la forma más simplificada de humor constituye una acción inherente al ser humano. Quizás porque aquello que se labra en mármol o pretende convertirse en legado cultural de una civilización se ve revestido de cierta solemnidad, parece que la historia de la humanidad siempre fue algo serio. De hecho, en la novela ‘El nombre de la rosa’, la trama transcurre de forma indirecta sobre el humor, planteando la cuestión sobre la risa de cristo. Pero en realidad no puede haber sido así. Y es que no se han conservado muros con las palabras ‘Romani ite domum’, pintadas por un tal Brian, pero, al margen de algunos legajos puntuales (unos pocos grabados o escritos), la arquitectura ha podido reflejar, en ocasiones, el sentido del humor.
“Ironía, sarcasmo, perversión, pragmatismo apasionado, a veces rozando el filisteísmo…Nadie ha cambiado nunca tanto la arquitectura con tan pocos medios como Cedric Price” Rem Koolhaas.
Hay edificios que, experimentados, provocan una extraña percepción en forma de incógnita o quizás de sospecha: “Is this the real life? Is this just fantasy?” (Bohemian Rapsody, Queen. ¿es esto el mundo real? ¿es sólo fantasía?). La composición o la aplicación del lenguaje a determinados elementos del mismo, pueden provocar efectos singulares que buscan engañar, confundir o simplemente jugar con el visitante. A veces de forma deliberada y otras accidental.
Bromas en los lugares más insospechados
La plaza de San Pedro en Roma, proyectada por Bernini, esconde un truco visual extraño. Hay dos puntos en los que parte de la columnata simplemente, desaparece, como si se tratase de un truco en el que es imposible determinar en qué instante el mago escondió la moneda en la otra mano. La respuesta se encuentra en la geometría, ya que la plaza tiene forma de elipse, y al situarse sobre uno u otro foco, las diferentes columnatas concéntricas se alinean y parece que tan sólo existe una, por lo que la distancia desde la plaza y lo que está tras sus límites parece más pequeña. Este tipo de efectos es común en el barroco, que busca sorprender, crear efectos irreales como el retablo que parece fundirse por la luz del sol en la catedral de Toledo creado por Narciso Tomé y sus hijos (1721-1732).
O quizás ese sentido del humor explicaría por qué hay un astronauta en la fachada de la catedral nueva de Salamanca, un dragón comiendo un helado en la fachada de la catedral vieja, un fotógrafo en una de las gárgolas de la catedral de San Antolín de Palencia o un teléfono Nokia en la catedral de Calahorra. Y aunque en las catedrales haya bromas que vayan un poco más allá como la gárgola de la catedral de Colonia (1248-1280) que enseña el culo, como respuesta del maestro constructor al aumento de impuesto especialmente a los de la cerveza; en algunas otras, como en la de Santiago, el humor se mezcla con el terror, al ver aparecer a un monje en la plaza da Quintana cuando cae la noche. Un efecto fruto de la sombra de la pieza de pararrayos.
Quizás los arquitectos a veces, tengan un sentido del humor… peculiar. Pero esto no es patrimonio de la arquitectura clásica, medieval o barroca, la arquitectura moderna de forma deliberada o accidental produce situaciones delirantes. El arquitecto suizo, Le Corbusier (1887-1965) decidió pintar murales, semidesnudo en la casa E-1027 diseñada por la arquitecta Eileen Gray (1878-1976) en Cap Martín, quizás por envidia, frustración (y un poco de despecho) o broma. Aunque también decidió forrar su ejemplar de El Quijote con el pelo de su perro Pinceau y conservar una vértebra de su mujer fallecida (tras su incineración parcial) sobre la mesa de trabajo, convirtiendo el humor en algo macabro. No todo es deliberado. El arquitecto Ernö Goldfinger (1902-1987) se convirtió en un villano de 007, cuando a raíz de un litigio con un familiar de Ian Flemming este decidiese bautizar con el apellido del arquitecto a la némesis de James Bond. Y el número 20 de Fenchurch st (Londres) diseñado por Rafael Viñoly (1944) tiene la propiedad de “quemar coches” debido al efecto lupa que produce su geometría concentrando los rayos del sol. Este efecto es denominado por los londinenses como “el rayo de la muerte” en referencia a Star Wars.
A pesar de todo, el irreverente arquitecto Cedric Price ya mayor se ponía su camiseta con la frase “Do it with an Architect” y se fotografiaba de forma divertida en un acto de autocrítica y sarcasmo. Porque a veces los edificios se comportan de forma bromista sin buscarlo, y de forma anecdótica crean un relato en torno a sí mismos.
Una fuente accidentada
La fuente de Pajaritas en A Coruña, fue proyectada por el arquitecto coruñés Antonio Tenreiro Brochón (1923-2006), hijo de Antonio Tenreiro Rodríguez (1893-1972). Antonio Tenreiro Rodríguez, es una figura fundamental para la historia de la arquitectura coruñesa, autor del Banco Pastor, la Casa Barrié, el edificio Atalaya o algunas obras de la antigua ciudad universitaria de Riazor, muchos de ellos con su socio Peregrín Estellés. Su hijo Antonio Tenreiro Brochón, combinó la formación arquitectónica con su interés por las Bellas Artes, desarrollando una obra artística muy interesante dentro de una generación en la que se encontraban Lago Rivera, José María Labra o Ramón Vázquez Molezún. Dentro de sus obras como arquitecto destacan el Instituto Laboral de Betanzos (1952) o la casa Labra en Gandarío (1957), aunque su obra pictórica es también prolífica, realizando numerosas exposiciones en el Modern Art Center de Zúrich, las galerías Atelier Riechentor de Basilea o el Centro Lucense de Buenos Aires en la década de los cincuenta, a partir de las cuales su prestigio como pintor aumenta hasta convertirse en una figura fundamental de la cultura gallega.
El diseño de la fuente, realizado en la década de los setenta, utiliza un lenguaje muy característico de la escultura y arquitectura del momento, en que la experimentación con el hormigón en su formalización orgánica en arquitectura, y la abstracción geométrica en ocasiones con el uso de la repetición en el mundo del arte, son estilemas funcionales de los artistas y arquitectos. La función de la pieza era meramente estética, y no se revestía de ningún tipo de uso aparente. El paso del tiempo dibujó, como lo hace con cualquier elemento que ocupa el espacio público, una función representativa que se convierte en testigo cultural de su época ayudando a componer la narrativa de la ciudad.
La fuente fue inaugurada con cierto abolengo, y las pajaritas se vieron complementadas con chorros de agua que aportaban reflejo y movimiento a las piezas. Sin embargo, los planos se perdieron, o así se decía en la prensa del momento. La instalación de agua, tras el día de la inauguración, no volvió a funcionar hasta 1996. En este año, se realizan trabajos mantenimiento y reforma de la misma, y esta recupera el agua. Sin embargo, si los planos se “habían perdido” quizás fue por alguna razón, y es que la fuente carecía de instalación de abastecimiento de agua. Nunca se realizó, por ello era imposible repararla, y finalmente las obras previstas por el ayuntamiento incluyeron la instalación de abastecimiento de agua y saneamiento. Pero ¿cómo es posible entonces que la fuente contase con agua el día de la inauguración si no había suministro? ¿magia o broma? Ambas y ninguna. En días previos a su inauguración, la fuente fue sometida a una prueba de estanqueidad y puesta a punto. Los encargados de realizar esta labor fueron los bomberos, quienes suministraron agua y la pusieron en funcionamiento. Agotada el agua, la fuente dejó de funcionar.
Puede que los planos sí existiesen y la canalización no, pero fue la propia fuente la que estuvo a punto de dejar de existir en 1995, cuando se tomó a decisión de derribarla debido a que su aspecto se consideraba anticuado. Medida que encontró la oposición de los vecinos, quienes la percibían como un elemento identitario del barrio. La fuente, en la actualidad, se encuentra en funcionamiento y por fin cuenta con su propio abastecimiento de agua.
En contra del aburrimiento y favor de la risa
El arquitecto alemán Mies van der Rohe (1886-1969), manifestó su pensamiento arquitectónico con la frase ‘Less is more’(menos es más) a la que el arquitecto americano Robert Venturi (1925-2018), no sin cierta mofa, respondió diciendo ‘Less is a bore’ (menos es aburrido). La evolución de la arquitectura a lo largo del tiempo, produce como en tantas otras disciplinas un desarrollo a base de fracturas y uniones, pero nunca exenta de humor.
Una fuente que pudo ser demolida, de la que además no se encontraban sus planos, hasta que resultó que la presencia de agua había sido obra de los bomberos, parece una enorme broma. Pero a veces el contexto de algunas construcciones lo es, como el célebre Rascainfiernos del genial arquitecto Fernando Higueras, quien, al dividir la casa con una pequeña parcela tras su divorcio, tomó la decisión de quedarse con la parte de jardín. Su familia miraba con escepticismo la decisión de Higueras, ya que en el jardín era imposible vivir y la normativa impedía construir en altura. Hasta que él dijo: “pues construyo hacia abajo”, y realizó la cueva más moderna, sensible y virtuosa del hombre moderno, un rascainfiernos habitable, convirtiendo lo que aparentemente era un chiste en una magnífica obra maestra de la arquitectura contemporánea española.
El diccionario del diablo de Ambrose Bierce define Humorista como “Plaga que habría ablandado la gélida rudeza de corazón del Faraón, incitándolo a liberar a los hijos de Israel y a mandarlos rápidamente a su país, con sus mejores deseos.” Y es que, si un profesional se reviste de cierta capa de humor, quizás sea capaz de ablandar los cánones de la disciplina, como Cedric Price, le Corbusier o Frank Ghery, y crear un hábitat o un lugar menos prejuiciado y amargado, en favor de uno que se toma la vida de forma diferente. Como decía Eric Idle en “Always look on the bright side of life”:
”Life’s a laugh and death’s a joke, it’s true
You’ll see it’s all a show
Keep ‘em laughin’ as you go
Just remember that the last laugh is on you
And Always look on the bright side of life”
Eric Idle, como uno de los crucificados en la escena final de La vida de Brian. Graham Jones y Monty Python, 1979
(La vida es una risa y la muerte un chiste, es verdad
Verás que todo es un espectáculo
Manténlos riéndose mientras te vas
Recuerda que la última risa corre de tu parte
Y siempre mira al lado luminoso de la vida)
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