La riqueza de los clásicos
La casa apareció a fines de la década de 1920, despojada, modesta como un detalle, entre los palacios majestuosos y las mansiones de «la París latinoamericana».
Hecha de volúmenes blancos, fue la primera racionalista de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy no se cuestiona su valor y en julio fue declarada Monumento Histórico Nacional. Pero en aquellos años no la quiso casi nadie.
La edificó en 1928 el arquitecto Alejandro Bustillo sobre la base de un proyecto que Victoria Ocampo, la escritora, traductora y editora, le había encargado para otro terreno al suizo Le Corbusier, pope de esa vanguardia.
Incluso Bustillo, figura local del neoclásico, la criticó: «Victoria era una coqueta que siempre se salía con la suya. Esta casa parece una maquette con jirafas, por ese motivo no la firmé«. Y vecinos y autoridades se quejaron: «¡Afea al barrio!»
Le Corbusier la respaldó. «Hasta ahora, es la señora Victoria Ocampo, la única que ha hecho el gesto decisivo en arquitectura, al construir una casa que promovió un escándalo «, marcó casi tres décadas más tarde, en 1962. Y lanzó: “En Buenos Aires, es así. Sus dos millones de habitantes emigrantes emotivamente académicos -por los gustos estéticos- chocan con esta mujer sola que sabe lo que quiere”.
Las construcciones vecinas a esa joya, hoy sede de la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, aún invitan a jugar a los contrastes. La mayoría son pasajes a Francia o a la Inglaterra de los Tudor. Y la pionera igual atrae.
La casa seduce con su historia. El hecho de allí Victoria creara la revista Sur, puente con intelectuales del mundo. Y porque, como ella escribió, representa «todo un estilo de vida que cambia».
Es una oda a la sencillez. En la zona top de Barrio Parque (Rufino de Elizalde 2831), ofrece la riqueza de los clásicos.
JS