la sugerente receta del restaurante del MNAC
Los turistas y participantes de las ferias de Barcelona se acercan con curiosidad a la montaña de Montjuïc para disfrutar de las fuentes luminosas de Buhigas, de la Fundación Mies Van der Rohe o del Poble Espanyol. Y frente a ellos descubren un edificio solemne, de estilo ecléctico, resguardado por nueve chorros de luz que corona la Avenida de María Cristina.
Este edificio es el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), construido para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, que desde 1995 presenta uno de los mayores centros artísticos y culturales de la ciudad.
Además de contar con la mejor colección de pintura mural románica del mundo, presenta piezas orfebrería, escultura en piedra y en madera; pero también un fondo único de arte gótico; así como obras de grandes pintores del Renacimiento y Barroco, como Tiziano, El Greco, Velázquez y Goya.
El MNAC concentra la mayor colección de pintura mural románica del mundo
También cuenta con varias salas dedicadas al arte moderno, sobre todo de creadores catalanes, como Fortuny, Ferrer, Miró, Casas o incluso Gaudí, con ejemplos de diseños de mobiliario.
La propuesta gastronómica
Otro tesoro que complementa la riqueza del MNAC es la propuesta de alta cocina que propone su restaurante Òleum, que se encuentra en el Salón del Trono donde se inauguró la Expo ’29, cerca de la inmensa Sala Oval del museo (que se utiliza en grandes eventos).
La ubicación es excepcional por las vistas de la ciudad a través de amplios ventanales que reflejan y se multiplican en los espejos del techo.
También por su delicado interiorismo, diseño de Xavier Olivé, que participa de la obra arquitectónica de Gae Aulenti para el resto del museo.
Y sobre todo porque ofrece una alta cocina de autor, brillante colofón para los sentidos, tras una jornada artística, con un nivel gastronómico del que muy pocos museos pueden disponer.
Qué se puede comer en el Òleum
El Òleum ofrece un menú semanal con sugerencias del día, que combina la cocina tradicional con la de vanguardia, basada en la dieta mediterránea y en productos de proximidad.
Por 29,5 euros consta de un entrante, dos platos principales, pan rústico de la casa y un postre (todo a elegir entre tres opciones). La cuidada presentación de los platos es un añadido artístico que combina con el ambiente.
Entre los entrantes se pueden elegir Nuestra Gilda, variación Òleum de la tapa legendaria, un original y muy aromático cremoso de trufa con crujiente de barbacoa, y un delicado pero tradicional pan soplado con jamón ibérico.
Los primeros tienen en cuenta el peso de los segundos platos y lo equilibran con ligereza compositiva, que no volumen, siempre más que aceptable; y constan de una mediterránea ensalada de tomates de temporada, espinacas baby y queso de cabra gratinado o una muy fina crema de cebolla al Armagnac, crujiente de parmesano y ajo negro.
Los primeros tienen en cuenta el peso de los segundos platos y lo equilibran con ligereza compositiva
También se puede elegir un cromático plato de pasta como es el Grandsole Piselli con menta, salsa de queso ahumado y albahaca fresca, además con un suplemento de siete se puede optar por un carpaccio de ternera, nueces, rúcula y parmesano.
Los platos principales
Y llegamos a los platos principales, como una muy suave corvina asada con verduritas y jugo oriental; una marinera (con sepia y almejas) cazuelita de fideuá con alioli, y para los amantes de las carnes más jugosas, un meloso de ternera a baja temperatura con espárragos trigueros, setas y salsa de Café París.
Una alternativa es añadir un pollo braseado con setas, patatas parisinas y salsa de foie (suplemento de ocho euros).
Y vienen los postres con un mosaico de fruta fresca con sorbete de mandarina, un goloso ganaché de chocolate, pan de cristal con caviar de oliva virgen extra y sal Maldon, y un crujiente strudel de manzana y helado de canela claro.
Pero también se puede optar por un postre efímero y exclusivo que nunca más va a probar, el Turner de Christián Escribà por seis euros más.
La calidad artística de MNAC
La visita al Òleum puede ser el inicio, la pausa o la culminación de una visita al MNAC.
Su planta de Arte Moderno se reabrió en el 2014, tras un amplio proceso de renovación museográfico, donde se presenta con obras de artes decorativas, escultura, arquitectura, pintura y fotografía.
Esta colección de los siglos XIX y XX que incluye a Picasso y al movimiento Dau al Set, se divide en cuatro ámbitos: El artista moderno, Modernismo(s) y Novecentismo(s), Arte y Guerra Civil; y un epílogo que se acaba de implementar: De la vanguardia a la posguerra.
Exposiciones temporales
Un capítulo fuerte del museo son las exposiciones temporales como las cinco actuales.
Actualmente hay cinco exposiciones en el MNAC, entre ellas una dedicada al británico Turner
Actualmente hay cinco para descubrir. Una es Turner. La luz es color muestra la pasión del mejor paisajista romántico, Joseph Mallord William Turner, hacia la luz como un color más, y lo hace con un centenar de obras.
El latido de la naturaleza. Dibujos del siglo XIX de la colección del Museu Nacional presenta 80 obras, entre dibujos, pinturas y álbumes de artistas como Mariano Fortuny y otros también fascinados por la naturaleza.
Annibale Carracci. Los frescos de la capilla Herrera muestra pinturas en cartón, después fresco y posteriormente tela del artista boloñés para la capilla familiar del banquero Juan Enríquez de Herrera en San Jaime de los Españoles en Roma. Maternasis redescubre grandes mujeres artistas como Mari Chordà, Roser Bru, Parvine Curie y Núria Pompeia y su participación en el arte de posguerra.
Finalmente está la Donación Benet Rossell, que permite apreciar el arte entre conceptual y lírico y plástico del poeta, creador y cineasta.