La utopía como revolución en la arquitectura
El componente onírico de las utopías soñadas por los arquitectos a lo largo de la historia ha sido uno de los principales motores de cambio, permitiendo abrir nuevos caminos de exploración que, en ocasiones, ha llegado a acercarse al dominio de lo cotidiano
El término “UTOPÍA” fue acuñado por Thomas Moro en el año 1516 a través de una publicación que realizó con el mismo nombre, donde se creaba un lugar geográfico con una sociedad e ideales políticos completamente diferentes a los marcados por la época. Esto se nos puede asemejar a ese sueño idealizado del que nos hablaba Platón en su obra “La República”, pero llevándolo al extremo de unas características tan inverosímiles que parecen oníricas incluso a día de hoy.
Estos “sueños” son algo inherente al ser humano, algo que va asociado a nuestra forma de ser y que nos permite avanzar, pero la clave radica en que este tipo de pensamientos suelen tener lugar en momentos de crisis en los que se atisba necesario exprimir todos los caminos independientemente de su viabilidad.
Grabados del libro “Utopía” de Thomas Moro (© Wikipedia)
Desde el punto de vista de la arquitectura y el urbanismo, podemos entender las utopías como mecanismos de acercamiento a un futuro incierto, es decir, como aquellos procesos creativos que buscan mejorar la sociedad en la que han sido creados a través de símbolos.
A nivel formal, ciudades como Palmanova, cuya ciudadela fue edificada en el año 1593, o Bourtange, ubicada en el norte de Irlanda, hacen referencia a una nueva forma de planificar las ciudades en el siglo XVI, donde los pasos, fortificaciones y conexiones eran los puntos variantes de la época y, por consiguiente, sobre los que se planteaba una variación formal en busca de ideales hasta entonces inimaginables.
Vista aérea de Bourtange al Norte de Holanda (© Wikimedia)
Uno de los proyectos que mejor representan la idea de utopía arquitectónica es el Cenotafio de Newton, diseñado en 1784 por el arquitecto francés Étienne-Louis Boullée. Se trata de un edificio esférico de 150 metros de diámetro con pequeñas perforaciones que simulan un cielo estrellado y que pretendía erigirse como un homenaje a Isaac Newton, representando no solo el globo terráqueo, sino también los diferentes descubrimientos que el científico hizo en su vida. Además del Cenotafio de Newton, Boullée proyecto una serie de proyectos que nunca llegarían a construirse, pero que le sirvieron en su faceta de docente para hacer volar la imaginación de sus alumnos y permitir un cambio de punto de vista en esa época.
Sección nocturna del Cenotafio de Newton de Boullée (© Wikipedia)
Ya en el siglo XIX, las ideas de los proyectos planteados por Godin (Familisterio) o Fourier (falansterio), nos hablan de una innovación determinada por el cambio social, generando un espacio de convivencia para un número determinado de personas en el que cada familia dispone de su propia vivienda y de una serie de espacios comunitarios para la vida social. Este pensamiento fue plasmado en una serie de textos como el llamado “Soluciones Sociales”, donde se planteaba una asociación de capital y trabajo a modo de cooperativa de producción obrera. La propuesta de Godin se basaba en la estructura del falansterio, pero con variaciones encaminadas a la practicidad y viabilidad del proyecto, teniendo su culminación con la construcción del Familisterio de Guisa a finales del siglo XIX.
Ilustración del Familisterio de Guisa de Godin (©Libro Soluciones Sociales)
Imagen del Familisterio de Guisa de Godin (©Le Familistère de Guise)
Pero si existe un periodo que llamó la atención desde el punto de vista de los proyectos utópicos de arquitectura y urbanismo, ese fue el siglo XX. Los proyectos urbanísticos de Le Corbusier como la Ville Radieuse o la ejecutada ciudad de Chandigarh en la India son ejemplos del pensamiento de uno de los 5 maestros de la arquitectura moderna.
Plano y maqueta de la Ville Radieuse de Le Corbusier (©tomorrow city)
Pero el verdadero estallido de la arquitectura utópica tiene lugar de la mano de Archigram, Yona Friedman, Constant, los proyectos metabolistas o la arquitectura futurista de los italianos son claros ejemplos de la necesidad de cambios existente en este periodo.
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Proyectos de arquitecto futurista Sant’Elia (©Diccionario de arquitectura)
Proyectos como la Plug-in City de Archigram o la New Babylon de Constant nos hablan de unos diseñadores que buscan dar respuesta a las problemáticas sociales existentes en esos años a través de proyectos más próximos a la ciencia ficción que a la realidad.
Esquema de la Plug-in City de Archigram (©Archigram Archive)
Por parte de los metabolistas tenemos proyectos que, a día de hoy, nos siguen pareciendo ilusorios, como la Ciudad Hélice de Kurokawa o la Ciudad en el aire de Isozaki, donde se buscaba establecer un paralelismo entre la arquitectura y las células metabólicas, donde los edificios, al igual que los organismos compuestos de células, están vivos y mantienen un constante cambio orgánico basado en su propio “metabolismo”.
Maqueta de la Ciudad en el Aire de Arata Isozaki (©Arata Isozaki Associates)
Estudios como BIG (Bjarke Ingels Group) han realizado, ya en la actualidad, planteamientos de ciudades en el mar, al igual que hicieran los metabolistas, buscando dar respuesta a la necesidad de nuevos espacios para edificar y los constantes cambios sociales de la actualidad, donde la conciencia medioambiental juega un papel importante en la conformación del pensamiento humano.
Imagen de Oceanix City de Bjarke Ingles Group (©BIG)
Existen por último una serie de proyectos que buscan dar respuesta a la construcción más allá de nuestras fronteras. En un momento en el que los avances en la investigación sobre las condiciones de habitabilidad y la vida en otros planetas se encuentra en boca de todos, estudios como Foster + Partners, el estudio de arquitectura e ingeniería SOM, el propio estudio BIG e incluso la Agencia Espacial Europea, están sacando a la luz sus ideas sobre los modos de habitar en lugares que todavía desconocemos, donde no solo se alteran las condiciones atmosféricas a las que estamos acostumbrados, sino que también los métodos de construcción varían al salir de los límites de nuestro planeta.
Imagen del proyecto de la Ciudad Lunar de SOM (© SOM)
La realidad es que no debemos mirar estos proyectos como una realidad viable, al menos a corto plazo, sino como un tablero de juego y experimentación necesario para poder abrir nuevos caminos y nuevos planteamientos que permitan a la sociedad seguir evolucionando desde una premisa inicial que para nada es la equivocada.
Fotografías de Wikipedia, Le Familistère de Guise, Tomorrow City, Diccionario de arquitectura, Archigram Archive, Arata Isozaki Associates, cosas de arquitectos, BIG y SOM