Lobbies y multimillonarios financian el vandalismo de los activistas climáticos

Lobbies y multimillonarios financian el vandalismo de los activistas climáticos


La historia es vieja: un grupo de activistas al que nadie conoce se graba perpetrando una acción-protesta y al minuto las imágenes circulan por todas las televisiones del globo. Parece espontáneo y torpe, incluso cutre, pero no lo es. Detrás de estas acciones aparentemente sociales hay poderosos lobbies y gente multimillonaria inyectando cientos de miles de euros. Su objetivo: controlar la narrativa y hacer creer que la pulsión social está del lado de las causas ideológicas que financian, de las que obtienen enormes beneficios en forma de subvenciones y transferencia de patrimonio nacional a sus manos.

El último ejemplo lo pudimos ver este domingo con el espectáculo montado por dos activistas alemanes ante un cuadro de Claude Monet, al que arrojaron puré de patata mientras gritaban consignas contra el cambio climático. La organización a la que pertenecen se llama Letzte Generation (Última Generación en alemán) y fue creada hace apenas un año. A pesar de su corta vida, sólo en el primer trimestre de 2022, esta supuesta ONG recibió la friolera de 250.000 de dólares del Climate Emergency Fund, entidad estadounidense fundada por Aileen Getty, una rica heredera del negocio petrolífero cuya fortuna familiar se calcula en entre 5.000 y 20.000 millones de euros.

Un pequeño repaso por internet permite comprobar que Letzte Generation no es un simple club de voluntarios que utiliza su tiempo libre para concienciar sobre los efectos de lo que llaman «crisis climática». Tanto su web como sus redes sociales reflejan una ingente inversión de tiempo y dinero en acciones, charlas, cartelería, diseño gráfico y merchandising que difícilmente se financia con los ahorros de un grupo de estudiantes. Muy al contrario, se observa una costosa y frenética actividad a tiempo completo que además requiere de financiación extra para sufragar las multas, fianzas y abogados derivados de sus numerosos actos vandálicos, que ellos mismos publicitan.

La web de esta organización se creó en vísperas de las elecciones federales de Alemania en 2021 y está a nombre de un empleado de la Universidad de Augsburgo. En su canal de Youtube, se comprueba que el primer vídeo colgado en la plataforma es un diálogo entre el hoy canciller germano, el izquierdista Olaf Scholz, y un estudiante de Ciencias Políticas de la misma universidad. La charla está presentada por el expresidente del Parlamento Europeo y excandidato socialdemócrata a la cancillería alemana, Martin Schulz. Todo queda en casa.

El ya mencionado Climate Emergency Fund no sólo financia a esta organización. Además de numerosas donaciones al Partido Demócrata de EEUU, también está detrás de otros chiringuitos climáticos de reciente creación como Just Stop Oil, Scientist Rebellion o Extintion Rebellion. Del primero surgió el reciente ataque a Los Girasoles de Van Gogh con sopa de tomate industrial y del segundo, la vandalización de las escaleras del Congreso de los Diputados de España con pintura roja, ambas actuaciones ampliamente difundidas por los grandes medios de comunicación convencionales. Y aunque la opinión pública ha expresado su fuerte rechazo por estos actos, el subconsciente colectivo ya sabe en qué lado está la presión social.

La fundadora de Climate Emergency Fund se vanagloriaba el sábado en The Guardian de financiar este tipo de acciones radicales. En un artículo titulado, «Financio el activismo climático y aplaudo la protesta del Van Gogh», la rica heredera admitía de su puño y letra haber hecho una fortuna con los combustibles fósiles, pero se justificaba alegando que en su día vendió su empresa de petróleo y «juró» usar las millonarias ganancias para «proteger la vida en la Tierra». Lo cierto es que además de financiar al lobby del clima, Aileen Getty es la principal accionista de la empresa Wastefuel, compañía que se define como «productora de combustibles renovables» y que a buen seguro está trincando lo suyo de los millonarios fondos intergubernamentales para la llamada «transición ecológica». También es multipropietaria y dueña de al menos diez mansiones, incluidas casas en Manhattan, Los Ángeles y Miami. Una mujer tan comprometida con el planeta, que se lo quiere quedar todo para ella.



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