«Los adolescentes aún aprenden en los libros que los referentes son hombres y no mujeres»

«Los adolescentes aún aprenden en los libros que los referentes son hombres y no mujeres»


La mesa redonda reunió a Laura Freixas, María Arana y María José Villa y estuvo moderada por Almudena Cacho. / ainhoa gorriz

El segundo foro ‘Mujeres y Visibilidad’, organizado por la Diputación y EL CORREO, destaca la necesidad de «recuperar» figuras femeninas y su aportación a la sociedad

Alba Cárcamo

¿Cuál ha sido la contribución de las mujeres a lo largo de la Historia? Si se atiende al material educativo de los institutos, prácticamente inexistente. Apenas «el 7% de los nombres propios mencionados en los libros de la ESO son mujeres». La cifra la ofreció ayer la escritora Laura Freixas en el segundo foro ‘Mujeres y Visibilidad’, organizado por el Departamento foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad y por EL CORREO y presentado por la periodista Almudena Cacho. La autora, con ese dato en la mano, lanzó una reflexión: «Los adolescentes aprenden en los libros de texto que los referentes son hombres, con el agravante de que, cuanto más moderna es la época de la que se habla, menos mujeres hay».

«La igualdad no es permanente, tenemos que luchar porque la podemos perder»

En el auditorio del Museo Guggenheim, ante cerca de 300 asistentes, Freixas, la historiadora y profesora de la UPV/EHU María José Villa y la arquitecta María Arana coincidieron en la urgencia de seguir recuperando esas figuras del pasado que quedaron escondidas para que «puedan inspirar a las futuras generaciones». «Visibilizar a las mujeres en la historia es una forma de empoderamiento», aseguraba la docente. Y no hace falta «irnos muy lejos» para descubrir a mujeres que «favorecieron cambios en la sociedad».

En Bilbao podemos encontrar a Marcelina Elexgaray, empresaria que tuvo un restaurante a principios del siglo XX y fue «una de las precursoras del servicio de comida domicilio»; a Ticiana Iturri, «la primera ginecóloga en el País Vasco y que estuvo muy comprometida con la salud de las mujeres»… Y a Benita Asas, gran desconocida y una de las pocas mujeres que da nombre a una calle de la villa (una treintena de cerca de un millar de viales). Esta maestra sentó las bases de un movimiento feminista, en las primeras tres décadas del pasado siglo, que «se pensaba que era muy limitado» pero que se ha podido comprobar que era «fuerte, potente, y tuvo bastante importancia para conseguir el derecho a voto de las mujeres en 1931».

Cosas que «no cambian»

Ya entonces, hace un siglo, Asas limitó su exposición pública porque «la imagen de la sufragista en España estaba muy caricaturizada, como ahora, que la feminista es fea, masculinizada, iracunda…». Esas cosas que «no cambian», pero que todas confían en que cambiarán. Porque incluso en el mundo de la arquitectura, que ha sido «cosa de hombres», según Arana, la «visión de género» se aplica con cada vez más frecuencia al diseño de las ciudades y los hogares. Para llegar hasta aquí, a un punto en el que las mujeres y su forma de entender el espacio gozan de cierto peso, hubo otras arquitectas invisibles. La urbanista numeró a varias, entre ellas Lili Reich, que codiseñó una de las obras maestras del arte moderno, el pabellón Mies Van der Rohe de Barcelona, que lleva el nombre del otro autor: su marido. «Han tardado casi un siglo en reconocerla», lamentó.

Y ese reconocimiento debe ir acompañado de la presencia, con menos éxito de las mujeres que de los hombres en casi cualquier sector. «El 30% de las novelas contemporáneas y el 20% de los ensayos que se publican los firman mujeres, solo suponen el 20% de las exposiciones individuales en museos…», enumeró Freixas a modo de conclusión.

«La igualdad no es una opción, es un valor de justicia social»

La diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad, Teresa Laespada, fue ayer la encargada de inaugurar el foro sobre la visibilidad de las mujeres. Y lo hizo dejando claro que «la igualdad no es una opción, es un valor universal de justicia social». Es, «a partir de esa lectura», cuando se puede «tener un mundo con equidad». La representante socialista insistió en que «seguimos aprendiendo a ser mujer y hombre de manera diferente y desigual». «Somos dulces, sumisas, alejadas del liderazgo, y cuando lideramos con fuerza somos mandonas y ellos valientes», ejemplificó. Para evitar esto, es necesario «ganar la batalla del relato» y que la visión de las mujeres «condicione las prioridades políticas y transforme la sociedad en clave de igualdad».



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