Los cuatro diseñadores franceses de Maison & Objet 2022
El talento nacional francés
Pasaremos a la historia como la generación de diseñadores que vivió la era analógica y la digital. La generación a la que dejaron soñar con ser descubierta por una Rossana Orlandi o un Capellini, con ser tocados con sus varitas mágicas para famosearnos como les pasó a los Bouroullec y a tantos otros. Ahora, sin embargo, es el silencio. Ahora ese toque viene de los fondos de inversión, que andan comprando empresas y editoras de mobiliario e iluminación. En este contexto ha vuelto un septiembre posnormal y, con él, Maison & Objet.
A pesar de lo que pudiera parecer, el modelo de ferias no está en crisis: los usuarios no quieren estar en casa, y los del sector diseño, menos. En Maison & Objet son conscientes de esto y hacen lo que mejor saben: orgullo patrio y juventud en un comisariado de cuatro seleccionados franceses para la feria. Y todos ellos —o casi— con ese aire setentero.
Cuatro muestras de diseño francés
Recordemos que Mary Quant tiene 88 años al momento de escribir este artículo y, sin duda, compraría los cromados angulosos, con brillos dorados, de Samuel Accoceberry. Su apellido es tan poco convencional como uniforme es su estilo en floreros, altavoces, candelabros y lámparas de globos opales. Todo es tan revisitado que resulta hasta moderno. Su autor gana el asalto por la cantidad. De Mies, ni hablemos.
Un escalón por encima en elegancia está Bina Baitel. Su trabajo funciona como acto de sinceridad y en su porfolio se hace evidente una capacidad especial para las texturas. Algo que vemos en la colección Tremblay, creada para el salón principal del Chateau du Tremblay en Normandía: “Un escenario de la galería Christophe Gaillard dedicado al arte y al buen vivir”. Lo que nos lleva a afirmar sin rodeos que el diseño de coleccionista es el territorio idóneo para las varitas mágicas de la nueva normalidad.
Muy distinta es Charlotte Juillard, cuyo producto está aplicado muy a la italiana. Líneas, concepto, materiales… El made in Italy lo sobrevuela todo. De hecho, su paso por la fábrica de Benetton en Treviso se vuelve muy tangible. Como detalle, hay que indicar que el taburete Hestia ha sido producido por Hava, su propia editora de muebles. Es decir, si no puedes vencer a la industria, únete a ella.
Para acabar, Pierre Gonalons es capaz de reinterpretarlo todo: desde un Renault 5 a una silla de estética tiki —la caña— con respaldo de corazón. Su trayectoria es naíf, recargada, innecesaria y divertida. Por eso compensa. Su alfombra Fortuna muestra que controla la repetición y el tejido. Los usa sin piedad, se arriesga.
Concluimos con la reflexión: después de la pandemia nada ha cambiado. Los mecenazgos siguen siendo vitales, las puertas del descubrimiento casi siempre están cerradas y las tendencias saturadas en autoediciones rara vez no colapsan. El ritual del diseñador todavía es una carretera sin asfaltar. Por eso son importantes las ferias, las familias, el criterio y el riesgo. La fórmula del cambio es dar vueltas y que no cambie nada.
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