Menos es ms, segn cmo
El Reverendsimo, al que no sabemos si la Absolutsima o el calor (tan duradero) parecan haberle dejado un poco mustio, empieza a construir su hegemona con la seguridad que otorga el hecho, indudable, de que durante los prximos quattro anni no tiene nada que temer ni a su derecha (Vox) ni a su izquierda (PSOE + Confluencias Imposibles) y, por tanto, ancha es la legislatura. La composicin de su nuevo gabinete caus una pobre impresin -demasiados fontaneros y profesionales de la adulacin- y los primeros compases de la legislatura hacan presagiar que el poder, una vez conseguido, le provocaba melancola. Era necesario dar un bocinazo: lo necesita Feijo (para llegar a la Moncloa) y el PP indgena, que se plantea las municipales en la Marisma como una segunda vuelta (supuestamente triunfal) del 19J.
En esta lgica debe entenderse la idea del Quirinale de suprimir el impuesto sobre patrimonio, deflactar el tramo autonmico del IRPF y lanzar un doble mensaje: «catalanes, venid al Sur». «Madrileos: vamos a competir». La oposicin, obviamente, ha puesto el grito en el cielo, recurriendo a la apocalptica demagogia habitual -«los ricos pagarn menos, los servicios pblicos se deteriorarn»- y los socialistas, que hace apenas unos das se haban tragado (enterita) la misma reduccin de impuestos que deploraban antes del verano, han retornado al argumentario ancestral: «El PP no piensa ni en las clases medias ni en los trabajadores». No es un mensaje encantador? Y quin demonios les ha votado entonces?
La frmula de Madrid, que ahora es la de San Telmo, aunque con un ndice de renta notablemente inferior, una actividad empresarial mucho ms baja y unas necesidades sociales bastante superiores, va a ser uno de los elementos claves para evaluar este Segundo Imperio del Reverendsimo. Sus asesores afirman que reduciendo la presin fiscal aumentar la recaudacin. Es posible. Tanto por va indirecta como mediante otros tributos alternativos. El problema es que recortar la recaudacin para atraer contribuyentes de otros territorios debera implicar una disminucin equivalente del gasto no esencial. Por mera prudencia. De esto el Quirinale no dice niente: su pax social, a la que atribuye la Absolutsima, lo desaconseja. Si la frmula no funciona, San Telmo puede verse en la misma tesitura que vivi el peronismorociero: o sostener los servicios pblicos -tocados por la pandemia y ms que mejorables- o la administracin clientelar (heredada del PSOE y asumida por Il Presidentino). Ambas cosas son imposibles en un contexto de crisis econmica y encarecimiento sostenido de los precios.
En San Telmo se sienten sobrados, pero el trance no es inocuo. No es la primera vez que un poder terrestre -en el Quirinale no habita la santidad, a pesar de los heraldos y propagandistas agradecidos- se hunde sbitamente tras levantar un arco triunfal. Pas en la antigua Roma. Y puede ocurrir en la Marisma. Probablemente el Gran Laurel no sabe suficiente latn para leer de primera mano las crnicas de los historiadores latinos. Esperemos que cuente con gestores solventes para que esta bandera de la rebaja fiscal no acabe desmintiendo su baraka. Los ciudadanos saben perfectamente -al contrario de lo que afirma el PSOE- que ms impuestos no equivalen necesariamente a ms y mejores servicios pblicos. Del mismo modo que, si la sanidad, la educacin y la atencin social naufragan, el escabeche no va a salvar al Reverendsimo. Menos puede ser ms. Pero hay que ser Mies van der Rohe para lograrlo. En la vulgaridad [de la gestin] poetas, escribi don Nicanor (Parra), est la cosa.
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