Monasterio de Sainte-Marie de La Tourette, del famoso arquitecto Le Corbusier
A pesar de no ser tan célebre como la capilla de Ronchamp, el monasterio dominico levantado en 1960 cerca de Lyon es uno de los mejores ejemplos del estilo moderno tardío.
Cinco años después de que concluyera su edificio religioso más famoso, la capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp, Le Corbusier volvió a demostrar su sensibilidad para interpretar la idea de lo sagrado a través de un lenguaje arquitectónico moderno.
Sainte-Marie de La Tourette es un monasterio de la orden de los dominicos ubicado en Eveux, cerca de Lyon. Su localización en medio del campo es peculiar ya que este tipo de edificios suele emplazarse en los límites de las ciudades.
En 1953 el arquitecto recibió el encargo de ampliar el edificio original con una nueva construcción. Para ello Le Corbusier se inspiró en el monasterio cisterciense de Le Thoronet, en el sur de Francia. La parcela irregular y en pendiente permitió al autor experimentar con la idea de «la ciudad del revés», a partir de una estructura que se eleva sobre pilotis para respetar la ondulación del terreno y disponiendo los espacios de circulación en la parte superior del edificio. El diseño maximiza las vistas a la vez que proporciona un entorno de reclusión sereno.
El acceso en la parte superior del monasterio conduce al bloque de las habitaciones y las salas de estudio, en forma de U, ubicadas en los dos pisos superiores. El edificio alberga un centenar de dormitorios sencillos, y las salas de estudio y lectura se emplazan en el nivel de entrada. El conjunto contiene otras estancias típicas de un monasterio, como el refectorio, la iglesia principal, la sacristía, el altar y una capilla adicional. El hormigón sin tratar contribuye a crear la sensación de un espacio primordial, como una evocación de los primitivos templos cristianos.
Con La Tourette, Le Corbusier partió de su estilo previo de crear transiciones fluidas entre el interior y el exterior para trabajar con la luz a través de modestas aberturas en las espesas paredes de hormigón, de un modo similar a como hizo en la capilla de Ronchamp. Su objetivo fue, en sus propias palabras, «descubrir y crear una arquitectura diferente, única y original en su desnudez esencial».