¿Muera la corrupción, muera el clasismo?
Desde hace siglos se ha dicho que se predica con el ejemplo, lamentablemente, esto nunca lo entenderá el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien hace alardes de que en su régimen no existe la corrupción ni el clasismo, cuando es lo que más le sobra a esta decepcionante y fallida administración autollamada de la cuarta transformación, que mal encabeza el tabasqueño.
Recordemos que el pasado 15 de septiembre, el inquilino de Palacio, en su Grito de Independencia, entusiasmado al ver que el Zócalo capitalino repleto de miles de acarreados -digo- de simpatizantes de Morena expresó muy convencido entre otras arengas: ¡Muera el clasismo, muera la corrupción! ¡Ah caray! ¿Qué quiso decir el tabasqueño?
¿Qué es el clasismo? El diccionario dice: tendencia o actitud discriminatoria de una clase social respecto a otras que se consideran inferiores.
Las respuestas son fáciles: ¿muera el clasismo? Con qué facilidad el jefe del Ejecutivo espeta esa palabra, cuando se mete zancadilla propia, debido a que viste con trajes finos de varias decenas de miles de pesos y zapatos de marcas finas a elevados costos, que la clase popular no sabe lo que vista y calza su Mesías.
¿Muera el clasismo? Acaso se le olvida que su hijo José Ramón López Beltrán y su esposa han vivido en fraccionamientos residencias de lujo en donde se han construido mansiones en suburbios de Houston, Texas, Estados Unidos, valuadas en varios millones de dólares, además viajan en avión privado, como verdaderos sultanes.
Recordemos que el Partido Acción Nacional presentó en febrero pasado una denuncia de hechos por presuntos actos de corrupción y tráfico de influencias en contra de José Ramón López Beltrán ante la Fiscalía General de la República (FGR) y la Fiscalía Anticorrupción, solicitándole que se investigue el origen de los recursos de la lujosas casas de Houston y de los contratos de las empresas proveedoras de Pemex y del evidente conflicto de interés, así como el tráfico de influencias de José Ramón López Beltrán, debido a que después de recibir un contrato la empresa norteamericana, le prestaron la lujosa residencia.
¿Muera el clasismo? Recordemos que López Obrador, no quiso habitar la entonces residencia oficial de Los Pinos, porque decía que era un lujo exagerado (¿?) y prefirió vivir en Palacio Nacional, en donde los lujos están por doquier, candiles de cristal cortado, pisos de mármol italianos de Carrara, tibores europeos, cuadros y mobiliario cuyo costo asciende a decenas de miles de dólares. Eso es vivir con lujos.
En la residencia oficial de Los Pinos vivieron desde 1934 hasta el 2018, los presidentes Lázaro Cárdenas del Río, Manuel Ávila Camacho, Adolfo Ruíz Cortines, Miguel Alemán Valdés, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luís Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
También en su grito dijo: ¡Muera la corrupción! Le recuerdo al tabasqueño que al inicio de su administración aseguró que iba a acabar con la corrupción, un mal añejo que existe -según él- en todas partes de nuestro vapuleado país y que en lugar de irla diluyendo ha crecido a pasos gigantes e inimaginables.
La corrupción está en todas partes en el régimen lopezobradorista pues los escándalos no paran uno de ellos son fue la destitución en junio de 2021 de la secretaria Irma Eréndira Sandoval por deslealtad y varias anomalías como la absolución de Manuel Bartlett Díaz, que fue investigado por tener 12 empresas y 23 casas, así como por las 33 denuncias en su contra que lo inculpaban por actos de corrupción como director general de la Comisión Federal de Electricidad. Por supuesto que López Obrador salió en defensa del poblano solicitando a los que acusaban que presentaran y demostraran su culpabilidad.
Irma Eréndira Sandoval, también estuvo en el escándalo similar, por la adquisición de 6 casas junto con su esposo, el norteamericano John Ackerman. Todo se debió a que su declaración patrimonial no coincidió con las propiedades y bienes que poseía, fueron 6 casas las que compraron en diferentes colonias de algunas alcaldías de la Ciudad de México en un periodo de 9 años, lo que despertó sospechas e investigaciones de reporteros, porque no era posible adquirir tanas propiedades con sueldos de profesores.
Además López Obrador le perdió la confianza a Eréndira Sandoval por apoyar a su hermano Pablo para que fuera el candidato a la gubernatura de Guerrero y no del nefasto Félix Salgado Macedonio que a fin de cuentas puso a su hija como abanderada de Morena y que ganó la gubernatura, que está haciéndolo muy ineficazmente. Otro acto de corrupción en la 4t.
¿Qué tal?, el pésimo desempeño del director general de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), Ignacio Ovalle Fernández a quien le sobró autoritarismo, abusos y excesos de poder y su sello, actos de corrupción, el fraude realizado asciende a 10 mil millones de pesos, deleznable de Ovalle a quien hasta hoy ha sido exonerado y no le han fincado responsabilidad alguna.
Aunque lo mejor fue que el propio Amlo pasó por alto este acto de corrupción, premiando a su amigo, enviándolo a la secretaría de Gobernación a ocupar la coordinación general del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal. ¿Qué tal eh?
El fraude en Segalmex es el doble de atraco de la estafa maestra (cinco mil millones de pesos) que acusaron sin comprobarle nada Rosario Robles Berlanga, exsecretaria de Desarrollo Social, en el régimen también del frívolo Enrique Peña Nieto que tanto cacarearon y se quejaron los morenistas y nadie hizo nada. Así se manejan en este régimen que ven la paja en el ojo ajeno pero la viga en el propio no. Recordemos que Rosario Robles, salió hace un mes de prisión, en la que estuvo tres años por una venganza política del tabasqueño. Aunque diga lo contrario.
No podemos dejar de lado, el quebranto de 223 millones de pesos en su natal Macuspana, Tabasco, en el que Roberto Villalpando era el presidente municipal y su cuñada, Concepción Falcón (esposa de Ramiro López Obrador, en era la síndico. El desfalco fue en la administración 2018-2021. Un acto más de corrupción de los morenistas, que hablan de honestidad pero que no la cumplen.
Un acto más de corrupción y recién “salido del horno” fue el haber dejado caducar cinco millones 41 mil 50 vacunas contra covid-19 por la secretaría de Salud que mal dirige Jorge Alcocer. De la marca Astra Zeneca fueron desperdiciadas 3 millones 40 mil 440 vacunas; y un millón 631 mil 610 vacunas de la marca Sputnik. De acuerdo al Manual de Vacunación, las pústulas deberán ser arrojadas al drenaje y los envases inutilizados. El informe fue entregado por Birmex el 24 de agosto pasado.
Así pues, el presidente López Obrador, predica que ¡muera la corrupción y el clasismo!, desafortunadamente en los hechos, no hay nada real. La corrupción sigue su curso, no hay visos de querer bajarla paulatinamente hasta erradicarla, al menos en este sexenio de la 4t fracasó.