Opinión | El antisemitismo de Kanye West no tiene un significado profundo. Dejemos de buscarlo.

Opinión | El antisemitismo de Kanye West no tiene un significado profundo. Dejemos de buscarlo.


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Las explicaciones al antisemitismo y las opiniones conservadoras contra la comunidad negra de Kanye West se han convertido en una industria cultural en sí mismas, y no es de extrañar. El polifacético artista, quien ahora es conocido de forma legal como Ye, es una especie de caleidoscopio político. Desde un ángulo, su declive invita a debatir sobre lo que las enfermedades mentales causan o no a quienes las padecen. Desde otro, genera la pregunta sobre qué tipo de persona negra está dispuesta a apoyar a los conservadores.

Todas estas preguntas son irrelevantes. El antisemitismo es un problema, sin importar cómo se llegue a él. Analizar la trayectoria de West o el significado de su caída no proporcionará una explicación definitiva de él, ni de nadie. Lo único que logra este análisis interminable es repetir y retransmitir este vómito.

Los desvaríos de West contra los “sionistas judíos” y “los medios judíos” son una repetición desgastada de uno de los tropos antisemitas más antiguos y peligrosos, que retratan a los judíos como una especie de camarilla transnacional que controla el mundo. Esto no es más que puro y simple discurso de odio.

West afirmó el domingo 16 de octubre en el pódcast Drink Champs que la amenaza que escribió y que hizo que Instagram y Twitter lo suspendieran (“Tengo algo de sueño esta noche pero cuando me despierte me pondré en modo ‘death con 3’ contra LOS JUDÍOS”) fue un error ortográfico. West afirmó que en lugar de decir death (muerte en inglés) con 3 quiso decir “DEFCON 3”, uno de los niveles de preparación y alerta de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Es decir, la interpretación más generosa es que West no quiso decir que quería asesinar judíos, sino que solo quería librar una guerra contra ellos.

Las palabras de West no son aisladas. La Liga Antidifamación (ADL, por su sigla en inglés) declaró en abril que hubo 2,717 incidentes reportados de agresiones, acoso y vandalismo antisemita en Estados Unidos en 2021, un máximo histórico desde que la ADL comenzó a rastrear este tipo de incidentes hace cuatro décadas, y un sorprendente incremento de 34% con respecto a 2020. El director nacional de la ADL, Jonathan Greenblatt, escribió que durante un pico en mayo de 2021, “los judíos estaban siendo atacados en las calles por el simple hecho de ser judíos”.

Read in English: Kanye West’s antisemitism has no deeper meaning. Stop looking.

Quienes odian y usan a los judíos como chivos expiatorios y los tratan como “el otro”, deben ser denunciados para que se limiten a vomitar su basura en la privacidad de sus casas o, en el caso de West, de sus mansiones.

Pero en lo que sin duda es una peligrosa señal, algunas figuras de la extrema derecha le están dando a West una plataforma para denunciar a las supuestas “élites” de izquierda que lo han censurado. Es una forma conveniente, pero horrenda, de replantear a la maldad única del antisemitismo como solo otra opinión injustamente marginada.

Tucker Carlson, presentador de Fox News, hizo exactamente eso en una larga entrevista reciente con West. Carlson editó los desvaríos antisemitas de West de su entrevista, y se enfocó en cambio en la reciente aparición de West durante la Semana de la Moda de París en la que vistió una camiseta que decía “White Lives Matter” (“Las vidas blancas importan”). West estuvo acompañado por la provocadora de derecha Candace Owens, quien es afroestadounidense y ha denunciado al movimiento Black Lives Matter, y vistió un atuendo similar.

West no ofreció muchas explicaciones y solo afirmó: “Hago ciertas cosas desde un sentimiento. Solo canalizo la energía. Se siente bien. Es usar un instinto visceral, una conexión con Dios y simple genialidad”.

Pero West no tenía que ser coherente para los propósitos de Carlson, quien pudo presentarle a sus espectadores a un hombre negro famoso que estaba siendo “castigado” por tener puntos de vista aborrecidos por las “élites” culturales censuradoras. La creencia de West en teorías conspirativas no se limita a la paranoia antisemita. De hecho, West incluso duda de los hechos más que comprobados del evento que llevó al movimiento Black Lives Matter a la notoriedad internacional: el asesinato de George Floyd por parte de la Policía de Minneapolis. Su amiga Owens ha estrenado un “documental” descabellado en el que afirma que la secuencia de eventos probada en el tribunal —y presenciada por el mundo gracias a un video de un teléfono celular— en realidad no ocurrió.

“(A Floyd) le dieron fentanilo”, dijo West en el pódcast del domingo. “Si te fijas, la rodilla del tipo ni siquiera estaba en su cuello de esa manera. Dijeron que gritó por su mamá. ‘Mama’ era su novia. Está en el documental”.

Nada de eso es cierto. El médico forense dictaminó que la muerte de Floyd fue un homicidio, causado por un paro cardiaco como resultado de la presión de la rodilla del oficial de policía Derek Chauvin en el cuello de Floyd. Chauvin fue declarado culpable de asesinato y está cumpliendo una condena de 22 años y medio de prisión.

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En el pódcast, West combinó su antisemitismo y desprecio por sí mismo en la calumnia de que “los judíos son dueños de las voces negras”. Sin embargo, la verdad es que la voz de West está siendo “apropiada” y utilizada por estafadores de extrema derecha que buscan lucrarse avivando la ira populista blanca contra judíos y afroestadounidenses. Si eso es lo que significa ser libre e independiente, no cuenten conmigo.

Y tampoco cuenten conmigo para seguirle buscando significado al declive de West. No existe una visión más profunda aquí: la única verdad es que el antisemitismo es nocivo, y estamos trágicamente lejos de derrotarlo.



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