Qué nos deparará el futuro
Somos una nación sometida, los caprichos prevalecen ante las leyes a la cuales nos debemos obedecer y respetar. Un año ha concluido y con él las esperanzas se han esfumado, fuimos timados por políticos jugados que solo deseaban el poder para mangonear a su antojo y saborear las mieles del poder, mieles probadas con anterioridad, más eran otras razones de peso en el corazón de la inmensa colectividad que ciframos un nuevo amanecer con nuevos ideales, una patria refundada sobre el cadáver dejado por los oscuros doce años.
Se pretende hacer prevalecer el “yo puedo, el yo soy”, todo lo que otros construyen llevando a cabo procesos depuradores para obtener lo mejor de lo mejor para que apliquen las leyes con justicia, al final todo se echará por la borda de la insolencia al señalar con el dedo; tú, tú y tú, son los elegidos para que todo lo “nuestro” se mueva con suavidad, que se oculten los actos llenos de vergüenza que enlodan los ideales de la nación que fue libre, su soberanía manchada y dependiente de las malas decisiones de los malvados.
Qué nos deparará como nación cuando las noticias revelan la impunidad y el sadismo de las ejecuciones en masacres llevadas a cabo por delincuentes vestidos de gorra y antifaz de malhechor o disfrazados como vigilantes del orden público, nuestra patria se desangra día a día, el dolor es inmenso, la muerte arrebata el futuro que descansaba en las jóvenes promesas de un mañana prometedor, se fueron al más allá, y allá por el norte encontraremos a genios y fuerza laboral huyendo con el temor, el terror en sus rostros, arrastran a su prole consigo para huir de una patria que ha sido llenada de miseria por los sátrapas de la delincuencia que ya no usa calzado tenis sino zapatos de fino cuero, importados de las Europas; sus trajes no son raídos sino elegantes compitiendo si son Versace o Christian Dior; no viven en covachas, viven en lujosas mansiones con sirvientes que los ayudan a vestirse porque se consideran intocables.
Qué nos deparará el futuro cuando se siguen las costumbres del pasado, gobernar con un Presupuesto General de la República, las mañas siguen imperando cuando en números estratosféricos inflan las necesidades de la colectividad y son las migajas que dispensan en bonos para unos cuantos, cuando los niños, según los genios de la educación, podrán ir en pantalones cortos, “chancletas”, porque imperará la necesidad de andar una gabacha para ser identificado como estudiante, dejando por fuera los principios de un uniforme que identifica a los estudiantes, entonces, gabacha fuera y me convierto en uno demás, podrán irse de juerga porque nadie sabrá de dónde proceden: minutos antes salieron de una aula educativa segundos después metidos en cantinas, nadie sabrá, nadie.
Qué nos deparará con esos familiones enquistados en el gobierno del socialismo que consumen presupuestos como si fuesen langostas como una de las diez plagas de Egipto, no existe equidad, una nación que importa hasta los cereales de consumo diario, un agro abandonado a la suerte de dios, una nación que vamos dejando desértica al depredar sus bosques, tierras ociosas que no producen porque ya no es rentable cultivar, la competencia desleal los deja en desventaja y sus bolsillos llenos de recibos llamados deudas porque no llovió, porque la cosecha se perdió porque el tiempo hizo malas pasadas, porque los acaparadores buscan su beneficio a costa del hambre del pueblo, porque el control de precios no existe y cada agiotista llena su alcancía.