radiografía de la personalidad yanqui con Belén Montalvo
El filósofo Ortega y Gasset afirmaba que estar enamorado era un “estado de imbecilidad transitorio”. No obstante, no hay duda de que esta bendita “imbecilidad” es un potente motor creativo. Belén Montalvo (Madrid, 1981) tuvo un amor platónico: Estados Unidos. En 2013 logró que la empresa de publicidad para la que trabajaba la transfiriera a su sucursal de Miami. Al fin, su sueño se había cumplido. Pero como todas las relaciones, la convivencia provoca fricciones.
El país de sus anhelos también tenía claroscuros. Así que decidió utilizar la escritura para reflexionar acerca de las contradicciones que apreciaba: “Empecé escribiendo un blog para familia y amigos, donde contaba mis experiencias y lo que iba aprendiendo por allí. Años más tarde, abrí otro para gente como yo, que tuviera idealizado EE. UU. y no conociera sus sombras. Comencé a hablar de lo infernal que era comprar un coche, de políticos corruptos, de teorías de la conspiración…”.
Con el tiempo, la relación de Belén con el país norteamericano se ha sosegado. La pasión de los primeros días se ha atemperado y ha aprendido a percibir pequeños detalles que antes pasaban inadvertidos. Esta evolución es evidente cuando se le pregunta por sus parajes favoritos: “Estados Unidos es un destino turístico maravilloso. En general, las grandes ciudades —Nueva York, Chicago, San Francisco, Boston, Los Ángeles…— son todas impresionantes por distintas razones.
Sin embargo, personalmente prefiero el encanto de algunas ciudades más pequeñas. San Diego me parece una joyita, Pittsburgh tiene un rollo industrial alucinante y, por supuesto, la ciudad en la que vivo ahora, desde que me mudé de Miami a Tennessee, que es Chattanooga, me encanta. ¡Es que de Chattanooga mola hasta el nombre!”.
En la actualidad, Belén cuenta con un blog y un popular podcast llamado Aló Miami, donde desvela la intrahistoria de un país “con más de 300 millones de personas y mil millones de matices”. Por todo ello, su voz está más que autorizada para aconsejar a los viajeros alguna visita que se salga de las rutas más habituales: “Al contrario de lo que la gente cree, las playas de Miami no son idílicas. En la costa este de Florida la arena no es fina y hay muchas algas. Si buscas playas paradisíacas y relax, ¡hay destinos mucho mejores! Sin ir más lejos… en la costa oeste de Florida. Ciudades como Naples, Marco Island, St. Petersburg o Sanibel tienen playas estupendas, de arena fina y aguas más tranquilas, ya que dan al Golfo de México. Es habitual poder ver pelícanos y hasta delfines. Y, al estar orientadas hacia el oeste, tienen unas maravillosas puestas de sol”.
El idioma de los yanquis
El lenguaje ha sido un elemento importante en el esfuerzo de Belén por entender la personalidad estadounidense. En aquellos primeros momentos de desconcierto tras su desembarco en Miami, Belén descubrió que, a pesar de llevar 20 años estudiando inglés, apenas conocía el idioma que se hablaba en la calle. Por ello, empezó a coleccionar de forma sistemática expresiones cotidianas: “Cuando visité la casa de Elvis, Graceland, en Memphis, aprendí que el cantante se crio en una casa muy modesta de Tupelo, Misisipi. Pues los yanquis llaman a una casa de este tipo una shotgun house. Es decir, una casa de un disparo. Una casa tan sencilla que, si disparas desde la puerta principal, la bala saldría por la puerta trasera sin que nada la entorpeciera. La cultura de las armas aflora hasta en el lenguaje”.
Fruto de su amor por el lenguaje, Belén ha publicado recientemente Aprende yankinglés con Aló Miami, un libro divulgativo lleno de curiosidades sobre el habla cotidiana en EE. UU. En sus páginas se puede descubrir el significado de expresiones como Charlie Horse, SNAFU, hush-hush, pow-wow… Belén afirma que el lenguaje es una importante herramienta para descubrir cómo piensan los estadounidenses: “Cuando viajé por el sur de Estados Unidos, me impresionó mucho que, cuando buscaba qué lugares visitar en la zona de Luisiana, había varias plantaciones y mansiones que —según foros de internet— evitaban decir la palabra ‘esclavo’ cuando el guía contaba su historia. Terminé eligiendo las dos únicas plantaciones que sabía que hablaban de la esclavitud en toda su crudeza: la Laura Plantation y la Whitney Plantation”.
A pesar de los casi 10 años transcurridos desde que se mudara allí, Belén aún tiene muchos parajes por descubrir. ¿Cuál será el próximo? “No sé si podrá hacerse realidad en 2023 porque tengo muy pocos días de vacaciones en mi trabajo —las maravillosas condiciones laborales de EE. UU.—, pero me encantaría poder visitar Seattle y el Olympic National Forest (Washington). También le tengo muchas ganas a Minneapolis, Saint Paul, las “twin cities” (Minnesota y Detroit)… Me teletransportaría ahora mismo a cualquiera de estos sitios”.
Volviendo a las metáforas amorosas, a veces hay que distanciarse de la persona amada para descubrir lo que realmente sentimos por ella. Tras su proceso de descubrimiento de EE. UU., Belén ha sido consciente de su amor por… España. “Antes de mudarme a EE. UU. no dediqué ni un minuto a valorar la existencia de los sindicatos en España. O la Sanidad Pública. O la Prestación por desempleo… Es que hasta el Imserso es algo fabuloso. Yo era de las que me metía constantemente con España. Ahora pienso que he sido una ingrata… el estado del bienestar no existe en EE. UU.”.