Shakira contra el urbanismo musical
Hay que agregar que la juventud no tiene oportunidades en ese bajo mundo del barrio, de la marginalidad
¿Sabe usted cuál es la novia de Shakira en La Florida?
Tenía un tiempito que no vivía en este planeta, desde que me fui de vacaciones a Júpiter. Acabo de llegar y quisiera que alguien me explique cómo es que un cantante puede alcanzar tal popularidad cantando: “¡Castígala!/Dale un latigazo/Ella se está buscando el fuetazo/¡Castígala!/
Dale un latigazo…” y que a Shakira le caigan to’ los palitos por sus resabios contra Piqué, quien le pegó cuernos. Ella no es tonta y usó el marketing del chisme, ese que hace que incluso este artículo tenga más likes que todos los que he escrito, por el jodío machismo.
La mejor música no es la clásica, con sus bellas armonías de ensueño, y que la gente bautizó como “música de muertos” porque solo se oía en Semana Santa. No es el Jazz de acordes improvisados, medalaganarios, y de una tristeza que no se borraría con todo el algodón recogido por los africanos del sur de los Estados Unidos para enchumbar las lágrimas cuando “la inventaron”. No es la “música country” que generó el “rock and roll” y que conocimos en nuestros matinées de vaqueros sosos, bien vestidos y enemigos de unos indios pocos creíbles. Menos puede ser el bolero, a pesar de los grandes esfuerzos de Colombo. La cursilería y empalagamiento no se sostienen ni por la nostalgia de cuando estábamos obligados a oírlos… porque no había otra cosa. ¿Quién soporta a la Guillot con esos berridos? No lo es la salsa ni que Pedro Navaja salga, cuchillo en mano, de los surcos de los LP de 33 revoluciones. No es el “son montuno” con su doble sentido y alegría contagiosa.
Pero tampoco es el tango envuelto en desgracia y fatalidad poética como si fuera un regalo de navidad en papel celofán y moña de cinta rosada ensangrentada. Ni el mariachi, aunque suenen cuatro balazos a las tres de la mañana, baritoneado por debajo de los bigoticos que se pusieron de moda y que aborrecimos después de Videla.
Entonces, ¿será la bachata? No espejito, aunque la nombren queseyoqué vaina de la humanidad, mecanismo de avivatos pa’ hacerse los graciosos y patriotas. Tampoco, aunque usted no lo crea, es el merengue y menos después que los bachateros le metieron la guitarrita cacofónica y le fuñeron la elegancia que servía de orgullo e identidad nacional.
Breve, la mejor música es la que a usted le guste, incluyendo la del homo cuadrupedus, mejor conocida como “música urbana”, y que usted debe oír cuando le dé su maldita gana, pero para usted, no para el vecindario.
Pero, ¿por qué se puso de moda este ruido infernal sin ton ni son?
Para entenderlo hay que recurrir a la Sociología, a la Psicología y no a Chu Vásquez ni a mi apreciado amigo Tony Raful, miembro del Komfus (Komité de Fusilamiento), aunque últimamente no haya pagado sus cuotas.
Hay dos fenómenos sociales que es importante mencionar como antecedentes: El boom de la burbuja inmobiliaria y el mal llamado “arte contemporáneo. Dos vainas impuestas a la cañona.
Hace unos pocos lustros (un lustro=5 años) las grandes agencias inmobiliarias decidieron aumentar, de un fuetazo (no de un latigazo), los precios de las casas, solares y alquileres para obtener ganancias rápidas y grandes, sin que los gobiernos se involucraran o restringieran. Se perjudicó al inquilino obligado a pagar más del doble el alquiler de un apartamento, pero con el mismo sueldo, que no se duplicó.
El “arte contemporáneo” se apoyó en las casas de subastas y en la lista de los artistas que los “coleccionistas” eligieron para valorar en millones toda la mercancía, que ellos llaman arte, como los inmobiliarios, que surgen en una nebulosa de genio de lámpara persa. Se perjudicó el arte mismo y a los jóvenes que desconocían y desconocen este arbitrario mecanismo de hacer riquezas. Porque muchos de estos jóvenes creen que pueden llegar a vender “sus obras” emulando a los elegidos del clan de los coleccionistas. Por eso se meten a la onda de fabricar, a todo vapor, lo que sea, creyendo que se van a hacer millonarios. No se dan cuenta que ellos no pertenecen al ranking millonario.
En realidad, el mundo del “arte contemporáneo” lo que hizo fue multiplicar el engaño que los coleccionistas del Arte Moderno hicieron, un siglo antes.
¿Cuántos imitaron a Picasso pensando que a los coleccionistas les gustaba ese estilo? No se dieron cuenta que a ellos no les gustaba ese arte, ni ninguno, sin la firma de Picasso, que ya eran el top del ranking de valores monetario, que no necesariamente artístico. Era pues, una cuestión clara de dinero que se acentuó después de la ll Guerra Mundial. Volveré con el análisis de la Cultura de la Guerra Fría.
En la “música urbana” se da el fenómeno del dinero, pero esta vez del que proviene, en su mayor parte, del bajo mundo ligado a discotecas y centros nocturnos, casinos, callejones sin salida, burdeles y otras linduras.
Y volvemos al ranking de “artistas” del llamado arte contemporáneo porque no son todos los jóvenes que entran en la lista, aunque ellos sí creen que pueden. Si total, lo que hacen lo puede hacer cualquiera. Y esa ilusión de fama joven y dinero fácil los entusiasma hasta empujarlos a creérsela.
Hay que agregar que la juventud no tiene oportunidades en ese bajo mundo del barrio, de la marginalidad. La calidad no es lo que importa, como en el “arte contemporáneo”. Ocúpate tú de inventar mucho, aunque sea disparate, que yo me ocupo de imponerla, como moda, a fuerza de billete. Es lo que antes se usaba en la radio y TV con el nombre de payola pero que hoy no se necesita porque se crean los propios espacios de comunicación para tener presencia por todos los lados con la magia del internet y las redes sociales. Por eso los bocinazos a cualquier hora y al volumen más alto.
Se suma un machismo que es paralelo con el del poder monetario adquirido al vapor. El marginal, que siempre fue visto como tal, quiere que se le vea hoy que es rico. Por eso los yipetones, por eso el dársela de tener mujeres por pila, y por eso las cadenas. El valor humano de la humildad, honestidad, estudios, respeto, moral, talento real que no se tiene, lo quieren reemplazar con cadenas, relojes caros, costosos celulares, vehículos imposibles, bocinas rompe tímpanos, mansiones inmerecidas y menos ganadas con trabajo.
Hay que decir, desde la Psicología, que esa marginalidad guardó su venganza, es rencorosa, de ahí los textos, más que estrafalarios, con una gran carga de resentimiento y con un volumen que no respeta a la sociedad que a ellos marginó. Una burla total a la inteligencia y la educación.
Pero entonces, ¿Por qué el ruido incontrolable? Porque le tocaría a la Policia impedir el vandalismo ruidoso que no respeta el sueño de niños, enfermos, viejos ni de nadie. No vale que uno llame, cuando llegan te chantajean o se ponen de acuerdo con los vándalos por unos pocos pesos de miseria, como su vida misma.
Porque la “música urbana” no es para oírse, es para echar vaina, para escupir odio, pa’joder, pa’ exhibirse, pa’ allantar, pa’ demostrar fuerza de macho. Se entiende que parte de la juventud no ha tenido la oportunidad de educarse, de vivir dignamente en espacios vivibles, de practicar deportes y arte como se debe, pero eso no le da derecho a joder la sociedad entera.
Es esa misma policía que hace rato queremos reformar cuando lo que va es sustituirla por ciudadanos decentes que velen por la vida en colectividad y la civilización.
Si el jefe dice que el Alfa es un referente para la juventud, ¿es porque él es parte de ese piogán social?
Una sociedad sin cultura, es una sociedad sin educación, pendiente a los chismes para saber si Shakira tiene una novia en la Florida.
…Carmencita, yo si te quiero,
Ese es más feo que yo, más feo que yoooooooooo.