Tentáculos y miedo al otro. Casa Encendida se llena de monstruos
Fantástico Interior: un compendio de exposiciones
Desde 2021, la Sala A de La Casa Encendida invita a un comisario para que organice durante un año un conjunto expositivo que se divida en varios capítulos con un hilo conductor común. En esta ocasión, el curador ha sido Rafael Barber Cortell, y su ciclo recibe el nombre de Fantástico interior: un título inspirado en la colección de relatos de Pilar Pedraza. En las cuatro muestras celebradas hasta la fecha, Cortell ha explorado aspectos de gran importancia tras la crisis del coronavirus: el autocuidado, la creación artística en soledad, la intimidad o el comportamiento dentro del entorno doméstico.
En la primera de las exhibiciones, Ad Minoliti reinventó los cuentos infantiles tradicionales reflexionando sobre la identidad, mientras que, en la segunda, Marina González Guerreiro investigó sobre la belleza de los objetos cotidianos su relación con los recuerdos. Ahora, en esta tercera parada del recorrido, Eva Kot`áková se centra en la empatía y las relaciones interpersonales. En su obra destaca el uso de la imaginación, no solo como herramienta para soñar con un mundo mejor, sino para alterar nuestra realidad y plantear cambios que puedan llevarse a cabo en el futuro.
Un hogar y un monstruo en Casa Encendida
Kot`áková ha buscado modos de hacer pensar al visitante sobre su propia empatía, empujándolo a ser más consciente de un sistema que rechaza la otredad, que criminaliza y excluye lo diferente. Para ello realizó una investigación previa de dos años sobre diferentes proyectos de viviendas protegidas, con la peculiaridad de estar especialmente diseñadas para personas con necesidades educativas especiales. En varios lugares de la República Checa —tierra natal de Kot`áková— estas propuestas intentaron llevarse a cabo, pero fracasaron antes de materializarse.
En Entrevista con el monstruo, la artista convierte la Sala A de La Casa Encendida en un inmueble en construcción. En su interior conviven una serie de personajes —todos ellos enormes cabezas de tela— que representan a aquellos que jugaron algún tipo de papel en los planes de las casas protegidas: el arquitecto, el alcalde, una mujer entusiasta por acoger al nuevo colectivo, un hombre que protesta en una parcela aledaña a la suya… A partir de testimonios reales, Kot`áková decide dar voz a estas piezas con una retahíla de argumentos tanto a favor como en contra de estos hogares. Hasta que, llegado un momento, ambos puntos de vistaterminan por conformar una cacofonía que sirve de testimonio sobre el miedo al otro, al diferente.
Completando este extraño elenco, un monstruo negro de largos tentáculos aparece en la escena como representación de la discriminación, el temor, el rechazo. Sin embargo, con sus tentáculos blandos y suaves —dispuestos a abrazar a quien se recueste en ellos— no posee un aire amenazante, sino naíf. Es así como su nota oscura encuentra su voz relatando historias de amenaza e intimidación, de reducción de competencias de unas personas que, por sus necesidades diferentes, se han visto recluidas en centros o residencias, privadas de una vida mínimamente autónoma e integrada en la sociedad.
El trabajo de Kot`áková juega con la inocencia de unos personajes que podrían pertenecer a un cuento infantil, pero también con la crudeza de la marginalidad y el temor de aquello que no se entiende. A través de una red de reflexiones que apelan a la comprensión y a la empatía, nos hace repensar hasta qué punto es aprendido y adquirido desde fuera ese rechazo a la alteridad que, como sociedad, nos caracteriza.
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Hasta el 2 de octubre de este año.
Es una cineasta y artista de instalaciones nacida en 1982. Su obra suele girar en torno al cuerpo y sus relaciones con el entorno circundante y con las normas que lo condicionan. Es muy crítica con el sistema, y suele trabajar sus temas predilectos desde la intimidad.