The Line: ¿Un hogar para quién?

The Line: ¿Un hogar para quién?


La arquitectura de lo sublime

En Non-Stop City, una utopía crítica ideada por Andrea Branzi, Gilberto Corretti, Paolo Deganello y Massimo Morozzi y publicada por primera vez en la revista Casabella en 1970, Branzi —en línea con el gran hermano orwelliano— se propuso interpretar el resultado urbano derivado del ciclo producción-consumo llevado a su máxima expresión. En sus dibujos se presentaba una metrópoli sin fin; una fuga infinita, cuya belleza terrorífica —tan próxima a modelos como el de la ciudad vertical ideada por Hilberseimer en 1924— nos trasladaba a una nueva condición de lo sublime en la arquitectura. Allí, uno ya no se sorprendía ante la capacidad destructiva del ser humano o las catástrofes naturales —que durante el Romanticismo propiciaron un ideal de estética—, sino paradójicamente por la desmesura de la gran sobrecapacidad constructiva alcanzada.

¿Cómo podemos ver los ideales y el espíritu crítico de esa urbe imparable tergiversados 40 años después? De manera sencilla: tecleen “The Line en su navegador. Cuando en menos de medio segundo vislumbren dos rascacielos revestidos de espejos que se extienden más de 200 kilómetros a través de una franja de terreno desértico, no se asusten, estarán delante de la ciudad futurista The Line NEOM (cerca del Golfo de Aqaba). El último delirio de arrogancia de Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita.

The line
The line. Neom

Capitalismo y ecotopía

Hace unos meses, el gobernante de facto lanzó un cortometraje en el que anunciaba una ecotopía posmoderna que, presumiblemente, se erigirá en la costa noroeste de su reino. Será una estrecha franja urbana de 200 kilómetros de largo sin carreteras, sin automóviles y sin contaminación donde bin Salman planea invertir 500 mil millones de dólares, lo que es mucho dinero incluso para los estándares saudíes. No obstante, él y su séquito parecen convencidos cuando en su vídeo promocional aluden a The Line como una “revolución civilizatoria” para ser habitada por un millón de personas “de todo el mundo”. Pero… ¿por qué alguien querría mudarse allí?  ¿Por qué alguien querría vivir atrapado en una fortificación infinita dentro de un país que no hace mucho condenó a una activista a 34 años de cárcel por tuitear sobre la represión a las mujeres?

The line
The line. Neom

Desconozco si el consorcio NEOM conocía las ideas de Branzi, lo que es evidente es que deberían pagarle los royalties, o al menos compensarle por corromper el espíritu que emanaba de sus dibujos. Mientras que para los primeros es un paisaje sin cualidades ni atributos —una afirmación del capitalismo más atroz—, para Branzi y sus colegas del grupo Archizoom se trataba de un reclamo que pudiese mostrar propuestas capaces de insertarse en la lógica de la densidad o alternativas para cualificar el entorno urbano, tanto en su modalidad pública como privada.  

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The line. Neom

Visto lo visto, el episodio posmodernista de los años setenta y ochenta —tan rápidamente denostado— debería haberse revisado con cuidado y leído en claves diferentes a las de la retroalimentación del sistema productivo. Todo ello antes de que la globalización irreversible alumbrara intervenciones singulares repartidas por un territorio intensamente homogenizado, condenándolas a un contexto autoafirmativo y anecdótico.

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The line. Neom

Greenwashing en línea recta

De aquellos polvos estos lodos: la arrogancia que subyace a The Line —alimentada por generaciones de hombres que incluyen a consultores occidentales bien pagados— combina triunfalismo religioso y grandiosidad real con una planificación surrealista sobre desalinización, energía alternativa y agricultura en el desierto. Un fastuoso proyecto de rewilding (reconstrucción ecológica) de 500 metros de altura y 200 metros de ancho, neutra en carbono gracias a su microclima templado y regulado, pero donde abundan trenes de alta velocidad, sirvientas robóticas y playas con arena brillante.

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The line. Neom
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The line. Neom

Quizá haya que recordar que mientras la corona saudí propone un megaproyecto supuestamente ecológico y civilizatorio, la Saudi Arabian Oil Company pretende invertir 65 mil dólares por día hasta 2030 para aumentar su manufactura en los próximos siete años, haciéndole así una peineta a los Acuerdos de París. Otra cucharada más de fanfarronería y afán lucrativo, acompañada, en dosis iguales, de greenwashing e ilusiones prometeicas de resolver la crisis climática, demostrando una absoluta falta de interés por atajar sus causas.

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The line. Neom

The Line. ¿Un hogar para todos nosotros?

Al final del vídeo promocional, una cálida voz femenina describe la urbanidad de la vida en The Line. La distopía urbana retrocede y desfilan ante nosotros imágenes canónicas de felicidad extrema: cimas de montañas brumosas, vegetación flotante y olas que lamen una costa prístina. Las palabras finales de la película, pronunciadas mientras un desfile multicultural de rostros parpadea en la pantalla, son deliciosamente absurdas: Un hogar para todos nosotros, bienvenidos a The Line. Mientras lo escuchaba, no pude evitar preguntarme sobre la mujer que pronunció esas palabras. ¿Consideraría incluso mudarse a una ciudad remota del desierto, para estar sujeta a vigilancia las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los caprichos de una monarquía represora? Mi conjetura es que hizo lo que han hecho tantos otros: leyó su guion, recogió el cheque y huyó.

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¿En qué año se presentó por primera vez el proyecto?

El proyecto lleva desarrollándose desde 2012 pero salió a la luz pública en 2017

¿Qué es el greenwashing?

El greenwashing es una práctica de marketing destinada a crear una imagen de sostenibilidad ilusoria y falso compromiso ecológico.





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