un ejemplo a seguir en la recuperación del patrimonio aragonés

un ejemplo a seguir en la recuperación del patrimonio aragonés


El próximo 24 de enero está previsto que el Royal Hideaway Hotel, ubicado en la histórica estación de Canfranc, abra sus puertas. La apertura de este establecimiento supone todo un éxito para el proyecto de rehabilitación que lleva años desarrollándose en el emblemático edificio y constituye un excelente ejemplo del valor de la arquitectura industrial en Aragón.

Acerca de esta cuestión debatieron, el pasado viernes, en una Conversación HERALDO, Fernando Sánchez, alcalde de Canfranc; María Pilar Biel, profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza; Carmelo Bosque, director general de Urbanismo del Gobierno de Aragón, y Jaime Molina, gerente de la UTE Acciona-Avintia en Canfranc, en un encuentro moderado por el periodista Nicolás López.

Sobre la importancia de este tipo de arquitectura, el director general de Urbanismo señaló que «surgió de la necesidad de construir instalaciones que dieran respuesta a la revolución industrial. A comienzos del siglo XX, grandes artistas como Le Corbusier asumieron el valor de este concepto industrial y lo reflejaron en la arquitectura en general».

«Desde el punto de vista social se trata de una disciplina fundamental –subrayó la docente de la Universidad de Zaragoza–. El patrimonio industrial es un concepto que engloba lo arquitectónico, lo tecnológico y la memoria del obrero y de las clases trabajadoras, y hay que entenderlo en su conjunto. Es nuestro patrimonio más reciente, el que explica lo que somos ahora».

Sánchez, por su parte, destacó que Canfranc Estación siempre fue un pueblo industrial y que el valor de sus construcciones ha hecho posible que «tras cerrar las aduanas y la línea internacional, hayamos podido recuperar el movimiento económico, reorientando el complejo y convirtiéndolo en un atractivo turístico». «Canfranc es el claro ejemplo de lo que supone mantener o saber conservar estas infraestructuras, en las que hay que tener en cuenta la sostenibilidad en todos los aspectos», añadió Molina.

Acerca del proyecto de rehabilitación de este edificio, el alcalde de Canfranc indicó que uno de los aspectos clave era que mantuviese «su alma ferroviaria». «Se trata del proyecto que más ilusión podía generar en la materia que nos ocupa y que se puso en marcha con una filosofía muy sencilla: este espacio ferroviario nació en 1928 como un conjunto y así debía permanecer. Ni demoler nada ni construir algo que alterase el paisaje urbano generado», añadió Bosque.

Al respecto, el gerente de la UTE Acciona-Avintia recalcó que, durante su desarrollo, «siempre ha habido una connotación muy clara, que era mantener todo lo que allí había. Los que participamos somos aragoneses y hemos vivido el desastre que poco a poco se daba en la estación, por lo que enfrentarse a su restauración era muy complicado. Entre todas las empresas y agentes implicados hemos formado un equipo muy compenetrado y que en todo momento ha sabido entender el espíritu y el significado», indicó.

Nuevos usos

La Harinera, la antigua fábrica de Chocolates y Cafés Orús o las estaciones de Utrillas, La Almozara y Norte, en Zaragoza, o la red de museos mineros de Teruel son otros de los ejemplos de patrimonio industrial recuperado en la Comunidad. En esta necesidad, en la de darle un nuevo uso a los edificios y construcciones, hicieron hincapié todos los participantes del encuentro, además de comentar las diferencias entre el ámbito urbano y el rural. «La ciudad devora el patrimonio, porque el entorno urbano tiene que crecer y transformarse y eso implica que el patrimonio industrial que esta ahí tenga más difícil sobrevivir, porque además hay muchos intereses en juego. En el entorno rural, el crecimiento es más lento, tiene otras características y además muchas comarcas aragonesas se han dado cuenta de la importancia que tienen estos edificios para contar su historia y su memoria y están desarrollando intervenciones que suponen un plus al modelo turístico que ofrecen, en el que además de valores naturales hay cultura», expuso Biel.

El alcalde del municipio pirenaico discrepó en este punto y señaló que el entorno rural tiene más dificultades, «porque somos pocas personas y buscar un uso a esos edificios es complejo. Si la estación hubiese estado en Zaragoza, creo que se le habría dado un uso mucho antes. Lo que hemos conseguido es increíble, porque siendo un pueblo de 600 habitantes, lo lógico es que hubiera desaparecido».  Molina añadió a este respecto :»Cuando llegas a Canfranc, la primera impresión es espectacular. Es impensable que no esté donde está, pero es cierto que ha de conservarse con una utilidad y un sentido».

El director de Urbanismo coincidió con Sánchez y apuntó que «aunque el entorno urbano es más agresivo, cuenta con más recursos y hay más iniciativa privada que se puede sentir estimulada para recuperar edificios en la ciudad».

Inversión

Acerca de la inversión, Biel apuntó que «es responsabilidad de la administración pública poner medidas que atraigan la inversión privada, además de contar con un plan de recuperación y conservación». En la misma línea, Sánchez comentó: «Las administraciones deben equilibrar los desequilibrios del mercado y favorecer a los sitios pequeños, aunque hay que conocer también los límites económicos que tienen. A veces cuesta explicar una intervención de tanto dinero en la estación y que eso no se destine a médicos o maestros, por ejemplo».

Bosque matizó: «La administración tiene que velar porque ese patrimonio no desaparezca, pero los recursos son limitados y los entes locales y autonómicos no tienen capacidad para atender todos los proyectos. Tenemos que hacer un esfuerzo para atraer inversión exterior, debe ser un compromiso compartido».

Retos

«Creo que nuestra experiencia en el proyecto de Canfranc es fundamental para entender que el patrimonio hay que conservarlo, que hay que saber cómo y que lo más importante es que todo tenga un uso. Las intervenciones económicas son muy potentes y es cierto que la administración no puede con todo porque abarca muchos frentes», indicó el gerente de la UTE Acciona-Avintia. «Hay que establecer procedimientos para que las empresas podamos colaborar y trabajar en estos proyectos«, añadió, en referencia a los retos a los que se enfrenta el patrimonio industrial.

La docente de Historia del Arte recordó que «por encima de la rentabilidad está la inversión social. Debemos conservar esto para las generaciones venideras, por encima de lo que nos cueste, porque es nuestro pasado y la sociedad tiene que sentirse identificada con él. Solamente por eso merece la pena, hay que revertir a la sociedad lo que nos ha dado, que no se pierdan los testimonios de cómo nuestros abuelos hicieron las minas, trabajaron en las estaciones, en las azucareras…».

Bosque, por su parte, concluyó: «Hay que ser selectivos de hasta dónde se puede llegar. Hay que hacer un esfuerzo serio en catalogar de una manera razonada y razonable nuestro patrimonio y buscarle una salida de uso para que no estén en la ruina y sean socialmente y económica rentables».

Para Sánchez, «el reto es que allá donde exista este patrimonio, se le encuentre un uso y pueda mantenerse, que tenga opciones, tanto con iniciativa privada como pública». En el caso de Canfranc, «que no perdiese su alma, que creo que es un objetivo ya cumplido. Aunque el futuro de la estación sea diferente, no debemos olvidar lo que fue su pasado«.

El debate, al completo

REALIZADO POR BLUEMEDIA STUDIO
Este contenido ha sido elaborado por BLUEMEDIA STUDIO, unidad Branded Content de Henneo.



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