Un legado por valorar y celebrar

Un legado por valorar y celebrar


Durante tres décadas, Xosé Bar Bóo (1922-1994) trazó en Vigo y su entorno una obra de carácter moderno y universal pero fuertemente arraigada al territorio y a la identidad gallega y que lo convirtió en uno de los referentes de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. A punto de finalizar el año en el que se cumplen cien años de su nacimiento, la ciudad acoge los primeros actos de un merecido e, inexplicablemente, aplazado homenaje.

A falta de que se concreten iniciativas institucionales, la iglesia Nosa Señora das Neves de Teis acogerá el día 10 una misa solemne presidida por el obispo y descubrirá una placa en recuerdo de su creador.

Y está pendiente de repetirse en Vigo el acto organizado por la Real Academia Galega das Artes en A Coruña el pasado septiembre para conmemorar el centenario y que contó con la participación de Manuel Gallego Jorreto, César Portela, Xosé Manuel Casabella, Elena Ampudia y Jaime Blanco, autor de una de las dos únicas tesis que se han elaborado hasta el momento sobre Bar Bóo. 

“Fue una mesa de lujo y resultó muy emotivo cómo hablaron de él. Portela y Gallego Jorreto son los dos premios nacionales de arquitectura que tenemos en Galicia y Casabella, uno de los fundadores de la Escuela de Arquitectura de A Coruña (ETSAC), anunció que el acto se repetiría en Vigo con apoyo del COAG. El homenaje es tan merecido y necesario como que se conozca su obra y las razones por las que toca hacérselo. Empieza a haber trabajos en el ámbito académico, pero es necesario construir un eslabón entre su arquitectura y su pensamiento y las generaciones actuales”, reivindica Jaime Blanco, que descubrió al autor en los años noventa, siendo estudiante de la ETSAC y tras encontrarse casualmente con la iglesia de Teis, y lleva más de un año trabajando en una exposición con motivo del centenario.

Iglesia de Nosa Señora das Neves en Teis. Pablo H. Gamarra


“Chocó en principio, pero hoy la gente lo valora y está orgullosa de su templo”

Tras un fin de semana de puertas abiertas, la iglesia de Teis acogerá una misa presidida este lunes (18 horas) por el obispo Luis Quinteiro tras la que se descubrirá una placa. Y, posteriormente, tendrá lugar una conferencia de Jaime Blanco en el propio templo titulada “Funciones culturales en la obra de Xosé Bar Bóo”. El párroco Ramón Lera, admirador del arquitecto vigués, ha querido celebrar así de forma conjunta la consagración de Nosa Señora das Neves, que celebró su 51º aniversario el pasado día 3, y el centenario de su creador.

“El templo chocó en principio, pero hoy la gente lo valora y está orgullosa. Su interior es magnífico, da una sensación de calidez humana, de encuentro, de sentirse a gusto. Es una curación para el espíritu. Estamos orgullosos de tener una iglesia diseñada por Bar Bóo con una ilusión enorme y una profesionalidad extraordinaria. Queremos resaltarla y que la gente la conozca”, destaca.

El párroco lamenta que muchos vigueses todavía ignoren no solo la iglesia, sino buena parte de la obra de Bar Bóo: “El centenario es una buena ocasión para darle el valor que tiene, que trasciende con mucho el ámbito de Vigo y de Galicia. Y realmente la iglesia es una obra de arte digna de ser admirada y apreciada. El homenaje es lo menos que se puede hacer, no es nada extraordinario. Y ojalá la gente responda. El autor se lo merece y Vigo tiene muchos motivos para estar muy orgullosa de él”.

“No es habitual que la mayor parte de la obra de un arquitecto de su talla se concentre en un área metropolitana. Está muy vinculada a la ciudad de Vigo y consideramos que el Concello debería liderar este proyecto y acompañar la exposición de un buen catálogo. Y también sería interesante hacer rutas por la ciudad como las que se organizaron hace años”, plantea el arquitecto, que en el acto de Vigo estaría acompañado además por la historiadora del arte Alicia Garrido, autora de la otra tesis sobre Bar Bóo, y por León López de la Osa.

Blanco también ofreció una conferencia en la ETSAC de A Coruña y animó a los alumnos a seguir profundizando en Bar Bóo, que en su día formó parte del claustro de profesores. “Hoy en día ya no pasa lo que me ocurrió a mí, que nadie me habló de él. Recientemente, una alumna hizo un TFG sobre el sanatorio El Pilar, por ejemplo. Pero dos tesis no agotan su obra. Quedan muchos temas por abordar de gran interés”, subraya.

El centenario debería ser una oportunidad no solo para celebrar y poner en el lugar que se merece la obra del creador vigués, sino también su dimensión humana y multidisciplinar: “Lideró intelectualmente a una serie de generaciones de nuevos arquitectos en Galicia que bebieron de su manera ética de afrontar la profesión. Llegó en un momento de dramáticas contradicciones, en aquella Galicia del 57, y ejerció el liderazgo no solo en lo profesional, protagonizando la creación del colegio, sino también la intelectualidad y la preservación y difusión de la cultura gallega, además de la gestación de movimientos relacionados con la ecología. Fue fundador del Museo do Pobo Galego y de Adega ”.

La familia de Bar Bóo aplaude los homenajes con una sensación “agridulce”. “Los actos de A Coruña estuvieron francamente bien y la iniciativa del párroco de Teis nos parece estupenda porque significa que se aprecia ese edificio, que es muy singular y, a veces, difícil de entender. Pero la ciudad de mi padre, donde nació y realizó casi toda su obra, todavía no le ha reconocido ningún mérito en el centenario. Es importante que se haga en A Coruña porque es un arquitecto gallego y, en todo caso, universal, pero que no se celebre en Vigo resulta preocupante”, lamenta Alfonso Bar Blanco, uno de sus hijos.

A esta asignatura pendiente que las instituciones todavía están a tiempo de solventar se une la preocupación por la conservación de la obra y el archivo del arquitecto. La familia ha tenido que hacer una alegación al nuevo PXOM ante la rebaja de la protección de algunos edificios respecto al documento anterior.

Edificio Plastibar, en Marqués de Valladares. Marta G. Brea


“Entendemos que tendrá efecto y se llevará a cabo una modificación, pero lo triste es que tengamos que estar atentos a estos cambios. Son edificios de gran valor que tienen que estar protegidos con el máximo nivel y, en su medida, ayudar a los propietarios a conservarlos. La mayoría de la obra de mi padre está catalogada por DoCoMoMo, de la Fundación Mies Van der Rohe”, recuerda Bar Blanco.

A los inmuebles desaparecidos como el Pegaso se suman las modificaciones de obras de referencia como el sanatorio El Pinar y la incertidumbre sobre el futuro de otros iconos como el Policlínico Cíes: “Había un proyecto muy interesante para que continuase en manos públicas de CC OO y Salvador Fraga, pero se descartó y ahora no tenemos ninguna información. Cualquier alteración sería un atentado, sobre todo, si lo hacen manos inexpertas o buscando una especulación. Y luego también hay casas como el de un propietario que compró una obra en Porriño y la está devolviendo a su estado original. Es casi un milagro”.

La familia también está interesada en catalogar y digitalizar el archivo para garantizar su conservación y su difusión. “La arquitectura y el trabajo de mi padre sirven para algo si están divulgados. Lo lógico es que fuese digitalizado y expuesto por cualquier institución como la Xunta o la UDC para que se pueda seguir estudiando su obra”, plantea Bar Blanco, que confía en que Vigo acoja finalmente una exposición conmemorativa del centenario. “Tener orgullo de ciudad es también conservar el patrimonio de calidad que tiene y presumir de él”, concluye.

“Estaba muy conectado con el mundo, pero quería poner en valor a Galicia”

Jaime Blanco – Arquitecto y profesor de la Politécnica de Cataluña


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Parecen de épocas diferentes, pero el edificio Plastibar, su primera obra y considerado “el máximo exponente” de la recuperación de la modernidad en Galicia, es contemporáneo de la austera Estación Marítima, ejemplo de la arquitectura imperante durante la autarquía franquista. El regreso de Bar Bóo a Vigo en 1957 supuso “un corte radical” con el periodo anterior y una visión rompedora en la que el estilo pasaba a un segundo plano.

“En el edificio de Marqués de Valladares demuestra tener un dominio absoluto de la arquitectura moderna más ortodoxa. Y, sin embargo, abandona de algún modo esa línea en las obras posteriores porque se percata de la necesidad de adecuar la arquitectura a las particularidades del territorio. Él estaba muy conectado al resto del mundo, con lo difícil que era entonces, pero también era muy consciente de que había que poner en valor a Galicia”, explica.

Esta convicción de que “una identidad territorial, topográfica y climatológica tan acusada” como la gallega debía manifestarse en la arquitectura constituye el hilo conductor de la exposición que Blanco y Fernando Agrasar han diseñado con motivo de su centenario. “El homenaje es una buena oportunidad para ponerlo en el lugar que se merece, pero también es necesario que la gente comprenda las razones por las que es necesario hacerlo”, reivindica.

“Su figura no se puede dejar en el olvido,
las generaciones de ahora deben conocerlo”

Alicia Garrido – Historiadora del arte y amiga de la familia


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Alicia Garrido elaboró la primera tesis sobre Bar Bóo, de quien destaca no solo su importancia como referente de la arquitectura gallega, sino su condición de “bellísima persona”. Asistió al “entrañable” acto organizado por la Academia Galega das Artes en A Coruña, donde el autor proyectó el “precioso” edificio de los juzgados, y espera que la ciudad en la que nació y desarrolló la mayor parte de su obra celebre su centenario. “Su figura no se puede dejar en el olvido, las generaciones de ahora deben conocerlo. Su arquitectura se nombra en publicaciones europeas y, sin embargo, aquí hay gente que los desconoce”, lamenta.

Garrido define su arquitectura como “global”, pendiente de todos los detalles desde el inicio. “Hay mucha simbología en sus obras y, en el caso de las viviendas, se interesaba por las necesidades de los propietarios e interpretaba sus deseos. Se fijaban en la importancia de la luz y la situación del inmueble y en sus planos lo detallaba todo, desde el grosor de las paredes a la ubicación de los enchufes. Era muy cuidadoso en todos los aspectos y los propietarios están contentísimos de haber confiado en él. Son viviendas muy especiales”, destaca.

La Fundación Barrié publicó en el año 2000 su tesis “La obra de Xosé Bar Bóo. Una arquitectura a la medida del hombre”, pero el arquitecto falleció antes de que ella la acabase: “Mi marido fue compañero de colegio de Pepe Bar Bóo y las dos familias éramos vecinas. Me quedé desarbolada, pero Macamen, que también era una amiga muy querida, me animó a seguir”. Ella está convencida de que todavía quedan muchos aspectos de su obra y vida para seguir estudiando y plantea que Vigo organice rutas guiadas sobre su arquitectura.



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